jueves, 27 de noviembre de 2008

Dar Gracias

Hoy en los Estados Unidos se celebra el Día de Acción de Gracias, una fiesta inventada que no responde a ninguna denominación religiosa y que trata de honrar a la familia, alrededor de una cena compuesta típicamente por pavo y frutos de temporada. Es temporada de cosecha, el invierno apenas inicia y la gente hace el esfuerzo de reunirse.

No voy a editorializar sobre algo que en realidad solo conozco a través de los medios. En cambio, me quedo con la esencia: dar gracias. Un día para dar gracias. Ayer hacía el recuento con la princesa mientras íbamos en el carro de regreso de una fiesta. Este año, como todos, tenemos mucho por lo que dar gracias: la casa nueva, el bebé que viene, la feliz adaptación de la niña a su nueva escuela, la gatita, la salud, el trabajo, los amigos.

¿No debería ser la gratitud una actitud permanente? A cada rato tenemos mucho de lo que estar agradecidos en muchos niveles, incluso sin llegar a detalles de estar vivos, respirar, tener un techo, tener trabajo, no estar solos. Le debemos no solo amor sino también gratitud por estar ahí y enseñarnos tantas cosas de ellos y de nosotros mismos a nuestras parejas y nuestros hijos. Tenemos que agradecer por el amor que la gente nos tiene, por las personas que han tocado nuestras vidas, por los momentos especiales. Por los que nos acompañaron por periodos mas cortos o mas breves y nos dejaron la herencia de un recuerdo, una enseñanza, una risa. Puedo ampliar la cosa y puedo dar gracias por Les Luthiers, por Mafalda, por cada uno de los músicos, pintores, escritores, cineastas que han tocado mi corazón y estimulado mi mente. Una vez que se empieza a expresar la actitud de la gratitud es difícil parar.

Todos tenemos nuestra constelación de héroes y heroínas: nuestros padres en toda su complejidad y su gloria; un maestro inspirador o una maestra inolvidable; una amiga que primero que nada, nos vio en nuestro pequeño rincón y se reconoció en nosotros; un amigo con el que tienes una conversación diaria o una plática eventual pero con el que compartes siempre cosas esenciales; los padres y madres prestados que te han dado amor, ejemplo, lecciones de vida; los empleados y colaboradores que nos hacen la vida más fácil con labores en apariencia sencillas pero importantísimas en descargarnos de tiempo y tareas. Está también el grupo especial, el círculo íntimo, ese que está para las alegrías y las dificultades, ese que dice "presente" de la manera en que saben y pueden y así, nos salvan la vida en muchas ocasiones. La familia del espíritu que se va agrupando en pequeñas comunidades.

Intentaré hoy y en privado, darles las gracias a algunos de ellos, muchos ya saben quien son. Pero intentaré sobre todo recordar y honrar aunque sea solo en el corazón a los que no siempre agradecemos, pero que sin embargo hacen parte de la trama del tejido de múltiples hebras de colores que es nuestra personalidad y nuestra alma.

Gracias a ti que me lees, gracias por lo que me aportas con tu mirada y en muchos casos, con tu respuesta, la que me das aquí y la que me das cada día con tu amistad. Gracias por permitirme darte algo de mi, una comida, una plática, la compañía.

Investigando un poco, la palabra "gratitud" viene de la misma raíz latina ("gratio") que la palabra "gracia". Y aquí es donde entra la máxima gratitud: al dios, los dioses, la fuerza universal, cualquiera que sea nuestra definición de lo divino o el poder superior y ordenante del Universo. Dar gracias a Dios por el afán de cada día, por las bendiciones ocultas y la protección ante el peligro de la que, gracias a Dios, ni siquiera notamos que nos ha cercado y no nos ha podido tocar. Las gracias por estar despiertos y tener conciencia y trabajar cada día por ser mejores, más felices, generosos y, por supuesto, agradecidos.

Gracias, gracias, gracias.

No hay comentarios: