Tengo un amigo ni tan oculto, ni tan secreto. Querido entre los más queridos, grande en más de un sentido. Un amigo al que veo poco pero quiero mucho. Con él me une una afinidad, una identidad, una empatía. Hombre genial, hombre cálido, hombre único. Su presencia en mi vida la enriquece de muchas maneras, con su inteligencia, su experiencia de vida, su manera de sentir, su forma de pensar.
Si no fueras tan guapo, querido, te diría que te veo como al hermano que no he tenido. Me has extendido tu mano y tus ideas, has soportado mis frontales interpelaciones a los actos de tu vida pública. Me cuentas entre tus primeras militantes, desde aquella rueda de prensa en que me acerqué a pedirte fechas, hechos, no palabras. Yo mantuve por años, la distancia que el periodismo me imponía. Una vez terminada esa etapa cayeron todas las barreras y la amistad se tornó en entrañable. Tengo mucha fe en ti y en lo que el aporte de tu carisma le puede dar a este paisito que tanto queremos.
Tu llamada de hoy me dejó con el corazón volteado, con esa sensación agridulce de susto y gratitud por lo que pudo pasar y no pasó, y aún así, totalmente conmovida por la experiencia que pasaste, junto a nuestros dos queridos amigos, el mago y la bruja, fieles compañeros. No sé, me recordó esta urgencia, esta alerta, este no dejar pasar el abrazo ni la sonrisa, no dejar que la distancia entre nuestros legendarios almuerzos sea tan amplia que nos perdamos, incluso de todo. Me dio también esta necesidad de decirte, así, públicamente y con el perdón y el permiso de mi esposo, cuánto te quiero y cuánto me (nos) honra merecer tu amistad. Estas son mis flores para ti, querido.
Si no fueras tan guapo, querido, te diría que te veo como al hermano que no he tenido. Me has extendido tu mano y tus ideas, has soportado mis frontales interpelaciones a los actos de tu vida pública. Me cuentas entre tus primeras militantes, desde aquella rueda de prensa en que me acerqué a pedirte fechas, hechos, no palabras. Yo mantuve por años, la distancia que el periodismo me imponía. Una vez terminada esa etapa cayeron todas las barreras y la amistad se tornó en entrañable. Tengo mucha fe en ti y en lo que el aporte de tu carisma le puede dar a este paisito que tanto queremos.
Tu llamada de hoy me dejó con el corazón volteado, con esa sensación agridulce de susto y gratitud por lo que pudo pasar y no pasó, y aún así, totalmente conmovida por la experiencia que pasaste, junto a nuestros dos queridos amigos, el mago y la bruja, fieles compañeros. No sé, me recordó esta urgencia, esta alerta, este no dejar pasar el abrazo ni la sonrisa, no dejar que la distancia entre nuestros legendarios almuerzos sea tan amplia que nos perdamos, incluso de todo. Me dio también esta necesidad de decirte, así, públicamente y con el perdón y el permiso de mi esposo, cuánto te quiero y cuánto me (nos) honra merecer tu amistad. Estas son mis flores para ti, querido.
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