miércoles, 9 de agosto de 2006

¡Cuarenta, Isabelita!

Es un número serio, señora. Los entendidos, todos mayores de cuarenta, dicen que a esta edad las mujeres alcanzamos la plenitud. Ya lo irá demostrando usted. Si sacamos cuentas, nos conocemos desde mis dieciocho y sus veinticuatro por tanto esta amistad llega también a una respetable docena de años. Esto también habrá que celebrarlo.

Mi amiga anda por el mundo con otros nombres, para mi es Isabelita como yo soy Teresita para ella. Es un chiste interno que de tan viejo se volvió costumbre. Nuestra amistad comenzó en la universidad, cuando yo era una recién graduada y ella una mujer trabajadora que tenía dos cosas muy importantes: independencia y auto.

Isabelita es una mujer valiente, que no temió cambiar de carrera con varios años de avance porque descubrió otra vocación. (Caramba, ¡qué coincidencia!) Tiene una mente brillante, un humor ácido y una honestidad inmutable. Buena representante de Leo, tiene una melena felina, una dulzura controlada pero transparente, un carácter que puede llegar a la explosión sobre todo frente a lo injusto, lo irracional. (Es decir que no me gustaría ver noticieros a su lado…) Cuando eligió al Flaco como su compañero de vida me pareció la afortunada unión entre dos grandes corazones que se esfuerzan por no ser vulnerables. Sus dos maravillosos, brillantes, hijos son la confirmación de esa idea.

No es adepta a las demostraciones físicas de cariño pero lo demuestra con su presencia, su compañía. En las horas felices y las dolorosas, está. Tenemos muchísimas diferencias de opinión y sin embargo, nos encontramos en el medio, en algún lugar entre mi credulidad y su escepticismo, mi sentimentalismo y su practicidad.

Dices que no se te da lo cursi, ahora te toca, doña, aguantar esta edulcorada declaración de afecto. Te quiero, te admiro, te agradezco estos años de amistad, empezando por los años de “bohemia” y ahora con estos tiempos de bloggers, de nicks, de comments y de posts. Este “pos” va para “vos”.

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