lunes, 4 de diciembre de 2006

Mi amigo

Desde la acera vecina de la masculinidad, con la óptica de la (gloriosa, dolorosa, ajena, extraña, divertida, fascinante) experiencia de ser hombre, mi amigo comparte su recorrido conmigo y me enseña a apreciar, admirar, comprender, compadecer a los hombres, esos extraños.

Mi amigo tiene muchos nombres, vive en lugares muy diversos; es alto, bajo, puede tener ricitos de oro o largos cabellos castaños; sus ojos son verdes, cafés, negros. Mi amigo me cuenta su vida, sus logros, sus penas, sus sueños. Mi amigo me acompaña con esa manera incómoda que tienen los hombres de reaccionar ante el dolor del prójimo. Es un abrazo, una llamada, una mirada, un silencio.

Mi amigo esta feliz, porque está enamorado y viviendo la plenitud de un amor compartido con una persona que es tan hermosa como él. Mi amigo está buscando su lugar en el mundo a través de una soledad que ha escogido y que está aprendiendo a disfrutar desde el amor a si mismo. Mi amigo vive con intensidad un romance a punto de separarse, con la expectativa de un futuro a distancia. Mi amigo está triste porque su corazón no encuentra el consuelo a su dolor y lo busca, lo busca, lo busca; en la noche, en la compañía fugaz.

Mi amigo trabaja a pocos pasos de mi casa en una posición de servicio y poder. Mi amigo busca trabajo a un continente de distancia en un oficio que domina pero que no ama. Mi amigo vive en medio del frío y trabaja en el descubrimiento de si mismo y la liberación de muchas ataduras, muchas restricciones. Mi amigo me habla de libros, de música, de los planes que hace para comenzar de nuevo, comenzar por fin. Mi amigo me sorprende con su gusto musical y con la dulzura que conserva bajo un aspecto serio y contenido.

Mi amigo me enorgullece, me alegra, me acompaña, me preocupa, me duele. Mi amigo vive en el Norte, el Sur, el Este y el Oeste; en Guayaquil, Quito, Bogotá, Madrid. Mi amigo vive en un pueblo chico del estado de Nueva York y no sé nada de él. Mi amigo duerme a mi derecha y me da cada noche el beso de despedida. Mi amigo llora cada noche la ausencia de su compañera, su mejor amiga.

Mi amigo me enseña lo dulce, valiente, diverso, intenso, evasivo, complejo que es el ser humano al que llamamos hombre. Mi amigo es mi imagen reflejada en el espejo, mi guía y aprendiz. Es la mano que se extiende desde la otra orilla para vivir y comprender que el único sentido de este recorrido al que llamamos vida son los afectos y los descubrimientos. Y que esta clase de amor a la que le llamamos amistad, nos da tanto como el amor al que le llamamos pareja. Te amo, amigo.

miércoles, 22 de noviembre de 2006

Los días de Sabina II

Lo he olvidado todo, lo juro. O más bien me ha quedado una melcocha de emociones, canciones, lágrimas, risas, gritos y llamadas que me han nublado todo recuerdo racional que incluya datos exactos, comentarios precisos. Así que advierto que contaré mi experiencia del fin de semana del concierto y no haré una relación objetiva de los hechos. Además, si no lo escribo pronto Fátima me quema el blog.

El viernes fue un día de reencuentros, confidencias, revelaciones. Caminé a media tarde bajo un cielo gris, caminé después del aguacero de la noche bajo la garúa helada. Me tomé un café delicioso en un lugar hermoso (¡gracias Carlos!). Luego, noche de pizza y vino tinto junto a una chimenea en gloriosa compañía, incluido el placer de ver lo bien que crecen las personas que hemos conocido desde muy, muy jóvenes y poder ahora, sentarte a conversar de cosas en común y reconocer la intensidad y el entusiasmo de unos bellísimos quince años. Reconocimientos a esa madre que ha dudado tanto de si misma y a pesar de (o quizá gracias a) ello ha hecho un magnífico trabajo. Espero tener tan buenos resultados como tú, amiga del alma. Me mató con su fascinación/orgullo/ alegría de “¡le pusiste el nombre a tu hija por nosotras!”.

Desperté el sábado como se despierta uno el día de su cumpleaños, de esa fiesta especial, de la Navidad: temprano. Mañana de cielo cubierto, fría, lluviosa, quiteña. Desayuno copioso, de nuevo caminata bajo la lluvia. Mensajes que vienen y van para contactar al resto de la tropa y ajustar detalles para la noche, llamadas para coordinar encuentros con la otra parte de mi familia de los afectos que vive en Quito.

La tarde nos encontró en la galería de la Universidad Católica, viendo la exposición “Tres grandes de España”. Tres pisos con grabados de Goya, Picasso y Miró. Apreciamos la ironía de estar viendo precisamente a tres artistas españoles en la víspera de ver a otro español. Sólo nos faltó almorzar tortilla española con tinto de la Rioja. Pero el entusiasmo no dio para tanto. Allí nos encontramos con las dos niñas que confunden chuchaqui con soroche, algo así como para darse aires de “monitas que no procesan bien la altura”. Señoritas, ¡lo que no procesan bien es el trago! Con ellas llegamos hasta el Magic Bean a tomar un delicioso almuerzo tardío.

El resto de la tarde fue esperar, esperar… que pasen las horas, que lleguen todos los convocados, que las calles desde la plaza Foch hasta el Agora fueran más cortas. Llegamos un poco muy tarde al local. Las puertas tenían mucho rato de haber sido abiertas y las mejores ubicaciones ya habían sido tomadas. Me enojé conmigo misma por no haberme cumplido la promesa de hacer cola desde las dos de la tarde. Finalmente, los chicos ejercieron sus instintos cazadores y encontraron una mejor ubicación. Ahí estábamos con Paulette, Ludovico, María Candela (gusto de conocerla, niña!) y Phantom, que hizo gala del mejor timing de la noche, llegó a nuestro lado justo cuando se apagaban las luces. Ninguno se lo creía.

Inicio del concierto: “Aves de paso”. Joaquín Sabina sale con bombín gris, jeans negros, camiseta de mangas cortas negra que dice “Norma Baker” en grandes letras delineadas en rojo, chaqueta púrpura encima, y un bastón con mango de plata. Es un dandy, un gentleman, un histriónico rocanrolero. El grito de fan quinceañera sale natural como si gritara así para ganarme la vida en un estudio de sonido de películas de terror clase B. El telón de fondo es un muelle pintado donde un buque llega a puerto, el juego de la iluminación hace que a veces se enciendan las lucitas de las escotillas pintadas. “Esta es la banda del Titanic, porque tocan mientras yo me hundo”, diría Sabina en el intermedio.

Llegaron las canciones. Mentiras piadosas, Ruido, Siete Crisantemos, Resumiendo, Por el bulevar de los sueños rotos, Calle melancolía, Quien me ha robado el mes de abril, Contigo, Y sin embargo, Pájaros de Portugal, Ahora que, La del pirata cojo… La lista sigue, fueron más de dos horas y ya lo dije: ¡No me acuerdo! Me pasó que se me anularon las funciones de search and retrieve de mi cerebro musical, escuchaba, reconocía los primeros acordes de cada canción pero era incapaz de saber cuál era, peor de decirlo. Cosas curiosas de la euforia. No estaba ebria, ni lo estuve después del concierto. No hacía falta, el éxtasis fue musical.

En resumen, hubo más canciones del disco Esta boca es mía, de lo que hubo en otras fechas. Me dio la impresión que hubo algo de análisis de lo que se ha vendido o conocido más en este mercado. Sobresaliente Olguita Román, hermosa voz, hermosa mujer, se mandó una canción solita y su adorable caracterización de la Magdalena, con boa de plumas y cigarrillo en largo pitillo negro. Panchito Varona, un loco con disfraces. Y Antonio García-Diego, sobrio y elegante con terno claro, se mandó una hermosa versión en solitario y al piano de “A la orilla de la chimenea”.

El público vibró, cantó, levantó los brazos, estuvo de pie todo el tiempo. A mi derecha había un grupo de tres hombres, treintañeros, que me tuvieron con la intriga todo el concierto ¿para qué habrán venido? No cantaban, se limitaban a observar, eso sí, se los veía a gusto. Pero esa fachada se cayó cuando llegó “19 días y 500 noches”, que la corearon a voz en cuello y abrazados. Hombres despechados, sin duda. En esa misma dirección un señor, mayor de 45, de terno gris, no cabía en si de la emoción, en especial, con las más viejitas. No saben cómo cantó Princesa. Ni se diga de Paulette que canta con todo su ser y que le importa un bledo saber, como lo sabe, que canta fuera de tono y fuera de ritmo. Ella canta porque le nace y le importan muy poco los estándares ajenos.

Y yo, canté con las manos cogidas sobre el corazón. Era mi forma de lograr que no se desborde. Y sin embargo…

…………

Lo que vino después no importa, no cuenta, porque no existe. Hasta ayer seguí escuchando, flotando, reviviendo, retumbando del concierto y de Sabina. Ludovico me regaló este caramelo: el blog de Pancho Varona, donde relata las impresiones del lado opuesto del escenario. Ya puse también mi comentario súper groupie. A lo mejor Panchito lee esto. Y al pensar eso, por pura deducción, una se vuelve a emocionar con la posibilidad de que Joaquín, ese dios que se me antoja griego (porque los dioses griegos eran como él: borrachos, sensuales, delirantes), ponga sus ojos en mis palabras. ¡Uy!

El resultado maravilloso de este concierto fue que a mi consorte POR FIN se convirtió al sabinismo. Diez años de insinuaciones mías y llega Joaquín y se ilumina. Poderoso el bombín...

miércoles, 15 de noviembre de 2006

Los días de Sabina

Camino de cumplir un sueño, todo se me antoja tan “no”, tan “quizá”, tan “no más”. Las nubes blancas que velan la superficie no son esponjitas algodonadas, son mortajas, espuma, mancha. Las lágrimas llegan sin ser convocadas. Viajo de regreso al lugar donde fui feliz, donde empecé la vida adulta. “En Comala comprendí /que al lugar donde has sido feliz, /no debieras tratar de volver…”, y sin embargo, vuelvo.

Vuelvo a explorar esos recuerdos con estos ojos tan distintos, porque han llorado muchas ausencias, grandes despedidas. Perdemos algo todos los días: un cabello, un arete, un afecto, un respeto. Perdemos a veces incluso donde sabemos que no se podía ganar. Estoy sola con mi música y por primera vez en mucho tiempo, la compañía es además pulpa de papel y tinta de bolígrafo.

“La tristeza también se va, se va…”, y aún no se fue. Nací con ella, vivo en ella. La servilleta del vaso de cola sirve para los labios y las lágrimas. El infinito horizonte llega hasta las ventanas de mis afectos vivos, dispersos por el mundo. Mis queridos muertos llegan hasta mí en los rayos del sol. “Asómate a la ventana a ver el día de sol que te han dedicado”, me dijo Eduardo un día, nunca más extrañado que en este fin de semana cobijado por la maldición del diablillo Sabina.

