sábado, 22 de julio de 2006

Por la Paz

Por la causa de la Paz, la diosa calla, que hablen los grandes...

Si hemos de lograr la paz en la tierra…nuestras lealtades deben trascender nuestra raza, nuestra tribu, nuestra clase y nuestra nación; y esto significa que debemos desarrollar una perspectiva mundial. Ningún individuo puede vivir solo, pero mientras sigamos intentándolo, más guerras tendremos. O aprendemos a vivir juntos como hermanos o pereceremos todos juntos como idiotas.
Martin Luther King, Jr., 1967.

No hay camino para la paz, la paz es el camino.
Mahtama Gandhi

Cuando me preguntaron sobre algún arma capaz de contrarrestar el poder de la bomba atómica yo sugerí la mejor de todas: La paz.
Albert Einstein

Si queremos un mundo de paz y de justicia hay que poner decididamente la inteligencia al servicio del amor.
Antoine de Saint-Exupery

La guerra es la salida cobarde a los problemas de la paz.
Thomas Mann

Una nación que gasta más dinero en armamento militar que en programas sociales se acerca a la muerte espiritual.
Martin Luther King


¿Y nosotros qué hacemos?

En la aparente falta de poder que tenemos todos los que presenciamos la guerra, la destrucción, el dolor, el odio que hay en el mundo, lo único y mejor que puedo ofrecer en este momento es este ejercicio de oración para la compasión.

Que seas feliz.
Que te sientas amado.
Que todo tu sufrimiendo sea sanado.
Que tengas paz.

Se repite por alguien querido y cercano o alguien a quien de verdad deseamos amor y paz (los que están sufriendo en Líbano o Tungurahua); luego por alguien que nos es indiferente o anómino (la gente que vemos en la calle, que nos atiende en una oficina); y por último por alguien que nos ha hecho daño o por el que nos cuesta mucho pedir felicidad, amor y paz. (Alguien con las iniciales GWB, por ejemplo).

No tengo la cita exacta pero Gandhi dijo algo de "sé el cambio que quieres ver en el mundo". Yo elijo, con todo el esfuerzo diario y profundo que eso representa, el principio de la no violencia: no hacer daño, no responder a la violencia con más violencia, resistir con los argumentos de la paz y del amor. Si respondemos a estos hechos con rabia y odio no somos en nada diferentes a los que están actuando en los conflictos, tan solo estamos en un sitio lejano pero seríamos capaces de los mismos actos. Los muertos los ponen ambos lados, los muertos los ponemos las madres, padres, hijos, esposas del mundo.

El trabajo de la paz empieza conmigo. Acaso empieza con el perdón, pero siempre parte de reconocer que el otro es un ser humano igual a mi, con el mismo derecho y capacidad que yo, con circunstancias propias y distintas, con tanto derecho a su verdad (en términos de credo y cultura) como yo. Digno de amor, paz y alegría como yo.

Amor, Paz, Amen.

martes, 18 de julio de 2006

Hoy

Hoy cumplo 34 años. Si, ese pilo de años, no estoy envejeciendo me estoy añejando, son los mejores años y toda esa vaina. Vivo, respiro, aprendo, crezco, mejoro.

Hoy se termina un ciclo de festejos que comenzó el jueves pasado con una sesión de compras y café con las amigas queridas. Un lujo de veladas y un tesoro de mujeres, compinches, confidentes. Continuó el viernes con la visita a la Feria del Libro para ver, "live, from Malecón, ¡¡el boomeran(g)!!", personificado en el escritor peruano Santiago Roncagliolo. La vergonzosa crónica leala aquí. Y bueno, vergonzosa es un decir, ¡me la pasé bomba!! Y para demostrarlo tengo "Abril rojo" firmado como "un regalo de cumpleaños ensangrentado", cortesía de miss G (¡de guapísima!). El sábado fue para la reunion con amigos de siempre, incluidos dos llegados de la capital y uno encontrado hace un par de meses con la intercesión de otro que, a la distancia, festejó también "con unas ginebras". Como consecuencia del sábado, el domingo celebré toda la mañana con Morfeo, ayer fue un blur y llegamos hasta hoy.

Hoy, durante el desayuno, sonó el teléfono y me tomó dos segundos reconocer la voz de mi primo Harold, el "gordito ché" y su voz me llegó con el amor y los recuerdos de todos los queridos que viven y los que reposan bajo la tierra caliente de Cali.

Hoy en la oficina me aplicaron la tactica de "nadie la felicite para darle la sorpresa". Mis amigos de Ventas arruinaron el plan y me felicitaron antes de irse. Llegó la torta con un coro de gente que voy conociendo y queriendo, de a poco.

Hoy se cumplen tres meses de, siempre varía como le digo, la cirugía, el percance, la crisis, la pequeña despedida (o la despedida al pequeño)... el instante en que mi vida corrio peligro y que me dejó tantas cosas buenas.

