lunes, 16 de enero de 2006

Abúlica

Hoy tomé demasiado café, una sola taza pero con una dosis muy potente. Me quitó la modorra vespertina, me mantuvo “siempre lista”, pero… me dejó “abúlica”.

El motor de búsqueda del Diccionario de la Real Academia Española responde esto:

abúlico, ca. 1. adj. Que padece abulia. 2. adj. Propio de la abulia.
abulia. 1. f. Falta de voluntad, o disminución notable de su energía.

Una amiga me dijo el otro día que ya casi nada la sorprende y que, siendo así, el destino que le espera a los cincuenta años será precisamente este: ser abúlica. Creo que el diccionario se queda corto con esta definición porque abulia suena más a un caso extremo de aburrimiento, una incapacidad crónica de asombro, emoción y/o entusiasmo.

Abúlica. A-b-u-l-i-c-a. Úsela en una frase: “No te escribí porque me sentía abúlica”.

Me suena más a mi muletilla preferida: “qué pereza”.

Mientras escribía esto, mi hija hizo un camino de libros y ahora juega rayuela saltando sobre ellos. No es precisamente su gesto más genial; soy madre chocha, sí, pero eso no ha desactivado mis funciones mentales. Eso pasó, brevemente, durante el embarazo. Supongo que una delicadeza de la naturaleza para que una pueda soportar ese estado atroz de compartir el cuerpo con un ser humano distinto. Un momento, esto de la rayuela de libros podría servir para una metáfora de… no, ¡qué pereza!.

¿Alguien tiene una idea de cómo salir de la abulia? Las sugerencias de eliminar la cafeína quedan, de antemano, descartadas.

PD: Estimado lector, apreciada lectora, si con este post aprendió usted una palabra nueva, pues, de nada. Conéctese a PayPal y haga su contribución. Acepto sueldos de maestra secundaria de décima categoría. ¡Me sentí la digna heredera de Juanita Vallejo de Navarro!

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