Me han sentado en el lado equivocado del avión, el que no tiene volcanes: gran padre Chimborazo, mama Tungurahua, Cotopaxi bendito y perfecto. Cierro los ojos y recuerdo el llanto sentido de mi rubia princesa: “No quiero que te vayas, mami”. “Las hijas nunca queremos que las mamás se vayan”, le dije en el abrazo, “pero las mamás a veces se tienen que ir”. Mi corazón está siempre con ella; algo mío, aún indescifrable, tiene ese pedazo de mujer, ese embrión de bruja. Amor, estoy que destilo amor por todos los costados. Amor que duele y amor que sana; amor que rompe y amor que construye. Amor, sólo amor.

Se avista la ciudad amada. Termino y me lanzo a su asfalto, su altura y su frío. Mis ojos empiezan a hacerse más grandes y verdes. He llegado a la (otra) patria.

jueves, 9 de noviembre de 2006

La semana de Joaquín IV

En la víspera de viajar, tengo la pena inmensa de reportar una baja en la troupé guayaca. Al amigo Eduardo Varas Carvajal lo bajaron del tren por motivos laborales. Te llamaremos en el fragor del concierto, Varitas... ¡Y volveremos para celebrar tu cumpleaños el próximo martes, ojalá, haciendo música!

Llega el final de la trivia. A pedido de la señorita Paulette vamos a dejar la solución para el final. Besos en la frente. (Que también es el título de una canción de Sabina...)

19. Iba cada domingo a tu puesto del rastro a comprarte
carricoches de miga de pan, soldaditos de lata,
con agüita del mar andaluz quise yo enamorarte
pero tú no querías más amor que el del Río de la Plata.

20. Caminito al hostal nos besamos en cada farola,
era un pueblo con mar,
yo quería dormir contigo y tú no querías dormir sola...

21. El Dorado era un champú,
la virtud unos brazos en cruz,
el pecado una página web.
en Comala comprendí
que al lugar donde has sido feliz
no debieras tratar de volver.

22. Y búscate la vida, en dirección prohibida,
pero no impedirás que levante mi vaso
a tu mala salud y te invite a brindar,
muerta la amistad sabe igual que el fracaso
y a los dos nos gusta el verbo fracasar

23. Y como además sale gratis soñar y no creo en la reencarnación,
con un poco de imaginación partiré de viaje enseguida
a vivir otras vidas, a probarme otros nombres,
a colarme en el traje y la piel de todos los hombres que nunca seré

24. En mi casa no hay nada prohibido pero no vayas a enamorarte,
con el alba tendrás que marcharte, para no volver
olvidando que me has conocido, que una vez estuviste en mi cama...
hay caprichos de amor que una dama no debe tener

25. Por el bulevar de los sueños rotos moja una lágrima antiguas fotos
y una canción se burla del miedo.
Las amarguras no son amargas cuando las canta Chavela Vargas
y las escribe un tal José Alfredo.

26. No abuses de mi inspiración, no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz se filtra la desolación
de saber que estos son los últimos versos que te escribo,
para decir "con dios" a los dos nos sobran los motivos.

27. Virus de la madrugada, cuento de hadas, groupie de MTV,
la balada despeinada de esta noche te la debo a ti.
Sin negar que escribo por encargo para huerfanitos de calor,
tan amargos, tan malitos como yo.

miércoles, 8 de noviembre de 2006

La semana de Joaquín III

Veo que no reportaron sus puntajes, está bien, son tímidos. Aqui les va la segunda parte de la trivia. Estaré en Quito desde el viernes por la mañana. Quito y Sabina, allá me esperan Lú, Rebe y Carlos y Ludovico, voy con Paulette, Pelo y Varas. Es perfecto.

10. No pido perdón, ¿para qué? si me va a perdonar
porque ya no le importa...
siempre tuvo la frente muy alta,
la lengua muy larga y la falda muy corta.

11. Algunas veces vivo y otras veces
la vida se me va con lo que escribo;
algunas veces busco un adjetivo
inspirado y posesivo que te arañe el corazón;

12. Que no se ocupe de ti el desamparo,
que cada cena sea tu última cena,
que ser valiente no salga tan caro,
que ser cobarde no valga la pena.

13. Y si quieres también puedo ser tu trapecio y tu red,
tu adiós y tu ven, tu manta y tu frío,
tu resaca, tu lunes, tu hastío...
o tal vez ese viento que te arranca del aburrimiento
y te deja abrazada a una duda, en mitad de la calle y desnuda.

14. Alumbraron el amanecer muertos de frío,
se arroparon con la sensatez del desvarío
tuyo y mío de vuelta al hogar,
qué vacío deja la ansiedad.

15. En la posada del fracaso, donde no hay consuelo ni ascensor,
el desamparo y la humedad comparten colchón
y cuando, por la calle, pasa la vida, como un huracán,
el hombre del traje gris saca un sucio calendario del bolsillo y grita:

16. Ven a la guerra, túmbate de una vez
en mitad de la vía.
Mientras la tierra gire y nade un pez
hay vida todavía.

17. Nos tocaba crecer y crecimos,
vaya si crecimos,
cada vez con más dudas,
más viejos, más sabios, más primos

18. Aunque la noche delire como un pájaro en llamas,
aunque no dé a la gloria la Puerta de Alcalá,
aunque la maja desnuda cobre quince y la cama,
aunque la maja vestida no se deje besar.

martes, 7 de noviembre de 2006

La semana de Joaquín II

Esta segunda entrega de la Semana Sabinesca 2006 viene con la primera parte de un trivia diseñado para animar a los indecisos y motivar a los no iniciados, si no a llegar hasta el concierto, al menos a acercarse a la música del españolito del bombín.

Disfrute, querido lector, de los versos y anímese a comprobar su conocimiento, anote sus respuestas y revise la solución en la caja de comentarios. Si saca menos de cinco, y le ha gustado lo que ha leído… se ofrecen sesiones de escucha de los discos de Joaquín Martínez Sabina. Se me olvidó en el post anterior, muy recomendado el perfil que aparece en la revista Diners de Noviembre, elaborado por Daniel Samper Pizano. (No, no es ESE Samper, este es el hermano, que es periodista y editorialista).

A lo nuestro… un versito de algunas canciones del listado del concierto, apenas.

1. Apenas vi que un ojo me guiñaba la vida
le pedí que a su antojo dispusiera de mí,
ella me dio las llaves de la ciudad prohibida
yo, todo lo que tengo, que es nada, se lo di.

2. Yo le quería decir que el azar se parece al deseo
que un beso es solo un asalto y la cama un ring de boxeo,
que las caricias que mojan la piel y la sangre amotinan
se marchitan cuando las toca la sucia rutina.

3. Porque una casa sin ti es una emboscada,
el pasillo de un tren de madrugada,
un laberinto sin luz ni vino tinto,
un velo de alquitrán en la mirada.

4. Ya no te tengo miedo nena,
pero no puedo seguirte en tu viaje.
Cuántas veces hubiera dado la vida entera
porque tú me pidieras llevarte el equipaje.

5. Por el renglón del corazón
cada mañana descarrila un tren.
Y al terminar vuelta a empezar
dos horas después de amanecer.

6.
Yo no quiero domingos por la tarde;
yo no quiero columpio en el jardín;
lo que yo quiero, corazón cobarde,
es que mueras por mí.

7. Sólo te pido que me escribas,
contándome si sigue viva la virgen del pecado,
la novia de la flor de la saliva,
el sexo con amor de los casados.

8. Ahora que las floristas me saludan,
ahora que me doctoro en lencería,
ahora que te desnudo y me desnudas,
y, en la estación de las dudas,
muere un tren de cercanías...

9. Trepo por tu recuerdo como una enredadera
que no encuentra ventanas donde agarrarse, soy
esa absurda epidemia que sufren las aceras,
si quieres encontrarme, ya sabes dónde estoy.

domingo, 5 de noviembre de 2006

La semana de Joaquín

Que amo a Joaquín Sabina no es ningún secreto, ya lo había dejado claro en este post. Este sábado 11 de noviembre de 2006 se cumple un sueño que tiene diecinueve años de espera. Conocí a Sabina con 15 y quizá no fue la primera pero fue LA canción: “Mentiras Piadosas”.

Ya había oído eso del “Oiga doctor”, los que fueron adolescentes en Guayaquil en los ochentas recordarán que esa canción fue parte de una polémica cojudita entre Bernard Fougéres y Alberto Borges, que tuvo su punto máximo en un mano a mano de editoriales publicados en la revista Tiempo Libre. Tiempos aquellos. Luego vino “Y nos dieron las diez”, y gracias al dúo con la Durcal, uno puede explicarle casi a cualquiera quien es Sabina. Y para los salseros, “Medias negras” que interpretó Willy Chirino.

Este sábado, en el Ágora de la Casa de la Cultura Ecuatoriana, en Quito, podré por fin estar en el mismo espacio físico que el gran Joaquín, lo escucharé cantar con su carrasposa voz sus versos descarnados, lo veré hacer sus gestos de canalla, presenciaré sus coqueteos escénicos con Olga Román. Estaré presente, y a los que van a estar conmigo, quedan advertidos, voy a gritar como la quinceañera histérica que me voy a sentir. Cero compostura, cero cordura. Me lo voy a gozar por cada uno de esos diecinueve años, por esas incontables horas en que el señor me ha cantado en la oreja, por ejemplo eso de “vamos, deja que te desabroche un botón, que se come con piel la manzana prohibida”.

Y bueno, internet freak como soy ya me lo he investigado todo y señores, damitas, esta es más o menos la lista de canciones que podremos escuchar esa gloriosa noche. Saquen los discos, busquen los mp3, repitan este tracklist en sus equipos, apréndanse bien la letra, practiquen. No le volverá a pasar al gran Sabina como en “Todas las voces todas” que esos caducos que no pasan de “Silvio y Pablo” no pudieron corear ni media canción y el hombre soltó un terrible “coño” porque el público lo trató como si se tratara de un vulgar telonero de relleno. (Yo lo vi por televisión, no tengo responsabilidad alguna). Ecuador, tenemos una deuda con Joaquín Sabina.

La información de los conciertos la encontré en www.joaquinsabina.net, fotos y crónicas de los conciertos de esta gira. Encuentran todas las letras en www.cancioneros.com, escoger la sección Buscar y allí aparecen los nombres de los cantautores más importantes, se puede buscar por canción (opción Cancionero) o por el nombre del disco (opción Discografía).

Listado posible del concierto de Sabina

Malas compañías (1980)
Calle Melancolía

Juez y Parte (1985)
Princesa

Hotel, dulce hotel (1987)
Que se llama soledad

El hombre del traje gris (1988)
¿Quién me ha robado el mes de abril?

Mentiras piadosas (1990)

Mentiras piadosas
Con la frente marchita

Física y Química (1992)
Y nos dieron las diez
Conductores suicidas
A la orilla de la chimenea
La del pirata cojo
Peor para el sol

Esta boca es mía (1994)
Bulevar de los sueños rotos

Yo, me, mi, contigo (1996)
Contigo
Y sin embargo
Tan joven y tan viejo

Enemigos íntimos (1998)
Yo me bajo en Atocha

19 días y 500 noches (1999)
Ahora que…
19 días y 500 noches
Una canción para la Magdalena
Noches de boda

Nos sobran los motivos (2000)
Nos sobran los motivos (versión de "Cerrado por derribo" de 19 días..)

