jueves, 29 de junio de 2006

La vida (sensual) interrumpida

El baño es el momento sensual por excelencia. El cuerpo desnudo, el agua tibia que cae sobre la piel agradecida, el olor y la textura del champú y el jabón. Es el momento para volver a ser un cuerpo, una piel, una mujer.

Pero, oh, he aquí que llega la niña, la hija, la adorable/fastidiosa criatura que abre la cortina por el lado de la ducha, y empieza con la preguntadera, la pedidera, la jodedera. “Quiero un…”, “¿Qué haces, mami?”. La perfección del momento, la paz, el equilibrio se rompen con la nota discordante de una cuerda rota. “Cierra eso que te vas a mojar”, “Andate a tu cuarto a pintar”… el tono es gentil, a pesar del fastidio, el tono trata de ser dulce, fingido, de acuerdo, pero es suave, amable. Se va por un instante.

¿Dónde estaba? Ah, claro, escribiendo un texto en mi mente, pensando en nada, sintiendo la conexión con el cuerpo que durante todo el día es instrumento y en este instante es objeto.

No dura. Ella vuelve a la carga, “mira lo que dibujé, es mi papi”, intento mirar a través de la parte transparente de la doble cortina, de verdad que miro bien el dibujo en lápiz: cabeza chiquitita, brazos largotes, cuerpo también alargado pero más grueso que los brazos. Me gusta, se lo digo y le sugiero, con la obvia intención de ganar tiempo, “ahora dibújate a ti”. (Traducción, sal de aquí el tiempo suficiente para que termine de bañarme). Desaparece de la cortina, pero se queda dentro del baño, decidió que es más corta la distancia y está haciendo el dibujo sugerido en el piso.

La magia se ha roto, no como un vaso que cae y se rompe en mil pedazos, más bien tiene una cuarteadura ligera, una rayita apenas. El placer va a ser reemplazado poco a poco por la incomodidad primero, el fastidio después hasta terminar en la ira.

Las interrupciones continúan, el tono que era gentil empieza poco a poco a ser el grito. “Sal del baño por favor, hijita”, “Me estoy bañando no puedo ver lo que haces”, “Espera que salga y te paso lo que quieres”. Mientras, pienso: “por esto es que no me baño cuando estamos solas en la casa”, “la próxima cierro y con seguro”, “por qué diablos…”. Reconsidero incluso mi principio anti niñera, entiendo que hay una sabiduría detrás de la sustitución de la madre en los momentos vacíos, como este. Vamos, no es que porque no le paré bola mientras hacía uno más de las decenas de dibujos que hace al día, va a tener una cicatriz emocional el resto de su vida. Bueno, quizá si la tenga cuando le diga “¡lárgate, me tienes harta, no te quiero ver!”, que es lo que auténticamente quisiera gritarle. Y luego azotarle la puerta en la cara. Pero esa es una fantasía no más… ¡espero!

Se jodió todo, la vida sensual ha sido interrumpida. Los hijos lo invaden todo, lo ocupan todo, tienen un radar que detecta los momentos en que sus madres vierten su atención a otra materia que no sean ellos, ¡¡el Dios los libre que sea la propia madre!! Luego los maridos se quejan cuando llegan y uno está hecha una furia, o vacía de algo que se parezca a la sensualidad, desgastada, con ganas únicamente de recuperar el ser. A solas. (Acaso a solas con ellos, pero lejos de la descendencia, ¡bien lejos!!)

domingo, 18 de junio de 2006

Padres

"On behalf of every man
Looking out for every girl
You are the god and the weight of her world

So fathers, be good to your daughters
Daughters will love like you do
Girls become lovers who turn into mothers
So mothers, be good to your daughters too".

Daughters, John Mayer

Nunca supe bien qué mismo es un padre. Corrijo: por seis años tuve el calor y la presencia de un abuelo maravilloso, bueno como las mañanas soleadas, corazón de oro, cejas pobladísimas, piel canela. Estamos los dos en las fotos, prendidos el uno de la otra, y estamos en los pocos pero nítidos recuerdos que tengo de ese hombre magnífico que tanto amor dio a los suyos, el “papi César”. Tras su partida, el rol de padre lo ejercieron las mujeres de mi familia. Así que la dimensión de la figura del padre se me escapaba de los conceptos. Hasta que tuve uno aquí en casa. Y me maravillo cada día ante el cuadro de amor, dedicación y conexión que existe entre un padre y su hija. Pienso en otros padres y creo que debo corregir de nuevo: entre este padre y nuestra hija.