Hoy la princesa me abrazó y besó y me dijo "feliz cumpleaños mamita", y yo respondí: "soy feliz porque te tengo a ti. Y a tu papi. Y no precisamente en ese orden".

Hoy celebro mi vida y agradezco a cada uno de los que la componen y acompañan. ¡Que viva yo!

jueves, 29 de junio de 2006

La vida (sensual) interrumpida

El baño es el momento sensual por excelencia. El cuerpo desnudo, el agua tibia que cae sobre la piel agradecida, el olor y la textura del champú y el jabón. Es el momento para volver a ser un cuerpo, una piel, una mujer.

Pero, oh, he aquí que llega la niña, la hija, la adorable/fastidiosa criatura que abre la cortina por el lado de la ducha, y empieza con la preguntadera, la pedidera, la jodedera. “Quiero un…”, “¿Qué haces, mami?”. La perfección del momento, la paz, el equilibrio se rompen con la nota discordante de una cuerda rota. “Cierra eso que te vas a mojar”, “Andate a tu cuarto a pintar”… el tono es gentil, a pesar del fastidio, el tono trata de ser dulce, fingido, de acuerdo, pero es suave, amable. Se va por un instante.

¿Dónde estaba? Ah, claro, escribiendo un texto en mi mente, pensando en nada, sintiendo la conexión con el cuerpo que durante todo el día es instrumento y en este instante es objeto.

No dura. Ella vuelve a la carga, “mira lo que dibujé, es mi papi”, intento mirar a través de la parte transparente de la doble cortina, de verdad que miro bien el dibujo en lápiz: cabeza chiquitita, brazos largotes, cuerpo también alargado pero más grueso que los brazos. Me gusta, se lo digo y le sugiero, con la obvia intención de ganar tiempo, “ahora dibújate a ti”. (Traducción, sal de aquí el tiempo suficiente para que termine de bañarme). Desaparece de la cortina, pero se queda dentro del baño, decidió que es más corta la distancia y está haciendo el dibujo sugerido en el piso.

La magia se ha roto, no como un vaso que cae y se rompe en mil pedazos, más bien tiene una cuarteadura ligera, una rayita apenas. El placer va a ser reemplazado poco a poco por la incomodidad primero, el fastidio después hasta terminar en la ira.

Las interrupciones continúan, el tono que era gentil empieza poco a poco a ser el grito. “Sal del baño por favor, hijita”, “Me estoy bañando no puedo ver lo que haces”, “Espera que salga y te paso lo que quieres”. Mientras, pienso: “por esto es que no me baño cuando estamos solas en la casa”, “la próxima cierro y con seguro”, “por qué diablos…”. Reconsidero incluso mi principio anti niñera, entiendo que hay una sabiduría detrás de la sustitución de la madre en los momentos vacíos, como este. Vamos, no es que porque no le paré bola mientras hacía uno más de las decenas de dibujos que hace al día, va a tener una cicatriz emocional el resto de su vida. Bueno, quizá si la tenga cuando le diga “¡lárgate, me tienes harta, no te quiero ver!”, que es lo que auténticamente quisiera gritarle. Y luego azotarle la puerta en la cara. Pero esa es una fantasía no más… ¡espero!

Se jodió todo, la vida sensual ha sido interrumpida. Los hijos lo invaden todo, lo ocupan todo, tienen un radar que detecta los momentos en que sus madres vierten su atención a otra materia que no sean ellos, ¡¡el Dios los libre que sea la propia madre!! Luego los maridos se quejan cuando llegan y uno está hecha una furia, o vacía de algo que se parezca a la sensualidad, desgastada, con ganas únicamente de recuperar el ser. A solas. (Acaso a solas con ellos, pero lejos de la descendencia, ¡bien lejos!!)

domingo, 18 de junio de 2006

Padres

"On behalf of every man
Looking out for every girl
You are the god and the weight of her world

So fathers, be good to your daughters
Daughters will love like you do
Girls become lovers who turn into mothers
So mothers, be good to your daughters too".

Daughters, John Mayer

Nunca supe bien qué mismo es un padre. Corrijo: por seis años tuve el calor y la presencia de un abuelo maravilloso, bueno como las mañanas soleadas, corazón de oro, cejas pobladísimas, piel canela. Estamos los dos en las fotos, prendidos el uno de la otra, y estamos en los pocos pero nítidos recuerdos que tengo de ese hombre magnífico que tanto amor dio a los suyos, el “papi César”. Tras su partida, el rol de padre lo ejercieron las mujeres de mi familia. Así que la dimensión de la figura del padre se me escapaba de los conceptos. Hasta que tuve uno aquí en casa. Y me maravillo cada día ante el cuadro de amor, dedicación y conexión que existe entre un padre y su hija. Pienso en otros padres y creo que debo corregir de nuevo: entre este padre y nuestra hija.