Dímelo en la calle (2002)
Peces de ciudad

Soundtrack de “Isi/Disi (Amor a lo bestia)” (2004)
Rubia de la cuarta fila

Alivio de luto (2006)
Pie de guerra
Pájaros de Portugal
Resumiendo
Dos horas después

Abre el concierto con un poema de Pablo Neruda. Son más de veinte canciones, según el lugar, varía el programa. Se menciona mucho un popurrí entre “Que se llama soledad”, “Peor para el sol” y “Contigo”. Las tengo todas, se ofrecen a los que vengan con su pen drive hasta mi hogar. Semana Sabinera, abierta.

miércoles, 1 de noviembre de 2006

Yo celebro

Pasaron los festejos y no pasa tu alegría. Esta mañana seguiste cantándole “cumpleaños feliz” a tus muñecos. Te dije que hoy ya no era tu cumpleaños y lo negaste rotundamente. Sé que pasarán algunos días antes que te pase la euforia. Es culpa mía, supongo, porque te organicé dos celebraciones: una con los amigos que rodean la vida de tus padres, como dice Efrén, nuestra familia que escogimos entre extraños, (incluido tu primo, que de tan parecido a ti podrá pasar por tu hermano); y otra con tus primeros amigos, los del jardín, con los que ensayas prototipos de afecto que fluctúan tanto como varían sus juegos.

Cumpliste cuatro años y con cada cumpleaños vuelven a la memoria las escenas de todo lo pasado: la magia de tu nacimiento, nuestros primeros días con sus miedos y sus errores, cada uno de los logros de tu crecimiento. Hace un año no hablabas claro, tenías el pelo más corto, no comías sola, no sabías manejar el control remoto ni el mouse del computador.

Hoy eres una niña, la bebé ha quedado atrás, por más que te guste jugar a la bebita (y yo lo deteste). Algún día te enterarás que a tu mamá no le gustan los bebés (tan frágiles y aburridos). Y sabrás que adora la edad que tienes hoy: toda palabras, toda preguntas, toda ocurrencias. Adoro escucharte cantar las canciones que escuchamos en la radio y decir “esa es mi canción, mami”, verte bailar para la cámara, escucharte contar las cosas que te pasan o narrarle los cuentos a tus bebés de juguete.

Tu papá y yo te damos lo mejor que tenemos, y tú nos obligas a ser aún mejores, a dejar nuestro natural individualismo, nuestra naturaleza un tanto aburrida. Tú nos desafías a establecerte límites, a ser firmes pero amorosos, a darte por igual rigor y libertad. Sabemos que tienes madera de líder, que con tu encanto podrías salirte demasiado con la tuya, pero queremos mucho más para ti: queremos que seas justa, humilde, compasiva, generosa y que sepas que la belleza no es suficiente. Y eso cuesta. Pero sé que lo lograremos juntos porque tienes un corazón repleto de amor, como reserva para cuando los días de tu vida se pongan grises.

Yo celebro tu vida, princesa, y celebro también cuatro años de tener el desafío y el privilegio de ser tu madre y acompañarte, ojalá por mucho tiempo, en tu recorrido por el mundo. Es un honor y una aventura ver crecer a una persona que dejará huellas, que ya lo hace. Te amo, hija. (Y al escribirlo, en la mente escucho un “te amo, mami”). Veamos qué nos trae este quinto año…

lunes, 16 de octubre de 2006

Una frase apenas

Los resultados electorales de ayer en Ecuador no me dejan indiferente, sin embargo, no quiero abonar con palabras al asombro, la desilusión, el desconcierto. (Y sé que al elegir esos adjetivos estoy haciendo precisamente eso: dar una opinión, reflejar un estado de ánimo). Si me preguntan hoy qué voy a hacer el 26 de noviembre frente a ESA papeleta delirante, la respuesta es: aún no lo sé. Y me jode, me cabrea, me fastidia tener que tomar esta decisión: nulo, el "coronel mandarina" o el "comandante bananas". La reacción de Roldós fue tan políticamente incorrecta como auténtica: cáncer o sida. Frente a esa dicotomía simplista, uno se llena de preguntas, ambos males son tratables.

Casi se me olvida, la frase es esta, una de mis máximas favoritas: "Dios proteje a los niños y a los idiotas". En el Ecuador, caemos en al menos una de estas categorías. Frente a este momento, de verdad, nos queda sólo la invocación a la protección divina.

jueves, 12 de octubre de 2006

El arte del yo-ísmo o la conciencia de la soledad

Si, si, la palabra es egoísmo, otra adecuada es egocentrismo, pero qué mas da, me supieron a muy sicológicas y el personaje que quiero describir es mucho más que eso, es surrealista, patológica, histriónica, heliocéntrica, si se quiere. Eso y más.

Si a usted, estimado lector, viene un día su nieta a contarle que ha dado el pago inicial de una casa en una bonita urbanización con club, piscina y cancha de fútbol en césped, ¿cuál sería su reacción inicial?

A. Alegrarse por el paso dado y proceder de inmediato a la felicitación de la infrascrita nieta.

B. Preocuparse por cómo va a hacer esta muchachita (a la que usted ayer le hacía las trenzas para enviarla al jardín) para pagar esa deuda y enrollarse con la maquinación de cómo podría hacer usted para ayudarla… y luego, proceder con las felicitaciones.

C. Pedir más información sobre el sitio, demostrar interés, felicitar, preguntar el cómo, dónde y cuándo. Y, cómo no, seguir con la felicitación.

D. Cambiar el sentido del momento (que obviamente debería pertenecer a la persona que viene con la noticia) y convertirlo en algo acerca de USTED. De cómo USTED se va a quedar más sola, de cómo USTED ha pensado que cuando se ponga más vieja no va a aceptar que le pongan una enfermera o empleada sino que ha decidido ir a meterse a un asilo al otro lado de la ciudad y que por lo tanto la nieta mejor de una vez la considere como muerta. Y luego, forzada por las quejas de su nieta, masculle un “mealegro” pero luego proceda a continuar con el tema de que la casa en que USTED vive pertenece en realidad a la nieta y que por lo tanto cuando ella quiera le puede pedir que se vaya de “su” casa…

Cuando el 99% de los lectores podrían haber escogido las opciones de la “A” a la “C”, o variaciones de las mismas, yo recibí esta tarde la opción “D”. La esperaba, frase por frase, lo he vivido desde siempre, ni siquiera me sorprendió. Lo viví, en ese momento si con mucho dolor, cuando le conté que estaba embarazada y tras un largo silencio, se levantó, me dio la mano y se dirigió sin más trámite a sus aposentos. Estoy segura que podría contarle que me gane el Nobel de la Paz, el gordo de la Lotería, o la presidencia de la República, SIEMPRE de alguna torcida manera maquinada por su torcida mente sería acerca de ella.

Ya no duelen sus reacciones, créanme. Duele, si, la conciencia de la orfandad, de saber que de esa última, única, vertiente de sangre directa que me queda no hay nada para mí. Nunca lo hubo, jamás lo habrá. Ella ocupa todos los espacios existentes en su universo. Otro botón: la muerte de su hija fue algo que le pasó a ella no la desaparición de este mundo de una mujer maravillosa que hubiera debido vivir muchos más días. A esta persona, mi abuela materna, la debió inventar un escritor ruso, es casi imposible que sea real. Pero lo es.

lunes, 2 de octubre de 2006

Despedidas

Nos despedimos de algo, de alguien, todos los días. Tenemos corazón de viaje, dijo algún poeta, y es él quien nos lleva sutilmente hacia los finales de aquello que iniciamos. Nos quedamos con tan poco: recuerdos, fotos, canciones, versos, escenas, frases, aromas. Si tenemos suerte, conservamos afectos escogidos entre las mareas de rostros que vamos acumulando en la memoria, en la mayoría de los casos, demasiado frágil, tremendamente implacable.

Nos despedimos de personas, lugares, objetos, ideas. También de los que fuimos: un día nos miramos al espejo y nos gusta lo que vemos, o nos vemos en una foto y nos da una mezcla de ternura y compasión por aquello que fuimos. Fantaseamos alguna vez con volver en el tiempo con la ventaja de las experiencias adquiridas, de las actitudes ganadas a golpes y caricias. No hay tal, el pasado no existe, apenas como un slide show, un cuento ilustrado en los ojos de quienes han sido nuestros testigos por varios, muchos, todos los años.

Un día te despides de la persona que tenía el registro de tu vida desde antes que vieras la luz. Un día miras las fotos de bebé de tu hija y comparas con la pequeña persona que se para a tu lado a hacerte mil preguntas y sientes, comprendes, las miradas de tu madre. Para ellas/nosotras siempre estará vigente esa impronta de fuego que es la primera vez que se mira el cuerpo que se formó en la oscuridad de nuestro interior, cobijado en el sonido de nuestros latidos.

Llega alguna vez algún reencuentro, en una calle, un centro comercial, una llamada, te enfrentas con algún rostro querido y el cariño es igual y se hacen la promesa de volverse a ver, pero es en vano, lo que no se ató firme es difícil reanudarlo cuando pasan las circunstancias que te mantenían cerca. En contraste, hay gente con la que no importa el tiempo transcurrido, la conversación tan solo continúa, se actualiza y se desarrolla tal como antes, como siempre.

Tiempo de comienzos, tiempo de cambios, es también tiempo de despedidas. Da igual que se trate de una amiga entrañable, de una agradable voz que te acompañaba por la radio en el camino a través de la ciudad, de una casa, una ciudad, un país, un compañero de vida (aclaro, no es mi caso), una juventud que no puedes establecer en qué momento terminó. En cada despedida también das la bienvenida a nuevas y distintas posibilidades. Y a tu lado están los que has cosechado en el camino, los que te llevas bajo el brazo a dónde sea que vayas, los que llevas marcados en las cicatrices del corazón. A veces duele, a veces causa expectativa, nunca pasa sin dejar huellas.

Ya lo puso William Shakespeare en labios de su Julieta: “despedirse es un pesar tan dulce”/”parting is such sweet sorrow”. ¿Cuál es la despedida que más te ha costado? ¿Cuál la que más te ha enriquecido/beneficiado? Yo empiezo con dos respuestas brevísimas: la muerte de mi madre y haberme ido a vivir sola un año a Quito.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Postales musicales de una tarde de miércoles

A media tarde una camioneta parqueada junto a la ventana de mi comedor emitía unos boleros interpretados por Los Panchos. El viento entró por la cortina junto con eso de “El mar y el cielo se ven igual de azules /y en la distancia parece que se unen /mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo /que nunca, nunca, nunca el mar lo alcanzará. /Permíteme igualarme con el cielo, que a ti te corresponde ser el mar”. (¡Veneno!)