Un día de octubre, el que sucesiva y simultáneamete ha sido mi amigo, mi novio y mi esposo se convirtió además en el padre de la princesa, el que recibe un “papiiiiito, llegaste” con abrazo y beso en la puerta, el de las discusiones del tipo “no-yo-te-adoro-más”, el que es un padrazo, en todos los aspectos. Es el compinche, el acolitador, el que salta al primer llanto, el que carga a la muchachita que necesita del abrazo para dormirse, (si, también el que tiene la espalda partida por ese motivo), el que se pone bravísimo y le da por ordenar agresivamente todo el desorden que una tarde en casa deja por el piso de toda la casa, cuando a la nena se le ocurre vaciar sus cajones porque sirven mejor como cunas para los muñecos.

La primera foto de ellos dos juntos lo debió anticipar todo, está él embelesado ante el trozo de vida que sostiene entre sus manos, la mirada de ambos fija en sus ojos. Se habían enamorado en ese instante. Sin embargo, lo que vino después ha sido mucho más de lo que esa imagen sugiere. Nada se compara con enamorarse de nuevo del hombre que se ama cuando se redescubre su capacidad de amar, esta vez en el rol de padre.

Nunca supe bien qué mismo es un padre, pero la vida me dio la oportunidad de conocer al mejor de todos y, mejor aún, de que sea mi hija la que disfrute de ese amor absoluto, incondicional, generoso. Doy gracias cada día por ese regalo y me siento honrada por estar aquí para presenciar y compartir cada momento de tu paternidad, contigo. Porque eres el padre que yo hubiera querido tener y me recuerdas tanto al que tuve en la primera infancia, que me marcó con el amor y la bondad, que me protegió de esa huella de abandono que el otro, el biológico, eligió. Y supongo que ha sido el recuerdo de esa bondad lo que me llevó a amarte a ti, por tu corazón de oro. He tenido padres maravillosos en mi vida: César, Bernie, Carlos, y tú.


jueves, 15 de junio de 2006

Músicos locos y un escritor barbón, ¡gran receta!


El estimadisimo y super sexy autor del (ahora extinto) blog "Mas allá de libros", antes conocido como Mean Mr. Mustard, ahora conocido con su nombre y sus dos apellidos, el grande, el único, Eduardo Varas Carvajal, estará la próxima semana en Radio 04.

No se lo pierdan, el Varas con su afición de coleccionar música rara y anécdotas de sus autores ha escogigo centrar su programa en los músicos locos. (Algunos clínicamente locos, de miedo...) (Alguna afinidad tendrá con el tema, vaya usted a saber...).

Declaración

La abajo firmante, Palas Atenea, alter ego de una ciudadana ecuatoriana, declara en este espacio que se ha sentido absolutamente orgullosa del equipo de fútbol que representa a su país en el Campeonato Mundial Alemania 2006.

Aclara que no es una fanática del deporte, que no ha seguido los pasos de la antedicha selección, que no vio el primer partido, apenas los goles. Pero ESTE partido con Costa Rica lo vio de cabo a rabo y lo gozó, y se maravilló de ver la extraordinaria actitud deportiva, comprometida, profesional, madura de sus jugadores.

Todos los respetos y toda la gloria a ese combinado de hombres, en su mayoría, representantes de una minoría discriminada, y al director técnico, sobrio, enfocado, cauto.

Mención especial a Jaime Iván Kaviedes por haber perseguido ese tercer gol con el afán de llevar la presencia de Otelino Tenorio, su amigo, a la cancha alemana. Y a la alegría profunda, espontánea, el brillo en los ojos, la sonrisa amplia de Agustín Delgado, invaluable.

Este equipo ha hecho Historia futbolística. Declaro que estoy feliz, contagiada de la euforia y conciente de que esto cambia, ante todo, el imaginario ecuatoriano. LOSERS NO MORE!!