"On behalf of every man
Looking out for every girl
You are the god and the weight of her world
So fathers, be good to your daughters
Daughters will love like you do
Girls become lovers who turn into mothers
So mothers, be good to your daughters too".
Daughters, John Mayer
Nunca supe bien qué mismo es un padre. Corrijo: por seis años tuve el calor y la presencia de un abuelo maravilloso, bueno como las mañanas soleadas, corazón de oro, cejas pobladísimas, piel canela. Estamos los dos en las fotos, prendidos el uno de la otra, y estamos en los pocos pero nítidos recuerdos que tengo de ese hombre magnífico que tanto amor dio a los suyos, el “papi César”. Tras su partida, el rol de padre lo ejercieron las mujeres de mi familia. Así que la dimensión de la figura del padre se me escapaba de los conceptos. Hasta que tuve uno aquí en casa. Y me maravillo cada día ante el cuadro de amor, dedicación y conexión que existe entre un padre y su hija. Pienso en otros padres y creo que debo corregir de nuevo: entre este padre y nuestra hija.
Un día de octubre, el que sucesiva y simultáneamete ha sido mi amigo, mi novio y mi esposo se convirtió además en el padre de la princesa, el que recibe un “papiiiiito, llegaste” con abrazo y beso en la puerta, el de las discusiones del tipo “no-yo-te-adoro-más”, el que es un padrazo, en todos los aspectos. Es el compinche, el acolitador, el que salta al primer llanto, el que carga a la muchachita que necesita del abrazo para dormirse, (si, también el que tiene la espalda partida por ese motivo), el que se pone bravísimo y le da por ordenar agresivamente todo el desorden que una tarde en casa deja por el piso de toda la casa, cuando a la nena se le ocurre vaciar sus cajones porque sirven mejor como cunas para los muñecos.
La primera foto de ellos dos juntos lo debió anticipar todo, está él embelesado ante el trozo de vida que sostiene entre sus manos, la mirada de ambos fija en sus ojos. Se habían enamorado en ese instante. Sin embargo, lo que vino después ha sido mucho más de lo que esa imagen sugiere. Nada se compara con enamorarse de nuevo del hombre que se ama cuando se redescubre su capacidad de amar, esta vez en el rol de padre.
Nunca supe bien qué mismo es un padre, pero la vida me dio la oportunidad de conocer al mejor de todos y, mejor aún, de que sea mi hija la que disfrute de ese amor absoluto, incondicional, generoso. Doy gracias cada día por ese regalo y me siento honrada por estar aquí para presenciar y compartir cada momento de tu paternidad, contigo. Porque eres el padre que yo hubiera querido tener y me recuerdas tanto al que tuve en la primera infancia, que me marcó con el amor y la bondad, que me protegió de esa huella de abandono que el otro, el biológico, eligió. Y supongo que ha sido el recuerdo de esa bondad lo que me llevó a amarte a ti, por tu corazón de oro. He tenido padres maravillosos en mi vida: César, Bernie, Carlos, y tú.
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