Caminé hasta la computadora e ingresé al sitio web de Jorge Drexler que emite en repetición ad infinitum “Transoceánica”, el primer sencillo del disco que se lanza el próximo lunes. Repito y aprendo y no me indigesto de estos versos: “Nada parece pasar página a este anhelo, todo, menos lánguido, /cuál es la lógica de que se abra para mi tu boca tan magnífica /dame calma y dame vértigo, ven a llenar mis pocas horas lúcidas /extraño método de ahogar la sed aquí, lejos de tu lágrima. /Y uno no recuerda hasta que punto nació para eso /ni todo el amor al que puede tener acceso”. (No puedo esperar a escuchar más y más).

El atardecer me encontró frente al televisor, en esas breves y afortunadas ocasiones en que logro cambiar del habitual canal infantil y un aspirante a Ídolo Latinoamericano se atrevió, se lanzó, se cantó ese clásico rockolero que de tan subterráneo absurdamente se volvió “cool”. “No te apures compañero si me destrozo la boca, /no te apures que es que quiero con el filo de esta copa /borrar la huella de un beso traicionero que me dio. /Mozooo, sírveme en la copa rota, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión, /mozoooo, sírvame la copa rota quiero sangrar gota a gota el veneno de su amor”. (Esto no es una canción, señores, esto es una escena).

Entrada la noche, el canal MTV tenía su programa “Essential” dedicado a Depeche Mode. Supongo que es la manera de explicar a los preadolescentes que consumen el canal quienes son los grandes que vienen detrás. Impresionante la evolución de Dave Gaham en sus fases pre droga, hecho mierda en la droga y rehabilitado. “Words like violence /break the silence /come crashing in /into my little world /painful to me /pierce right through me /can´t you understand /oh my little girl. /All I ever wanted /all I ever needed /is here in my arms /words are very unnecessary /they can only do harm”.

Como para terminar este día musical de manera fantástica, caigo en el canal Film & Arts y reconozco un rostro que antes solo había visto en la recreación de su vida en la película “Hillary and Jackie”. Una mujer joven, rubia, hermosa sin ser exageradamente guapa, con una apariencia que más parecía la de una hippie del “flower power” que la de una de las mejores cellistas de la historia. Jacqueline du Pré abrazaba con las rodillas su violoncello y movía sus manos, su cuerpo, sonreía, sentía, vibraba con la poderosa música de su instrumento. Mostraron escenas del documental que le hicieron junto a los músicos Itzhak Perlman, Zubin Mehta, Pinchas Zukerman y su marido Daniel Barenboim, tocando juntos el quinteto "La Trucha" de Shubert. Genios, jóvenes y saboreando la magia de su música, la fortuna de su encuentro. Perlman decía en la entrevista actual que cuando escucha cualquier pieza que hubieran tocado juntos siente que ella se las arruinó para siempre: “Escucho y pienso: está bien pero no es Jackie”. Indescriptible su interpretación del concierto para cello y orquesta de Elgar.

La música compone un tapiz de emociones, va dando una textura a nuestros días. Como la gente que encontramos en la vida, la que contactamos un instante -como el cajero que esta mañana hizo un hueco con sus manos sobre la mía para asegurarse que las monedas del vuelto no se fueran a desparramar; un gesto chico pero que evidencia cuidado al detalle- y las que llevamos cosidas a los bordes de la vida, entrelazadas en la fibra de nuestro ser. Aquellas a las que legaremos el recuerdo, la historia, la permanencia. Gente también como los músicos y poetas que elaboran las melodías y los versos que cantamos, gritamos, dejamos que penetren nuestras células y hagan parte del ritmo, la cadencia, la vibración de nuestra experiencia humana.

Termino con el fragmento de un poema que luego hicieron canción y que yo conocí primero como canción y luego como una creación de Mario Benedetti.

Por qué cantamos

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

(..)

Cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Tu coherencia

Podría empezar diciendo, querido amigo, que me duele tu dolor como si fuera mío, porque es apenas el atisbo del que algún día todos hemos de tener: perder al amado o la compañera, despedirse de la vida transcurrida cogidos de esa mano y conversada con esos ojos.

Pero lo que quiero decir va más allá de la compasión genuina, pasa por una admiración cierta y decidida de un aspecto de tu personalidad que nunca ha sido tan evidente como en este momento tan duro de tu vida: tu coherencia total con tus ideas.

No haces como el hombre común ante la “noche oscura del alma”: aferrarse a la tabla de salvación que se llama FE. Esa que nos promete que hay una vida después de la muerte, que la esencia de lo que amamos no es el cuerpo que deja de funcionar un día sino un alma eterna que anima esta marioneta de carne, hueso y fluidos.

Me has dicho en el pasillo de la clínica “soy muy cartesiano, esto es, pienso luego existo”. Me has dicho también “cómo quisiera creer, los creyentes nunca pierden, Dios nunca pierde. Si alguien muere se dice que es la voluntad de Dios, si se salva que es un milagro”. Acaricias la idea de un Dios, rechazas de plano las prácticas de las religiones, sus contradicciones y su rigidez. Su falta, en fin, de humanismo, doctrina que predicas y practicas y en la que encuentras tantas simpatías con el Jesús de los evangelios, el que no callaba verdades, el que amaba a sus enemigos, el que dijo que el mandamiento nuevo y principal era “amar al prójimo como a ti mismo”.

En estos días son muchos los que desearían que te “convirtieras”, piensan que el mayor consuelo lo encontrarías en ese Dios cuya idea ponderas, cuya existencia acaso anhelas. Yo no pido tu cambio. Desde la vecina orilla de mi fe, te quiero decir que me has dado una muestra de templanza que pocos creyentes tienen. Has aceptado, sufrido, llorado todo lo sucedido, diría que hasta con estoicismo. (Aunque no has tenido problemas en llorar tu llanto en público y guardar tu duelo en el silencio que ahora inunda tu vida). Mucho más admirable frente a la angustia de la nada en la que, de acuerdo a tu racionalidad, se ha sumido tu/nuestra amada.

Estos son tiempos en que la gente acomoda hasta las opiniones más triviales con la corriente general. Los que tienen un Dios entregado desde la cuna, asimilado en la cultura, vivido únicamente a través de la tradición no investigan tanto, ni leen tanto, ni se interpelan tanto sobre el Dios posible como tú lo has hecho a lo largo de tu vida. Crees que no existe, pero cómo lo buscas, querido mío, cómo quisieras que alguien te pudiera demostrar cabalmente su existencia.

Hemos hablado muchas veces del tema. Concuerdo contigo en muchas cosas de la forma, en muchos cuestionamientos de la estructura. Como sabes mi ideología espiritual es una mezcla muy heterogénea de corrientes, centrada, eso si, en una firme devoción por Jesús el Cristo. No se me haría natural un vecino converso, clamando al cielo la gracia del Espíritu, emulando a los predicadores. Dudaría mucho de tu estado mental, a decir verdad. (Además, vamos, quién te aguantaría).

Sospecho, sin perjuicio de lo anterior, que en tu oración silenciosa le pides al Dios que si por si acaso existe la tenga a ella muy cerca de su corazón por sus muchas virtudes. Y que si acaso hay más vida después de esta, les permita reencontrarse. Y que luego de haberlo pensado por un instante, te sonríes sarcásticamente y piensas de nuevo en el absurdo y que un hombre de tu edad no debería estar hablando solo… porque puede ser que un día alguien empiece a darle las respuestas.

lunes, 28 de agosto de 2006

No somos más...

Cuando, junto a la cama de una habitación en el cuarto piso de una clínica, las palabras nos quedan cortas nos da igual recurrir a los libros sagrados que a los poetas. Me quedo con esta canción de Jorge Drexler, para ti, hermana. No nos quedará más que ser adultas...

La edad del cielo

No somos mas
Que una gota de luz,
una estrella fugaz,
una chispa, tan sólo,
en la edad del cielo.

No somos lo
que quisieramos ser,
solo un breve latir
en un silencio antiguo
con la edad del cielo.

Calma, todo está en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo….

No somos más
que un puñado de mar,
una broma de Dios,
un capricho del sol
del jardin del cielo.

No damos pie
entre tanto tic tac,
entre tanto Big Bang,
sólo un grano de sal
en el mar del cielo.

Calma,
todo está en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo.

martes, 22 de agosto de 2006

La pregunta de Barbara Walters

Hay anécdotas ficticias que pasan a la historia por reales aún cuando las personas involucradas aún están vivas y se esfuerzan mucho por negar su certeza. Le pasa a la periodista estadounidense Barbara Walters (yo quiero ser como ella cuando sea grande, aunque quizá, a estas alturas, ya sea en otra vida) con el cuento ese de que pregunta a todos sus entrevistados “si usted fuera un árbol, ¿qué árbol sería?”. Walters ha aclarado muchas veces que lo del árbol fue una respuesta que le dio espontáneamente Katherine Hepburn, sin que ella hubiera hecho directamente la pregunta. Sin embargo, la leyenda pega más que la realidad y en toda parodia que se hace de la Walters sale lo del árbol, eso, y que siempre hace llorar a sus entrevistados. (Casi siempre lo logra).

Me llegó a las manos una edición dominical del diario El Comercio de Lima, interesante, bien diagramado, temas extensos como corresponde a un domingo. Eché mano, como siempre hago con los diarios, de la sección de Clasificados. Y me encontré primero con que la sección de “Masajes” en realidad parecía de masajes, algo había allí de raro. Pero luego di con la sección “Relax” que abarca dos columnas, una página y luego dos columnas más. Al inicio de la sección está la siguiente advertencia “La lectura de esta clasificación es exclusiva para mayores de edad”. Si, claro.

Encontré lo típico, aunque siguen las alusiones a los “masajes”, ya que las damitas y caballeros que ofrecen sus servicios en algunos de los anuncios se refieren a si mismos como kinesiólogos. Hay muchas direcciones de internet, mucha referencia al lugar de origen, (colombiana, chilena, española, argentina, cuzqueñita, cajamarquina, charapita) al color de piel o tipo racial (rubia, piel canela, morenita, nissei, mulata, blanquita) e incluso, hecho novedoso, al estado civil. Así es, algunas se promocionan como “señoras”. También especifican si tienen o no departamento, es decir si reciben visitas o si dan servicio a domicilio. Los rangos de edad también son muy variados, aunque la mayoría están en el rango de 18-20, hay anuncios de mujeres de más de 30 hasta una de 45, que se describe como una nena argentina,

Para muestra algunos botones:

Aldair Activo tipo árabe extremadamente M.B.D. (¿?) velludo 1,80m potente. Que alguien me explique/adivine/deduzca qué puede ser MDB.
Adorable Nissei t/vedett trato d/amante sin limitaciones servicio especial c/departamento. ¿Trato de amante? Llama a tu casa, te pide que dejes a tu familia…
Alexsa señora exclusiva atractiva b/figura a/damas caballeros modernos c/accesorios.
Amore shemale Exclusiva kinesiologa(o) impresionante rubiecita apasionada b/figura c/lencería (modernos). Para lo que queda la modernidad…
Bellísima gringuita natural 18 anfitriona A1 impactante. ¿Cuáles son las artificiales? ¿Las nacionalizadas?
Cubana morocha 1.80 42B exuberante c/departamento A/Hoteles un mujeron. ¡42B! Es gorda, eso da otro sentido a la palabra “mujerón”..
Gordita bonita señora blanquita caballeros t/edad ¡solita! Toda tierna ella…
Jonatan Atención a damas buen servicio m/discreción momentos agradables y placenteros. El único hombre que ofrecía sus servicios solo a mujeres.
Xioxana Sra. Charapita riquísima ¡excelente servicio! Caballeros exigentes 3.edad paciente. ¡Para que no digan que no les tienen paciencia!

Yo no seré como la Walters, no lo negaré cuando me insistan mis biógrafos. Yo si hice esta pregunta:

Si usted fuera a ofrecer sus servicios sexuales en un anuncio clasificado, ¿cómo lo redactaría?

lunes, 14 de agosto de 2006

Fidel viste de Adidas

Eduardo Varas es un hombre observador. El ha notado, supongo que al igual que muchos, que en la foto publicada hoy en los diarios de todo el mundo que demuestra que Fidel Castro está vivo éste viste una impecable sudadera que exhibe sobre su pecho derecho el logotipo de la marca Adidas. Dirán, es alemana, no yanqui. Yo digo, globalizadora, multinacional, imperialista. Además contradictoria, irónica, graciosa.

¿Qué tienen en común Fidel Castro y David Beckham? Ese loguito en el pecho...

La prenda que luce el comandante Castro luce, como no, los colores de la bandera cubana, principalmente blanco, con rayas rojas y detalles laterales en azul. La imagen es íntima, casi familiar, un anciano sentado en una silla al pie de una cama, cubierta por un edredón acolchado, al fondo un objeto indeterminado reposa sobre la cabecera y detrás se aprecia lo que parecen ser las puertas de un closet. La habitación es sobria, austera. El sujeto mira fijamente a la cámara, está bien peinado, su barba recortada y sostiene entre sus manos un periódico, el suplemento especial del Granma por el cumpleaños ochenta del presidente del partido comunista cubano. ¿No les parece un poco retocado el diario? No me atrevo a negar que la foto sea auténtica sino que se ha trabajado un poco el área del periódico para aumentar su nitidez, para que se lea y se destaque que se trata de la edición del día.

Luego, en eluniverso.com he encontrado esta foto del revolucionario recibiendo la visita de su gran amigo, el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Para esta ocasión el ilustre convaleciente luce una camisa de algodón de color rojo intenso, rojo comunismo, rojo hemorragia en coordinación con la camisa del mismo tono que viste el mandatario amigo. Chávez lleva una camiseta interior, suponemos que los hospitales cubanos le dan frío. Los uniformaron, parece. Los dos están comiendo de un tarrito como de yogur o natilla, aunque en esta ocasión no aparecen marcas.

"Fidelito, tome su compota, abuelito"

Es una lástima, a los seguidores del mundo les hubiera gustado también saber qué yogur toma Fidel, a lo mejor, podrían patentarlo como el secreto de su longevidad y su permanencia en el poder. Ah, lo uno nada tiene que ver con lo otro, es cierto.

¿Le pagará Adidas a Castro lo mismo que le paga digamos, a David Beckham? Aunque no pude encontrar en la página web de la marca un modelito de chaqueta “revolución cubana”, de los que encontré oscilan entre los 85 y los 60 dólares. Hay un modelo muy moderno llamado B-cool, en rojo y negro que podría usar cuando se reúna a caminar digamos, con Vladimir Putin. Son otros tiempos, dudo que el premier ruso se aventure al verano caribeño para rendir los honores al octogenario mandatario.

¡Viva la globalización! Qué cosas escribo, la revolución… ¿o será la revolución de la globalización? Porque, como sabemos, la globalización de la revolución terminó mal, allá en Bolivia. ¡Viva Adidas! ¿Vive Fidel?

Addendum

Leyendo hoy El Boomeran(g) me encontré con estos dos artículos de Jean Francois Fogel, El rehén del poder y Gustavo Arcos. Más facetas a esta joya de suceso que estamos viviendo: la posibilidad de una Cuba sin Fidel.

miércoles, 9 de agosto de 2006

¡Cuarenta, Isabelita!

Es un número serio, señora. Los entendidos, todos mayores de cuarenta, dicen que a esta edad las mujeres alcanzamos la plenitud. Ya lo irá demostrando usted. Si sacamos cuentas, nos conocemos desde mis dieciocho y sus veinticuatro por tanto esta amistad llega también a una respetable docena de años. Esto también habrá que celebrarlo.

Mi amiga anda por el mundo con otros nombres, para mi es Isabelita como yo soy Teresita para ella. Es un chiste interno que de tan viejo se volvió costumbre. Nuestra amistad comenzó en la universidad, cuando yo era una recién graduada y ella una mujer trabajadora que tenía dos cosas muy importantes: independencia y auto.

Isabelita es una mujer valiente, que no temió cambiar de carrera con varios años de avance porque descubrió otra vocación. (Caramba, ¡qué coincidencia!) Tiene una mente brillante, un humor ácido y una honestidad inmutable. Buena representante de Leo, tiene una melena felina, una dulzura controlada pero transparente, un carácter que puede llegar a la explosión sobre todo frente a lo injusto, lo irracional. (Es decir que no me gustaría ver noticieros a su lado…) Cuando eligió al Flaco como su compañero de vida me pareció la afortunada unión entre dos grandes corazones que se esfuerzan por no ser vulnerables. Sus dos maravillosos, brillantes, hijos son la confirmación de esa idea.

No es adepta a las demostraciones físicas de cariño pero lo demuestra con su presencia, su compañía. En las horas felices y las dolorosas, está. Tenemos muchísimas diferencias de opinión y sin embargo, nos encontramos en el medio, en algún lugar entre mi credulidad y su escepticismo, mi sentimentalismo y su practicidad.

Dices que no se te da lo cursi, ahora te toca, doña, aguantar esta edulcorada declaración de afecto. Te quiero, te admiro, te agradezco estos años de amistad, empezando por los años de “bohemia” y ahora con estos tiempos de bloggers, de nicks, de comments y de posts. Este “pos” va para “vos”.

miércoles, 2 de agosto de 2006

Sequía

La sequía de palabras nos ataca cuando y donde menos se espera. Frente a esta pantalla con su simulación de página en blanco, con sus reglitas de márgenes de alto y ancho. Frente a una ventanita de chat en que ya está todo dicho y no hay más o no se alcanza a decirlo y es lo mismo.

No queda más que iniciar el ejercicio de no escribir nada y dejar que al menos en la descripción de la aridez se avance algo la redacción y lleguemos a una extensión más o menos decente para que merezca ser publicada.

Aclaro que no se trata de escasez de temas, tengo varios, que no voy a comentar porque si los explico sería como estarlos escribiendo. Y, peor, mal escribiéndolos y eso, después, me va a dar coraje y sensación de desperdicio. Ya se conocen bien los efectos de la ira de los dioses, imaginen no más cómo serán las de las diosas. E insisto, me siento discapacitada del tendón que estira y afloja las palabras, que permite la selección ágil y afortunada de verbos, adjetivos, sustantivos para expresar las ideas, los giros, las intenciones.

La noche avanza y el cuerpo pide sueño. La noche avanza y la página en blanco exige texto. Me detengo, pienso y aventuro una conclusión: estoy viviendo una planicie. Una llanura de emociones, una calma de eventos, una rutinita cómoda, adormecedora, bienvenida. Un silencio.

Hago una pausa para cantar bajito la estrofa de la canción que escucho: “onda de mar donde flota este blues, tú u uuuu…” ,y me dejo llevar por la melodía, “tienes la culpa de este bolero que se ha adueñado de mi, tú u u uuu…”. Escucho, disfruto, y reparo en la frase que viene luego, “esta canción quiere estar donde estás tú”. Y es cierto. Tu ausencia en mi cama contribuye a estos efectos.

Sequía de palabras, melancolía, matizado con ataques sorpresivos de nostalgia, una amiga mía diría que estoy hormonal. Yo digo que estoy normal. Excepto por las palabras. Préstame algunas. O algún secreto para destapar el bloqueo.

sábado, 22 de julio de 2006

Por la Paz

Por la causa de la Paz, la diosa calla, que hablen los grandes...

Si hemos de lograr la paz en la tierra…nuestras lealtades deben trascender nuestra raza, nuestra tribu, nuestra clase y nuestra nación; y esto significa que debemos desarrollar una perspectiva mundial. Ningún individuo puede vivir solo, pero mientras sigamos intentándolo, más guerras tendremos. O aprendemos a vivir juntos como hermanos o pereceremos todos juntos como idiotas.
Martin Luther King, Jr., 1967.

No hay camino para la paz, la paz es el camino.
Mahtama Gandhi

Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz.
Albert Einstein

Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.
Antoine de Saint-Exupery

La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz.
Thomas Mann

Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.
Martin Luther King


¿Y nosotros qué hacemos?

En la aparente falta de poder que tenemos todos los que presenciamos la guerra, la destrucción, el dolor, el odio que hay en el mundo, lo único y mejor que puedo ofrecer en este momento es este ejercicio de oración para la compasión.

Que seas feliz.
Que te sientas amado.
Que todo tu sufrimiendo sea sanado.
Que tengas paz.

Se repite por alguien querido y cercano o alguien a quien de verdad deseamos amor y paz (los que están sufriendo en Líbano o Tungurahua); luego por alguien que nos es indiferente o anómino (la gente que vemos en la calle, que nos atiende en una oficina); y por último por alguien que nos ha hecho daño o por el que nos cuesta mucho pedir felicidad, amor y paz. (Alguien con las iniciales GWB, por ejemplo).

No tengo la cita exacta pero Gandhi dijo algo de "sé el cambio que quieres ver en el mundo". Yo elijo, con todo el esfuerzo diario y profundo que eso representa, el principio de la no violencia: no hacer daño, no responder a la violencia con más violencia, resistir con los argumentos de la paz y del amor. Si respondemos a estos hechos con rabia y odio no somos en nada diferentes a los que están actuando en los conflictos, tan solo estamos en un sitio lejano pero seríamos capaces de los mismos actos. Los muertos los ponen ambos lados, los muertos los ponemos las madres, padres, hijos, esposas del mundo.

El trabajo de la paz empieza conmigo. Acaso empieza con el perdón, pero siempre parte de reconocer que el otro es un ser humano igual a mi, con el mismo derecho y capacidad que yo, con circunstancias propias y distintas, con tanto derecho a su verdad (en términos de credo y cultura) como yo. Digno de amor, paz y alegría como yo.

Amor, Paz, Amen.

martes, 18 de julio de 2006

Hoy

Hoy cumplo 34 años. Si, ese pilo de años, no estoy envejeciendo me estoy añejando, son los mejores años y toda esa vaina. Vivo, respiro, aprendo, crezco, mejoro.

