¿Quién a estas alturas de la existencia cree en los propósitos que se hacen al calor de la víspera de Año Nuevo? ¿Quién auténticamente cumple con la promesa del 31 de diciembre? Declaro que el fin de año se me hace una soberana tontería. Las fechas, los calendarios, el número de días de los meses, los años bisiestos son tan fabricados como relativos. Apenas son símbolos.
Pero como tales, tienen su magia, su misterio, su paradoja. Llega el 26 de diciembre y en esta semana extraña entre el respiro de la Navidad (carrera de 100 metros planos en mal estado físico que la mayoría se autoimpone y el resto sufrimos sus efectos) y la llegada de la Noche Vieja nos ponemos nostálgicos, con ánimo de balance, con urgencia de despachar en seis días toda la lista de pendientes que 360 no concluimos.
Recorremos los meses y hacemos recuento de los eventos y las ocurrencias, los encuentros y las despedidas, las ganancias y las pérdidas. El dios Cronos llega con el tic tac de las 12 campanadas a pedirnos cuentas de qué hicimos con el año entregado. La corriente nos atrapa, la energía de la época nos contagia. Aquí va mi resumen ejecutivo.
A saber, en el año del Señor de dos mil cinco:
Conocí primero a una señorita Paulette Goddard, la muy diva, la muy operática, la muy sensible, la muy abrazadora, la muy “teamo”, la muy ella (como le gusta tanto decir). El primer encuentro con la Miss G estuvo marcado por una insual lluvia de mayo que nos devolvió a casa empapados y encantados de conocerla, señorita.
Luego tocó mi puerta un Mr. Long John “IworshipTheBeatles” Silver, freak como sólo él, gracioso como sólo él, standup comedian natural como sólo él. Lo seguía una señorita Penny Dreadful, pelo camaleónico, caja de sorpresas, corazón de gelatina, ternura a flor de piel y locura que lucha por tomar el control.
Apareció entonces un escritormúsico Mean Mr. Mustard, cálido, agudo, maestro... y su consorte Miss Freud que llegó con una armadura de lejanía que se derritió al calor de las risas y los vinos para revelar un interior con un algo de felino, un mucho de finura y un harto de afilada inteligencia.
Se sumaron los amigos de siempre, de vidas pasadas, que mostraron nuevas facetas: Fátima Acioly, compañera de bohemia, ácida y dulce y James Profit, el querido Flaco, que ahora le dicen “padre de familia”, cara de profesor bravo, corazón de melcocha. Pareja de finísima ironía y amistad a toda prueba.
Más tarde llegó una Lolitamaldita, que me gana en la Sabinería y eso dice mucho de ella. Así se completo la comunidad N, freak party con dippas, plática interminable mística mágica musical literaria obsesiva histérica. Enriquecida con algunos artistas invitados, entre ellos, Xica y Xico, simpáticos y enigmáticos; una princesa asiática que emite entre sus prolongados silencios sentencias sabias cual Confucia guayaca; y para rematar la señorita Edipa Maás, “con d de demasiado”. Y un blogger ultrasecreto que jamás revelaremos a los no iniciados.
Recibí un ahijado con ceremonia y recuerdos y otro virtual, secreto, pero que amadrino con igual esmero. Espero sobrino propio que llegará en algo así como tres meses así que para el recuento del año lo que cuenta es la Pimpollita embarazada, hermosaaaaa!!! Celebré cuatro cumpleaños en mi casa y en mi sala se conocieron dos mujeres que se suponían enemigas y se volvieron aliadas. Y un hombre perdió.
Encontré a Dios en el silencio. Perdoné y experimenté el renacimiento de un amor muy necesario en mi vida. Me enamoré de un cantante uruguayo por culpa del mismo señor que el año anterior propició el enamoramiento de un escritor argentino.
Me hice más amiga de un príncipe hermoso, dignísimo hijo de su Real padre. Leí Rayuela. Grabé en mp3 los discos del Chavo, el Chapulín, Petete, Parchis y el tío Johnny. Descubrí el blog de la gorda. Subí veinte libras. Disfruté de la hospitalidad de la tía Nena en Florida.
Consideré terminar este año con bebé en camino. Conseguí un trabajo perfecto para mí. La princesa empezó a ir a la escuela (y le fascina) y gozó a conciencia cumpleaños y Navidad. Decidí dejarme crecer el pelo. Inicié este blog.
Perdí un poco más la vergüenza. Me reconcilié aún más con el espejo. Me sentí de mi edad y me gustó. Sigo enamorada. Estoy feliz. Tengo fe, confianza, alegría. (...no, they can´t take that away from me). Te tengo a ti que me lees y piensas, aunque no comentes (Hazlo hoy, aún estás a tiempo).
En este 31 daré gracias por todo, brindaré por todos y enviaré en mi mente mi ofrenda de flores y frutas a la diosa Iemanjá para que venga un año lleno de días luminosos, de abundancia, de amor para todas y todos, que para TODOS hay. ¡Salud!
¿Propósitos? No. ¡Si se cuenta no se cumple el deseo!
Pero como tales, tienen su magia, su misterio, su paradoja. Llega el 26 de diciembre y en esta semana extraña entre el respiro de la Navidad (carrera de 100 metros planos en mal estado físico que la mayoría se autoimpone y el resto sufrimos sus efectos) y la llegada de la Noche Vieja nos ponemos nostálgicos, con ánimo de balance, con urgencia de despachar en seis días toda la lista de pendientes que 360 no concluimos.
Recorremos los meses y hacemos recuento de los eventos y las ocurrencias, los encuentros y las despedidas, las ganancias y las pérdidas. El dios Cronos llega con el tic tac de las 12 campanadas a pedirnos cuentas de qué hicimos con el año entregado. La corriente nos atrapa, la energía de la época nos contagia. Aquí va mi resumen ejecutivo.
A saber, en el año del Señor de dos mil cinco:
Conocí primero a una señorita Paulette Goddard, la muy diva, la muy operática, la muy sensible, la muy abrazadora, la muy “teamo”, la muy ella (como le gusta tanto decir). El primer encuentro con la Miss G estuvo marcado por una insual lluvia de mayo que nos devolvió a casa empapados y encantados de conocerla, señorita.
Luego tocó mi puerta un Mr. Long John “IworshipTheBeatles” Silver, freak como sólo él, gracioso como sólo él, standup comedian natural como sólo él. Lo seguía una señorita Penny Dreadful, pelo camaleónico, caja de sorpresas, corazón de gelatina, ternura a flor de piel y locura que lucha por tomar el control.
Apareció entonces un escritormúsico Mean Mr. Mustard, cálido, agudo, maestro... y su consorte Miss Freud que llegó con una armadura de lejanía que se derritió al calor de las risas y los vinos para revelar un interior con un algo de felino, un mucho de finura y un harto de afilada inteligencia.
Se sumaron los amigos de siempre, de vidas pasadas, que mostraron nuevas facetas: Fátima Acioly, compañera de bohemia, ácida y dulce y James Profit, el querido Flaco, que ahora le dicen “padre de familia”, cara de profesor bravo, corazón de melcocha. Pareja de finísima ironía y amistad a toda prueba.
Más tarde llegó una Lolitamaldita, que me gana en la Sabinería y eso dice mucho de ella. Así se completo la comunidad N, freak party con dippas, plática interminable mística mágica musical literaria obsesiva histérica. Enriquecida con algunos artistas invitados, entre ellos, Xica y Xico, simpáticos y enigmáticos; una princesa asiática que emite entre sus prolongados silencios sentencias sabias cual Confucia guayaca; y para rematar la señorita Edipa Maás, “con d de demasiado”. Y un blogger ultrasecreto que jamás revelaremos a los no iniciados.
Recibí un ahijado con ceremonia y recuerdos y otro virtual, secreto, pero que amadrino con igual esmero. Espero sobrino propio que llegará en algo así como tres meses así que para el recuento del año lo que cuenta es la Pimpollita embarazada, hermosaaaaa!!! Celebré cuatro cumpleaños en mi casa y en mi sala se conocieron dos mujeres que se suponían enemigas y se volvieron aliadas. Y un hombre perdió.
Encontré a Dios en el silencio. Perdoné y experimenté el renacimiento de un amor muy necesario en mi vida. Me enamoré de un cantante uruguayo por culpa del mismo señor que el año anterior propició el enamoramiento de un escritor argentino.
Me hice más amiga de un príncipe hermoso, dignísimo hijo de su Real padre. Leí Rayuela. Grabé en mp3 los discos del Chavo, el Chapulín, Petete, Parchis y el tío Johnny. Descubrí el blog de la gorda. Subí veinte libras. Disfruté de la hospitalidad de la tía Nena en Florida.
Consideré terminar este año con bebé en camino. Conseguí un trabajo perfecto para mí. La princesa empezó a ir a la escuela (y le fascina) y gozó a conciencia cumpleaños y Navidad. Decidí dejarme crecer el pelo. Inicié este blog.
Perdí un poco más la vergüenza. Me reconcilié aún más con el espejo. Me sentí de mi edad y me gustó. Sigo enamorada. Estoy feliz. Tengo fe, confianza, alegría. (...no, they can´t take that away from me). Te tengo a ti que me lees y piensas, aunque no comentes (Hazlo hoy, aún estás a tiempo).
En este 31 daré gracias por todo, brindaré por todos y enviaré en mi mente mi ofrenda de flores y frutas a la diosa Iemanjá para que venga un año lleno de días luminosos, de abundancia, de amor para todas y todos, que para TODOS hay. ¡Salud!
¿Propósitos? No. ¡Si se cuenta no se cumple el deseo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario