Rompí la buena racha de publicar un post por semana que establecí en octubre. Ofrezco mis sentidas disculpas, pero fue por una buena causa: he vuelto a trabajar. Me entallo de nuevo el traje de periodista, presto ojos, oídos y manos a transcribir historias ajenas, informaciones breves, reportes del lugar de los hechos.
Se cierra un paréntesis de cinco años de “ocupación: ama de casa”, cuando no “quehaceres domésticos”. Años productivos en lo interno, en lo familiar, en lo espiritual.
Abro el paréntesis laboral con destino y lapso de tiempo indefinidos. Con ánimos, con sorpresa de no haber perdido las habilidades adquiridas, con óxido en tareas como despertar temprano y vivir bajo la dictadura del reloj, con la incógnita de experimentar la vida de madre trabajadora, aunque sea a medio tiempo.
Con esperanza y gratitud.
Se cierra un paréntesis de cinco años de “ocupación: ama de casa”, cuando no “quehaceres domésticos”. Años productivos en lo interno, en lo familiar, en lo espiritual.
Abro el paréntesis laboral con destino y lapso de tiempo indefinidos. Con ánimos, con sorpresa de no haber perdido las habilidades adquiridas, con óxido en tareas como despertar temprano y vivir bajo la dictadura del reloj, con la incógnita de experimentar la vida de madre trabajadora, aunque sea a medio tiempo.
Con esperanza y gratitud.
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