Hoy se termina un ciclo de festejos que comenzó el jueves pasado con una sesión de compras y café con las amigas queridas. Un lujo de veladas y un tesoro de mujeres, compinches, confidentes. Continuó el viernes con la visita a la Feria del Libro para ver, "live, from Malecón, ¡¡el boomeran(g)!!", personificado en el escritor peruano Santiago Roncagliolo. La vergonzosa crónica leala aquí. Y bueno, vergonzosa es un decir, ¡me la pasé bomba!! Y para demostrarlo tengo "Abril rojo" firmado como "un regalo de cumpleaños ensangrentado", cortesía de miss G (¡de guapísima!). El sábado fue para la reunion con amigos de siempre, incluidos dos llegados de la capital y uno encontrado hace un par de meses con la intercesión de otro que, a la distancia, festejó también "con unas ginebras". Como consecuencia del sábado, el domingo celebré toda la mañana con Morfeo, ayer fue un blur y llegamos hasta hoy.

Hoy, durante el desayuno, sonó el teléfono y me tomó dos segundos reconocer la voz de mi primo Harold, el "gordito ché" y su voz me llegó con el amor y los recuerdos de todos los queridos que viven y los que reposan bajo la tierra caliente de Cali.

Hoy en la oficina me aplicaron la tactica de "nadie la felicite para darle la sorpresa". Mis amigos de Ventas arruinaron el plan y me felicitaron antes de irse. Llegó la torta con un coro de gente que voy conociendo y queriendo, de a poco.

Hoy se cumplen tres meses de, siempre varía como le digo, la cirugía, el percance, la crisis, la pequeña despedida (o la despedida al pequeño)... el instante en que mi vida corrio peligro y que me dejó tantas cosas buenas.

Hoy la princesa me abrazó y besó y me dijo "feliz cumpleaños mamita", y yo respondí: "soy feliz porque te tengo a ti. Y a tu papi. Y no precisamente en ese orden".

Hoy celebro mi vida y agradezco a cada uno de los que la componen y acompañan. ¡Que viva yo!

jueves, 29 de junio de 2006

La vida (sensual) interrumpida

El baño es el momento sensual por excelencia. El cuerpo desnudo, el agua tibia que cae sobre la piel agradecida, el olor y la textura del champú y el jabón. Es el momento para volver a ser un cuerpo, una piel, una mujer.

Pero, oh, he aquí que llega la niña, la hija, la adorable/fastidiosa criatura que abre la cortina por el lado de la ducha, y empieza con la preguntadera, la pedidera, la jodedera. “Quiero un…”, “¿Qué haces, mami?”. La perfección del momento, la paz, el equilibrio se rompen con la nota discordante de una cuerda rota. “Cierra eso que te vas a mojar”, “Andate a tu cuarto a pintar”… el tono es gentil, a pesar del fastidio, el tono trata de ser dulce, fingido, de acuerdo, pero es suave, amable. Se va por un instante.

¿Dónde estaba? Ah, claro, escribiendo un texto en mi mente, pensando en nada, sintiendo la conexión con el cuerpo que durante todo el día es instrumento y en este instante es objeto.

No dura. Ella vuelve a la carga, “mira lo que dibujé, es mi papi”, intento mirar a través de la parte transparente de la doble cortina, de verdad que miro bien el dibujo en lápiz: cabeza chiquitita, brazos largotes, cuerpo también alargado pero más grueso que los brazos. Me gusta, se lo digo y le sugiero, con la obvia intención de ganar tiempo, “ahora dibújate a ti”. (Traducción, sal de aquí el tiempo suficiente para que termine de bañarme). Desaparece de la cortina, pero se queda dentro del baño, decidió que es más corta la distancia y está haciendo el dibujo sugerido en el piso.

La magia se ha roto, no como un vaso que cae y se rompe en mil pedazos, más bien tiene una cuarteadura ligera, una rayita apenas. El placer va a ser reemplazado poco a poco por la incomodidad primero, el fastidio después hasta terminar en la ira.

Las interrupciones continúan, el tono que era gentil empieza poco a poco a ser el grito. “Sal del baño por favor, hijita”, “Me estoy bañando no puedo ver lo que haces”, “Espera que salga y te paso lo que quieres”. Mientras, pienso: “por esto es que no me baño cuando estamos solas en la casa”, “la próxima cierro y con seguro”, “por qué diablos…”. Reconsidero incluso mi principio anti niñera, entiendo que hay una sabiduría detrás de la sustitución de la madre en los momentos vacíos, como este. Vamos, no es que porque no le paré bola mientras hacía uno más de las decenas de dibujos que hace al día, va a tener una cicatriz emocional el resto de su vida. Bueno, quizá si la tenga cuando le diga “¡lárgate, me tienes harta, no te quiero ver!”, que es lo que auténticamente quisiera gritarle. Y luego azotarle la puerta en la cara. Pero esa es una fantasía no más… ¡espero!

Se jodió todo, la vida sensual ha sido interrumpida. Los hijos lo invaden todo, lo ocupan todo, tienen un radar que detecta los momentos en que sus madres vierten su atención a otra materia que no sean ellos, ¡¡el Dios los libre que sea la propia madre!! Luego los maridos se quejan cuando llegan y uno está hecha una furia, o vacía de algo que se parezca a la sensualidad, desgastada, con ganas únicamente de recuperar el ser. A solas. (Acaso a solas con ellos, pero lejos de la descendencia, ¡bien lejos!!)

domingo, 18 de junio de 2006

Padres

"On behalf of every man
Looking out for every girl
You are the god and the weight of her world

So fathers, be good to your daughters
Daughters will love like you do
Girls become lovers who turn into mothers
So mothers, be good to your daughters too".

Daughters, John Mayer

Nunca supe bien qué mismo es un padre. Corrijo: por seis años tuve el calor y la presencia de un abuelo maravilloso, bueno como las mañanas soleadas, corazón de oro, cejas pobladísimas, piel canela. Estamos los dos en las fotos, prendidos el uno de la otra, y estamos en los pocos pero nítidos recuerdos que tengo de ese hombre magnífico que tanto amor dio a los suyos, el “papi César”. Tras su partida, el rol de padre lo ejercieron las mujeres de mi familia. Así que la dimensión de la figura del padre se me escapaba de los conceptos. Hasta que tuve uno aquí en casa. Y me maravillo cada día ante el cuadro de amor, dedicación y conexión que existe entre un padre y su hija. Pienso en otros padres y creo que debo corregir de nuevo: entre este padre y nuestra hija.

Un día de octubre, el que sucesiva y simultáneamete ha sido mi amigo, mi novio y mi esposo se convirtió además en el padre de la princesa, el que recibe un “papiiiiito, llegaste” con abrazo y beso en la puerta, el de las discusiones del tipo “no-yo-te-adoro-más”, el que es un padrazo, en todos los aspectos. Es el compinche, el acolitador, el que salta al primer llanto, el que carga a la muchachita que necesita del abrazo para dormirse, (si, también el que tiene la espalda partida por ese motivo), el que se pone bravísimo y le da por ordenar agresivamente todo el desorden que una tarde en casa deja por el piso de toda la casa, cuando a la nena se le ocurre vaciar sus cajones porque sirven mejor como cunas para los muñecos.

La primera foto de ellos dos juntos lo debió anticipar todo, está él embelesado ante el trozo de vida que sostiene entre sus manos, la mirada de ambos fija en sus ojos. Se habían enamorado en ese instante. Sin embargo, lo que vino después ha sido mucho más de lo que esa imagen sugiere. Nada se compara con enamorarse de nuevo del hombre que se ama cuando se redescubre su capacidad de amar, esta vez en el rol de padre.

Nunca supe bien qué mismo es un padre, pero la vida me dio la oportunidad de conocer al mejor de todos y, mejor aún, de que sea mi hija la que disfrute de ese amor absoluto, incondicional, generoso. Doy gracias cada día por ese regalo y me siento honrada por estar aquí para presenciar y compartir cada momento de tu paternidad, contigo. Porque eres el padre que yo hubiera querido tener y me recuerdas tanto al que tuve en la primera infancia, que me marcó con el amor y la bondad, que me protegió de esa huella de abandono que el otro, el biológico, eligió. Y supongo que ha sido el recuerdo de esa bondad lo que me llevó a amarte a ti, por tu corazón de oro. He tenido padres maravillosos en mi vida: César, Bernie, Carlos, y tú.


jueves, 15 de junio de 2006

Músicos locos y un escritor barbón, ¡gran receta!


El estimadisimo y super sexy autor del (ahora extinto) blog "Mas allá de libros", antes conocido como Mean Mr. Mustard, ahora conocido con su nombre y sus dos apellidos, el grande, el único, Eduardo Varas Carvajal, estará la próxima semana en Radio 04.

No se lo pierdan, el Varas con su afición de coleccionar música rara y anécdotas de sus autores ha escogigo centrar su programa en los músicos locos. (Algunos clínicamente locos, de miedo...) (Alguna afinidad tendrá con el tema, vaya usted a saber...).

Declaración

La abajo firmante, Palas Atenea, alter ego de una ciudadana ecuatoriana, declara en este espacio que se ha sentido absolutamente orgullosa del equipo de fútbol que representa a su país en el Campeonato Mundial Alemania 2006.

Aclara que no es una fanática del deporte, que no ha seguido los pasos de la antedicha selección, que no vio el primer partido, apenas los goles. Pero ESTE partido con Costa Rica lo vio de cabo a rabo y lo gozó, y se maravilló de ver la extraordinaria actitud deportiva, comprometida, profesional, madura de sus jugadores.

Todos los respetos y toda la gloria a ese combinado de hombres, en su mayoría, representantes de una minoría discriminada, y al director técnico, sobrio, enfocado, cauto.

Mención especial a Jaime Iván Kaviedes por haber perseguido ese tercer gol con el afán de llevar la presencia de Otelino Tenorio, su amigo, a la cancha alemana. Y a la alegría profunda, espontánea, el brillo en los ojos, la sonrisa amplia de Agustín Delgado, invaluable.

Este equipo ha hecho Historia futbolística. Declaro que estoy feliz, contagiada de la euforia y conciente de que esto cambia, ante todo, el imaginario ecuatoriano. LOSERS NO MORE!!

miércoles, 24 de mayo de 2006

Llega un día, amigo…

…en que se deben cerrar las puertas del pasado, en que uno se encuentra, en la calle, despojado, aturdido, despellejado.

Llega un día, maestro, en que los episodios no van más, las escenas llegan a un silencioso final, en que lo vivido duele más que lo soñado.

Llega un día, colega, en que te sientes desolado como la cucaracha que sobrevivió al holocausto y a tu alrededor encuentras hogares y hombros que esperan una palabra tuya para recibirte.

Llega un día, hermano, y, ¡carajo, resulta ser ese mismo día! en que, sin saberlo aún, sin sentirlo siquiera, de la tierra que hoy abonan tus lágrimas germina la vida.

martes, 16 de mayo de 2006

Fracasé como rubia

Inició como una broma, se convirtió en un experimento. A inicios de año, pasé un mes con el pelo pintado de rubio. No era un platinado Barbie, era apenas un amarillo coloradón, años de tinte rojo no se quitan así no más. Me quedo pelirroja, fracasé como rubia...

Me pinté el cabello pero no adopté las mañas, los gestos, las gracias de una rubia. No dejé de leer literatura, no me exhibí con escotes y minifaldas, no frecuenté los bares para exhibir mi dorada cabellera y mi bronceado. No adopté la actitud fashion, cándida, bobalicona. Ni siquiera me percaté si capté nuevas miradas.

No se confunda el lector, tampoco es que me luciera tan mal. El pelo más claro conjuga bien con mi piel blanca y mis ojos verdes. El hecho es que no me gustaba, por eso no interpreté el papel de corazón. Jamás quise ser rubia. Se me hacía tan común, tan de seguir el molde. Rechazo el estereotipo de Barbie, aunque admiro a Marilyn y a Madonna. Fue la propia miss Monroe, que no tenía un pelo de tonta, la que dijo: “Hay sólo una especie de rubios naturales en la tierra - albinos”. No me dan ni el carácter ni el interés para ser una “bimbo”: la rubia tonta, escultural, superficial, vanidosa, adorno de brazo, mujer trofeo. Además, seamos realistas, ¿cuántas doradas cabelleras habría si la L’oreal y afines quebraran?

Resultado del experimento: no pasó nada. No me volví una fría dama que mira el universo de la nariz para abajo y que se rehúsa a embarrarse con las minucias de este mundo en el que se suda, se grita, se peca, se cometen errores. Con mi moño a lo Eva Perón no me sentí un regalo de Dios para los mortales, ni me bajó el tono de voz al nivel del susurro orgásmico de Marilyn. El cabello dorado no me confirió, ni siquiera en la privacidad de mi alcoba, la categoría de diosa del sexo que se adjudicaron en su momento rubias míticas como Brigitte Bardot, Pamela Anderson, o las noviecitas de Heffner. No me fue concedida el aura refinada de una Grace Kelly o una Gwyneth Paltrow.

Lo cierto es que viví ese mes mirando extrañada a la imagen del espejo. El efecto que se consigue con alrededor de una hora de químicos que primero decoloran, es decir, retiran el color del cabello y luego tiñen no alcanza para programarla a una para la propia reacción. Al poco tiempo vinieron las horribles raíces, esas que gritan al público: “no soy natural y no tengo ni la plata ni el interés para repintarme este espacio oscuro”.

Curiosamente la que estaba fascinada fue la princesa, rubia natural invicta a sus tres años. Resultó cierto que los niños prestan atención a lo que una dice: a los pocos días de escucharme repetir “no me gusta ser rubia”, ella empezó a decir que no le gustaba el rubio. Cambio inmediato de estrategia: “¡mira que lindo, las dos somos rubias!”. Ya aprendió que el pelo puede cambiar de color con algo, que a su entender, no es más que un champú. Ya me pidió que vuelva a ser rubia. Lo lamento, pero ese es un deseo que no le voy a cumplir. ¡La rubia murió, viva la pelirroja!

¡Escuche a la diosa!

Phantom, el blogger/productor de Radio 04 tuvo la gentileza de invitarme a aparecer en uno de los programas de su "mes de las mamacitas", que bautizamos como "Mi vida con ellos". La transmisión será este jueves 18 a las 21h00, vean aquí el anuncio con la explicación del caso.

miércoles, 10 de mayo de 2006

¿Símbolo de qué?

Me fascinan los rituales, esas convenciones vacías de sentido que pueblan los eventos que incluyen programa, orden del día, discursos de presentación, exaltación y agradecimiento, ah, y el infaltable momento artístico. El sábado anterior presencié, divertidísima, la ¿cómo se dice? ¿Presentación? ¿Nombramiento? ¿Proclamación? de mi tía abuela, doña R., como Madre Símbolo de la sede social de los bolivarenses Y de la asociación de santiagueños residentes en Guayaquil. Santiagueños porque nacieron en Santiago, provincia de Bolívar, Ecuador, nada que ver con la capital del Sur.

El salón es de una estética extraña, ubicado en el primer piso de una edificación un tanto amorfa de una ciudadela del norte. El techo es de doble alto para albergar un mezanine, acaso la idea de una sala vip o un privado, o, como dijo Pelo, la ubicación ideal para que una novia lance el ramo.

Llegamos tarde, muy informales para los caballeros de terno y las damas de traje de noche, y encontramos a la familia en pleno ya acomodada. Son muchos parientes que saludar y le dedicamos su momento a cada uno. Sabemos que no habrá luego ocasión de conversar o compartir. Estaremos presentes en el acto solemne y huiremos inmediatamente después.

La tía R. está elegante con un sencillo vestido negro, discretos collar y aretes. Ella es una mujer que perdió su feminidad en el camino de la vida, aunque no ha perdido su sentido protector, ese que la lleva a ser la primera en el lecho de todos los enfermos de la familia, con su experiencia de enfermera y su ánimo práctico que a todos nos calma y hace sentir seguros. Pero esta noche está hermosa, acaso con el rubor ese que da ser el inesperado y no deseado centro de la atención de la noche, y sin embargo, con esa actitud de digna aceptación de un honor.

Esta noche ella es la “Madre Símbolo”, ¿qué diablos es eso? ¿Qué necesidad hay de esa designación?

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Esta mañana, como casi todas, pienso en la patética experiencia de vergüenza y perdón que supone ser madre. Vergüenza con la madre propia por haberle hecho la vida de cuadritos, tal como, ahora se la hace a una esa adorable criatura de tres años y medio que pulula por todos los espacios de la vida. (TODOS). Perdón porque a cada paso hay que andarse perdonando a una misma los exabruptos que a ratos provoca esta relación tan intensa, tan agotadora, tan… maternal.

Pienso también en mis amigas, las que son madres, y cómo nos acompañamos en este camino de dudas, cansancio, descubrimientos y prueba de los propios valores, fortaleza y conocimientos. Ya sea que se trate de Rebecca que ha celebrado recién la primera comunión de su Nico y su Sebastián apenas ha comenzado la carrera escolar, o de la Nena batallando para que Miguel y Diego, aún bebés, se duerman de corrido toda la noche.

Casi todos los días tengo dos momentos: uno en el que adoro ser madre y otro en el que preferiría ser “la tía”, no esta suerte de bruja que tiene que poner límites, que canta todo el día el “no” como un mantra de fe, y arruinar la diversión de saltar en la cama o comerse todos los dulces o “por esta vez” no lavarnos los dientes. Sé que no estoy sola y por lo tanto, vuelvo a la compasión por nuestras madres que fueron “chicas” como nosotras y que seguramente habrán querido también hablar un rato por teléfono sin interrupciones, sentarse a ver una película sin estar trayendo agua y galletas y sin llevar a nadie al baño a hacer pipí.

En el mismo instante en que un espermatozoide consigue traspasar la membrana de un óvulo, muere en silencio algo trascendental: la libertad de la madre. No cambiamos nada por un beso pegajoso y un “te quiero mami”, tan solo nos da UNA nostalgia… No hace falta preguntarle a Karyna, que se queja porque su Bruno siempre se le sale de los esquemas, o a Adriana, que salta ante la menor oportunidad de salir de su casa, tras dos meses de flamante romance con el bebé Santiago.

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El programa de la Madre Símbolo Bolivarense lo tiene todo: la semblanza de la homenajeada, (leída como una sucesión de hechos y datos, sin emoción alguna, precisamente por un pariente cercano). El discurso inflamado de un veterano que horas mas tarde demostraría su soltura en la pista de baile para los pasodobles. (“La gramática de mi alma” es su frase destacada). Un poema que habla de la necesidad de dar amor a la madrecita “mientras aún estoy viva, no cuando me haya ido”.

Pero lo más surrealista, enloquecedor, desternillante son las presentaciones infantiles. Alguien me puede explicar, que yo no lo entiendo, qué mecanismos oscuros hacen que, en primer lugar, una madre enseñe a sus tres, si, tres, pequeños hijos a declamar como políticos de tarima, los viste de señores con terno y corbata o al menos chaqueta sport, y los lanza al ruedo y de paso llora con la dedicatoria de cada niño. Lo mejor fue el hijo menor que mascullaba una serie ininteligible de sílabas que casi siempre terminaban en un “mamá”.

También estuvieron las niñas cantantes, soy mala para las estimaciones de edad, pero digamos que la mayor tenía siete y la menor cinco. Vestidas de pantalón y top de jean, botas y sombrero vaquero. Las hermanitas Whatevah interpretaron para el respetable una canción y un baile. La canción era una ranchera en que la mayor desafinaba y la menor gritaba. El baile, y he aquí la explicación para el sombrero vaquero, fue de la novela Pasión de Gavilanes, un saltadito estilo square dance que el público acompañó ¡con las palmas! La princesa se esforzaba por alcanzar a ver esta destilada demostración del kitsch en su más alto grado de pureza. Algo vio, pero lo mejor fue la mirada que dirigió a las niñas, cuando caminaban de vuelta a los brazos de su orgullosa madre, en la que yo interpreté algo así como un “What the fuck???!!”.

La velada mejoró con la intervención de una abogada rubia oxigenada, que llevó diligente su pista al DJ en una funda de De Prati, que para qué, cantó bastante decente, no desafinó, no cambió las letras, no gritó. Se mandó esos clásicos de los días de las madrecitas: “algo se me fue contigo, madre”, y esa de “yo le pido a Dios rezando que mi mama no se mueraaaa”. Yo le pedía la mía que me lleve, en ese instante. O que al menos su fantasma viniera a sentarse conmigo para criticar y reírnos (como acostumbrábamos) de todo este circo gratuito. Y si algo se me fue contigo, madre, fue la cómplice ideal para esos preciados momentos en que hay que lanzarse el comentario irónico para no perder la cordura. Y aguantar la risa, por caridad, porque en ese salón había mucha gente que se lo estaba tomando en serio.

Al salir, vimos llegar los mariachis…

martes, 2 de mayo de 2006

Vuelvo a mi cauce

Las lluvias cesaron, la tierra reverdece, se apaciguan los ríos desbordados de emociones y descansan las lagunas profundas como espejos de aguas claras. Vuelvo lentamente a la vida cotidiana desde el dolor sublimado, regado con el inmenso amor recibido. Lo perdido se trasmutó en lecciones aprendidas, en una experiencia iluminada. Agradezco desde todas mis vidas, a todos mis afectos. Vivo, crezco, tengo a mis queridos al alcance de un latido y eso es lo que importa.

domingo, 16 de abril de 2006

El camino a la resurrección

El viernes pasado después del atardecer pasó por mi ventana una procesión que jamás había visto antes: el traslado del cuerpo de Cristo al Santo Sepulcro. Era una procesión fúnebre, con la imagen envuelta en una tela blanca, una vigilia con velas. No era tan numerosa como las que tuvieron lugar durante la tarde, en conmemoración de la crucifixión. Fueron menos los que se quedaron para bajarlo de la cruz, para amortajarlo, para llorarlo y depositarlo en la que pensaban, era su última morada. Luego vino el silencio, el dolor, el temor al futuro. Pero ocurrió el milagro, se rompieron las puertas de la muerte y el hombre-dios se reveló en toda su grandeza y poder, al punto de vencer la muerte física.

Hoy es domingo de Pascua de Resurrección y siento que comienza para mi una nueva vida, impuesta a la fuerza, con dolor físico, con malestar corporal. El dolor purifica, como el fuego que sublima al metal. No entraré en detalles, basta con decir que estuve enferma toda la semana y que aún estoy en una condición precaria. Pero he ganado en conciencia, en enfrentar algunas cosas que la negación me impedía, ante el fuego de un dolor intenso caen los velos y se iluminan las sombras.

Tengo que emprender un camino de cambio psicológico y espiritual. No puedo seguir jugando a vivir en el gris, en el tibio, en el cómodo. Tengo que aprender a vivir menos en el egoísmo y más en la entrega total, menos en la pereza y más en el trabajo, menos en la autocomplacencia y más en el sacrificio. Es hora, es tiempo, es urgente. La vida que está y la vida que llega así me lo exige.

miércoles, 22 de marzo de 2006

Vida

La Vida, que no entiende de excusas razonables ni dolores ni miedos, nos ha escogido nuevamente para ser su vehículo de llegada a este mundo. Nacerá en Noviembre.

Esa misma Vida, que escoge a la perfección sus tiempos y sus espacios, nos llevará a los cuatro de la mano, cargados de bendiciones, rodeados de afecto. Porque nos lo hemos ganado. Porque tú, pequeño saco de células, ya sabes que en esta casa se viven amores y risas, cosquillas y cosas ricas. Porque, entre sueños, tu hermana mayor te habrá contado lo bien que se la pasa conmigo, aunque a veces sea una cascarrabias, y lo divertido y bondadoso que es tu padre, aunque a ratos le dé por hacerse el estricto.

Decreto desde ahora que este ser tendrá una gestación y, sobre todo, una primera infancia plácida, monótona, previsible; no el circo de tres pistas que tuvo la princesa en su primer año… (y sobrevivimos). Este será un paseo, como esa segunda vez que te subes a la montaña rusa (que lo es). Anuncio que me pondré caprichosa e insoportable, como se supone que sean las embarazadas, no porque se me dé así el asunto, sino por pura aprovechada.

miércoles, 15 de marzo de 2006

Más de cien palabras...

Los que tenemos miedo y lo asumimos con eso que dicen que se llama valentía sabemos que la vida es difícil, jodida, compleja. Que la infancia dura un suspiro, la adolescencia es un grito y la experiencia llega con la adultez un poco demasiado tarde y por demasiado tiempo.

Pero por eso creemos, seguimos, sonreímos, cantamos, creamos, vivimos, amamos, soñamos, conversamos, abrazamos. Por eso creamos lazos que duran toda la vida aunque sepamos que aquella, la vida, no tiene garantía y peor aún, tiene fecha de expiración desconocida.

Pero insistimos y nos creemos el cuento de la permanencia aunque vivamos el día a día con el corazón listo para la despedida, luchando contra la soberbia de sentir que viviremos para siempre y peor, que el cuerpo siempre será tan joven como nos sentimos. Aspiramos, eso así, a que al menos alguien nos recuerde, con algún detalle, alguna frase, algún gesto, una comida, un lugar, una fotografía.

Por eso tenemos hijos y nacemos de nuevo a la novedad de la vida, a las manos pequeñitas, a las uñas diminutas sorprendentemente perfectas, el cuerpo frágil, las impresiones en blanco, los ojos abiertos a absorber el mundo entero y sus significados. Y les pasamos a ellos el mundo de las ilusiones, las hadas madrinas, los duendes, el reino del nuncajamás, las zapatillas de rubí, los ángeles guardianes, los dioses.

Les damos una patria, un equipo de fútbol, una ciudad, unos prejuicios, unas mañas, unas costumbres extrañas. Con ellos nos peleamos, nos enfrentamos en esa dinámica de la educación y la formación, y hacemos de tripas corazón cuando llega la hora de reprenderlos o castigarlos porque, ha sido cierto, a uno le duele más que a ellos.

Y un día cualquiera, digamos un lunes 13 de marzo, nos nace uno nuevo. Uno que es nuestro, uno que es pariente. Y se presencia con tanto asombro como compasión (la que les espera, chicos, ustedes nunca se lo imaginaron) cómo se forma en un instante una familia. Bienvenido al mundo, Santiago. Gracias por venir, estamos aquí para acompañarte.

“Más de cien palabras/ más de cien motivos/ para no cortarse, de un tajo, las venas/ más de cien pupilas donde vernos, vivos/ más de cien mentiras/ que valen la pena”.
Más de cien mentiras, Joaquín Sabina

Guía iniciática

De acuerdo al profeta Ludovico, y con la posta de la señorita Paulette, cumplo con la encomienda de elaborar esta lista de los libros, películas y discos que, cito al maestro, “son las más importantes para definir mi vida y mi mundo”.

Top of mind, porque no tengo ganas de rebuscar tanto y porque no ando en ánimo antológico ni explicativo. Si no conocen algún nombre, existe un bonito site llamado Google. Úsenlo, conjuguen el novísimo verbo: googlear.

Libros
El Principito, Señor Dios, soy Anna, Amor en los tiempos del cólera, El maestro y Margarita, Como agua para chocolate, El alquimista, Brida, Ensayo sobre la ceguera, Casi un objeto, El Evangelio según Jesucristo, Historias de cronopios y de famas, Rayuela

Películas
When Harry met Sally, Thelma y Louise, West Side Story, Amelie, Todas las de Tin Tan, Casablanca, Sound of music, Cualquiera de Mel Brooks.

Discos
Signos, The Joshua Tree, Cualquiera de Frank Sinatra y Les Luthiers, Mentiras Piadosas, Alevosía

Añado una categoría:

Series de Televisión
(Porque si, porque soy niña televisiva)
Plaza Sésamo y el Show de los Muppets, X-Files, Star Trek: The next generation (Kirk sucks, Piccard rules!), Mad about you, Seinfeld, Gilmore Girls, The Sopranos, Queer as Folk.

Cumplido, doña, no joda más. NO paso la posta porque, pues, ¡qué joda! Si a alguien le gusta el concepto, aprópiese no más.

miércoles, 8 de marzo de 2006

Otilia se fue

Otilia con 102 años, el pelo blanco, la piel morena arrugada, los dedos nudosos entrelazados, los ojos cerrados para siempre, reposa en su ataúd en una improvisada velación en su muy humilde casa. El ambiente es todo gris: gris del piso de cemento pulido, gris de las paredes de ladrillos cubiertos del polvo de los años, gris del color que está pintada su casa de dos pisos en el suburbio de Guayaquil, gris de la caja, las lámparas, las bases, todo el equipo fúnebre.

Su esposo, Daniel, está sentado a un lado de la capilla ardiente, creo que así se llama a esta exhibición necrófila, este acercamiento al rostro de la muerte. Juntos por 66 años, él cuenta ahora con 86. Se casaron por la iglesia un 6 de enero de 2001, entonces, escribí sobre aquella muestra de unión de parte de los dos y de devoción de parte de ella. Muchas cosas cambiaron en estos cinco años.

No puedo escapar a la tristeza de contemplar ese rostro querido, ahora sin vida. Sentada en esa sala, empiezo a ver su fantasma en todos los recuerdos que el lugar me evoca, y siento en ese instante su ausencia. Otilia ya no está. No estará esa cabecita blanca asomada en la ventana, no probaré de nuevo sus “cocadas” de zanahoria… y lamento no haber aprendido la receta.

La vida de Otilia fue una vida sencilla, acaso pequeña. No dirigió grandes empresas, no salvó vidas, ni tuvo descendencia. Pero fue un icono de su vecindario desde sus años de tendera al lado de su marido, un referente de una comunidad que asistió silenciosa a su despedida. Era una mujer luminosa, de gran sonrisa, de optimismo inagotable. Vivió y murió en la pobreza pero una pobreza digna, sin lamentos ni resentimientos.

Por sus 100 años de vida, en agosto de 2003, hubo una gran fiesta organizada por la gente del barrio y de la cercana parroquia de Domingo Savio. Hubo misa, flores, lagarteros, tortas, comida, con la abundancia que nace de la generosidad de los que tienen poco y comparten mucho. No hubo familia de sangre en esa fiesta, pero estaba presente una gran familia de los afectos sembrados en una larga vida.

Cuando mueren los mayores que nos conocen literalmente de toda la vida, una parte de nuestra infancia también muere, porque se desvanece el recuerdo, la imagen en sus retinas de nuestros primeros pasos, de nuestras familias, de nuestro paso por la vida. Con Otilia se va no solo mi infancia sino también la de mi madre y la juventud y la lucha de mis abuelos, sus vecinos y amigos.

Fue una agonía larga, un proceso lento producto de la vejez y no de la enfermedad. A veces, simplemente el cuerpo agotado y gastado, ya no sirve más para contenernos el espíritu. Otilia se fue y Daniel se quedó solo. Bien dicen que todas las historias de amor tienen un final triste.

Los lectores de este blog desde el inicio saben que no creo en este cuento del día de la mujer, pueden leerlo aquí pero no dejo de apreciar la coincidencia de escribir justo hoy sobre una mujer. Les recomiendo mucho, sin embargo, el editorial de hoy de Nelsa Curbelo en El Universo. Nota curiosa: el 22 de febrero pasado cumplió un año este blog, no lo recordé pero el post de ese día fue festivo, también por coincidencia.

jueves, 2 de marzo de 2006

Mi amigo imaginario

Tengo un amigo ni tan oculto, ni tan secreto. Querido entre los más queridos, grande en más de un sentido. Un amigo al que veo poco pero quiero mucho. Con él me une una afinidad, una identidad, una empatía. Hombre genial, hombre cálido, hombre único. Su presencia en mi vida la enriquece de muchas maneras, con su inteligencia, su experiencia de vida, su manera de sentir, su forma de pensar.

Si no fueras tan guapo, querido, te diría que te veo como al hermano que no he tenido. Me has extendido tu mano y tus ideas, has soportado mis frontales interpelaciones a los actos de tu vida pública. Me cuentas entre tus primeras militantes, desde aquella rueda de prensa en que me acerqué a pedirte fechas, hechos, no palabras. Yo mantuve por años, la distancia que el periodismo me imponía. Una vez terminada esa etapa cayeron todas las barreras y la amistad se tornó en entrañable. Tengo mucha fe en ti y en lo que el aporte de tu carisma le puede dar a este paisito que tanto queremos.

Tu llamada de hoy me dejó con el corazón volteado, con esa sensación agridulce de susto y gratitud por lo que pudo pasar y no pasó, y aún así, totalmente conmovida por la experiencia que pasaste, junto a nuestros dos queridos amigos, el mago y la bruja, fieles compañeros. No sé, me recordó esta urgencia, esta alerta, este no dejar pasar el abrazo ni la sonrisa, no dejar que la distancia entre nuestros legendarios almuerzos sea tan amplia que nos perdamos, incluso de todo. Me dio también esta necesidad de decirte, así, públicamente y con el perdón y el permiso de mi esposo, cuánto te quiero y cuánto me (nos) honra merecer tu amistad. Estas son mis flores para ti, querido.