Un día de octubre, el que sucesiva y simultáneamete ha sido mi amigo, mi novio y mi esposo se convirtió además en el padre de la princesa, el que recibe un “papiiiiito, llegaste” con abrazo y beso en la puerta, el de las discusiones del tipo “no-yo-te-adoro-más”, el que es un padrazo, en todos los aspectos. Es el compinche, el acolitador, el que salta al primer llanto, el que carga a la muchachita que necesita del abrazo para dormirse, (si, también el que tiene la espalda partida por ese motivo), el que se pone bravísimo y le da por ordenar agresivamente todo el desorden que una tarde en casa deja por el piso de toda la casa, cuando a la nena se le ocurre vaciar sus cajones porque sirven mejor como cunas para los muñecos.

La primera foto de ellos dos juntos lo debió anticipar todo, está él embelesado ante el trozo de vida que sostiene entre sus manos, la mirada de ambos fija en sus ojos. Se habían enamorado en ese instante. Sin embargo, lo que vino después ha sido mucho más de lo que esa imagen sugiere. Nada se compara con enamorarse de nuevo del hombre que se ama cuando se redescubre su capacidad de amar, esta vez en el rol de padre.

Nunca supe bien qué mismo es un padre, pero la vida me dio la oportunidad de conocer al mejor de todos y, mejor aún, de que sea mi hija la que disfrute de ese amor absoluto, incondicional, generoso. Doy gracias cada día por ese regalo y me siento honrada por estar aquí para presenciar y compartir cada momento de tu paternidad, contigo. Porque eres el padre que yo hubiera querido tener y me recuerdas tanto al que tuve en la primera infancia, que me marcó con el amor y la bondad, que me protegió de esa huella de abandono que el otro, el biológico, eligió. Y supongo que ha sido el recuerdo de esa bondad lo que me llevó a amarte a ti, por tu corazón de oro. He tenido padres maravillosos en mi vida: César, Bernie, Carlos, y tú.


jueves, 15 de junio de 2006

Músicos locos y un escritor barbón, ¡gran receta!


El estimadisimo y super sexy autor del (ahora extinto) blog "Mas allá de libros", antes conocido como Mean Mr. Mustard, ahora conocido con su nombre y sus dos apellidos, el grande, el único, Eduardo Varas Carvajal, estará la próxima semana en Radio 04.

No se lo pierdan, el Varas con su afición de coleccionar música rara y anécdotas de sus autores ha escogigo centrar su programa en los músicos locos. (Algunos clínicamente locos, de miedo...) (Alguna afinidad tendrá con el tema, vaya usted a saber...).

Declaración

La abajo firmante, Palas Atenea, alter ego de una ciudadana ecuatoriana, declara en este espacio que se ha sentido absolutamente orgullosa del equipo de fútbol que representa a su país en el Campeonato Mundial Alemania 2006.

Aclara que no es una fanática del deporte, que no ha seguido los pasos de la antedicha selección, que no vio el primer partido, apenas los goles. Pero ESTE partido con Costa Rica lo vio de cabo a rabo y lo gozó, y se maravilló de ver la extraordinaria actitud deportiva, comprometida, profesional, madura de sus jugadores.

Todos los respetos y toda la gloria a ese combinado de hombres, en su mayoría, representantes de una minoría discriminada, y al director técnico, sobrio, enfocado, cauto.

Mención especial a Jaime Iván Kaviedes por haber perseguido ese tercer gol con el afán de llevar la presencia de Otelino Tenorio, su amigo, a la cancha alemana. Y a la alegría profunda, espontánea, el brillo en los ojos, la sonrisa amplia de Agustín Delgado, invaluable.

Este equipo ha hecho Historia futbolística. Declaro que estoy feliz, contagiada de la euforia y conciente de que esto cambia, ante todo, el imaginario ecuatoriano. LOSERS NO MORE!!

miércoles, 24 de mayo de 2006

Llega un día, amigo…

…en que se deben cerrar las puertas del pasado, en que uno se encuentra, en la calle, despojado, aturdido, despellejado.

Llega un día, maestro, en que los episodios no van más, las escenas llegan a un silencioso final, en que lo vivido duele más que lo soñado.

Llega un día, colega, en que te sientes desolado como la cucaracha que sobrevivió al holocausto y a tu alrededor encuentras hogares y hombros que esperan una palabra tuya para recibirte.

Llega un día, hermano, y, ¡carajo, resulta ser ese mismo día! en que, sin saberlo aún, sin sentirlo siquiera, de la tierra que hoy abonan tus lágrimas germina la vida.

martes, 16 de mayo de 2006

Fracasé como rubia

Inició como una broma, se convirtió en un experimento. A inicios de año, pasé un mes con el pelo pintado de rubio. No era un platinado Barbie, era apenas un amarillo coloradón, años de tinte rojo no se quitan así no más. Me quedo pelirroja, fracasé como rubia...

