Pasó. Pasó el bullicioso, humeante, estresante fin de año. Y a pesar de que no me sumo a la nostalgia bobalicona de “el tiempo que pasó volando” y “mira otro año más” este fin-inicio de calendario me llegó con toda su energía de cambio, finales y comienzos y demás asociaciones que podemos hacer con este momento simbólico.
A saber: despedimos a un tío abuelo del que no tengo memoria y a una mascota querida y ahora muy añorada. Acepté el grito de la intuición y la vida me respondió que fue la reacción correcta mucho más pronto de lo esperado. Reanudé tímidamente una amistad añeja y entrañable (¡bienvenida, vaca!). Me entró el afán de limpiar, ordenar y hacer el ejercicio aquel de priorizar bien qué conservar y qué desechar.
(Y en ese espíritu, ahora decreto agotado este estilo de escritura).
El Año Nuevo comenzó anoche, comiendo pizza y helado en la hilarante y cálida compañía de seis personas muy importantes y con remate de cervezas y tabaco en casa de una “invitada” MUY especial. ¡¡Feliz año!!
A saber: despedimos a un tío abuelo del que no tengo memoria y a una mascota querida y ahora muy añorada. Acepté el grito de la intuición y la vida me respondió que fue la reacción correcta mucho más pronto de lo esperado. Reanudé tímidamente una amistad añeja y entrañable (¡bienvenida, vaca!). Me entró el afán de limpiar, ordenar y hacer el ejercicio aquel de priorizar bien qué conservar y qué desechar.
(Y en ese espíritu, ahora decreto agotado este estilo de escritura).
El Año Nuevo comenzó anoche, comiendo pizza y helado en la hilarante y cálida compañía de seis personas muy importantes y con remate de cervezas y tabaco en casa de una “invitada” MUY especial. ¡¡Feliz año!!
No hay comentarios:
Publicar un comentario