miércoles, 16 de noviembre de 2005

Luna llena

“La luna, más bruja que bruja
nos teje una tela que vuela y se va
luna, más loca que loca
borracha de anises y estrellas de mar”.
Luna de menta, Javier Alvarez

Está llena la luna y desde que empezó a redondear me resuena en la cabeza esa canción de Alvarez. Anoche empezó la luna llena y mi naturaleza selenita no hace más que sentir su influencia.

Luna llena que agita las mareas internas que a veces se vuelven cascadas, otras huracanes. Luna llena que hace mirar al cielo y pensar tonterías como si la luna se verá igual en ese otro cielo en que alguien querido la mira. Luna llena que me mira simultáneamente en cada momento de la vida en que la estuve/estoy mirando. Por ejemplo: luna llena reflejada en el río Guayas en esas noches en que el Malecón sólo era el Malecón y no se apellidaba dosmil y la miraba desde otra edad, en otra compañía, asomada a la ventana de otro piso de este mismo edificio. Y como siempre, como entonces, como ahora, no le pedía deseos, se los contaba.

Luna mujer preñada, luna mujer enamorada, luna mujer abandonada, luna mujer silenciosa. Luna lunera cascabelera. Quisiera ser tan alta como la luna. Blue moon, you saw me standing alone. If you believe they put a man on the moon. Luna quiere ser madre y no encuentra querer que le haga mujer. Luna llena imposibles son los hilos que manejas.

En estas noches no soy diosa guerrera, soy diosa lunar, lunática, alunada. No es cosa de la que hablar, es cosa para sentir, para salir a la calle y darse baños de luna. No hay más que decir y como en materia de Luna nada mejor que un poeta, aquí les dejo a Jaime Sabines.
      La luna

      La luna se puede tomar a cucharadas
      o como una cápsula cada dos horas.
      Es buena como hipnótico y sedante
      y también alivia
      a los que se han intoxicado de filosofía
      Un pedazo de luna en el bolsillo
      es mejor amuleto que la pata de conejo:
      sirve para encontrar a quien se ama,
      para ser rico sin que lo sepa nadie
      y para alejar a los médicos y las clínicas.
      Se puede dar de postre a los niños
      cuando no se han dormido,
      y unas gotas de luna en los ojos de los ancianos
      ayudan a bien morir.

      Pon una hoja tierna de la luna
      debajo de tu almohada
      y mirarás lo que quieras ver.
      Lleva siempre un frasquito del aire de la luna
      para cuando te ahogues,
      y dale la llave de la luna
      a los presos y a los desencantados.
      Para los condenados a muerte
      y para los condenados a vida
      no hay mejor estimulante que la luna
      en dosis precisas y controladas.