Me pinté el cabello pero no adopté las mañas, los gestos, las gracias de una rubia. No dejé de leer literatura, no me exhibí con escotes y minifaldas, no frecuenté los bares para exhibir mi dorada cabellera y mi bronceado. No adopté la actitud fashion, cándida, bobalicona. Ni siquiera me percaté si capté nuevas miradas.

No se confunda el lector, tampoco es que me luciera tan mal. El pelo más claro conjuga bien con mi piel blanca y mis ojos verdes. El hecho es que no me gustaba, por eso no interpreté el papel de corazón. Jamás quise ser rubia. Se me hacía tan común, tan de seguir el molde. Rechazo el estereotipo de Barbie, aunque admiro a Marilyn y a Madonna. Fue la propia miss Monroe, que no tenía un pelo de tonta, la que dijo: “Hay sólo una especie de rubios naturales en la tierra - albinos”. No me dan ni el carácter ni el interés para ser una “bimbo”: la rubia tonta, escultural, superficial, vanidosa, adorno de brazo, mujer trofeo. Además, seamos realistas, ¿cuántas doradas cabelleras habría si la L’oreal y afines quebraran?

Resultado del experimento: no pasó nada. No me volví una fría dama que mira el universo de la nariz para abajo y que se rehúsa a embarrarse con las minucias de este mundo en el que se suda, se grita, se peca, se cometen errores. Con mi moño a lo Eva Perón no me sentí un regalo de Dios para los mortales, ni me bajó el tono de voz al nivel del susurro orgásmico de Marilyn. El cabello dorado no me confirió, ni siquiera en la privacidad de mi alcoba, la categoría de diosa del sexo que se adjudicaron en su momento rubias míticas como Brigitte Bardot, Pamela Anderson, o las noviecitas de Heffner. No me fue concedida el aura refinada de una Grace Kelly o una Gwyneth Paltrow.

Lo cierto es que viví ese mes mirando extrañada a la imagen del espejo. El efecto que se consigue con alrededor de una hora de químicos que primero decoloran, es decir, retiran el color del cabello y luego tiñen no alcanza para programarla a una para la propia reacción. Al poco tiempo vinieron las horribles raíces, esas que gritan al público: “no soy natural y no tengo ni la plata ni el interés para repintarme este espacio oscuro”.

Curiosamente la que estaba fascinada fue la princesa, rubia natural invicta a sus tres años. Resultó cierto que los niños prestan atención a lo que una dice: a los pocos días de escucharme repetir “no me gusta ser rubia”, ella empezó a decir que no le gustaba el rubio. Cambio inmediato de estrategia: “¡mira que lindo, las dos somos rubias!”. Ya aprendió que el pelo puede cambiar de color con algo, que a su entender, no es más que un champú. Ya me pidió que vuelva a ser rubia. Lo lamento, pero ese es un deseo que no le voy a cumplir. ¡La rubia murió, viva la pelirroja!

¡Escuche a la diosa!

Phantom, el blogger/productor de Radio 04 tuvo la gentileza de invitarme a aparecer en uno de los programas de su "mes de las mamacitas", que bautizamos como "Mi vida con ellos". La transmisión será este jueves 18 a las 21h00, vean aquí el anuncio con la explicación del caso.

miércoles, 10 de mayo de 2006

¿Símbolo de qué?

Me fascinan los rituales, esas convenciones vacías de sentido que pueblan los eventos que incluyen programa, orden del día, discursos de presentación, exaltación y agradecimiento, ah, y el infaltable momento artístico. El sábado anterior presencié, divertidísima, la ¿cómo se dice? ¿Presentación? ¿Nombramiento? ¿Proclamación? de mi tía abuela, doña R., como Madre Símbolo de la sede social de los bolivarenses Y de la asociación de santiagueños residentes en Guayaquil. Santiagueños porque nacieron en Santiago, provincia de Bolívar, Ecuador, nada que ver con la capital del Sur.

El salón es de una estética extraña, ubicado en el primer piso de una edificación un tanto amorfa de una ciudadela del norte. El techo es de doble alto para albergar un mezanine, acaso la idea de una sala vip o un privado, o, como dijo Pelo, la ubicación ideal para que una novia lance el ramo.

Llegamos tarde, muy informales para los caballeros de terno y las damas de traje de noche, y encontramos a la familia en pleno ya acomodada. Son muchos parientes que saludar y le dedicamos su momento a cada uno. Sabemos que no habrá luego ocasión de conversar o compartir. Estaremos presentes en el acto solemne y huiremos inmediatamente después.

La tía R. está elegante con un sencillo vestido negro, discretos collar y aretes. Ella es una mujer que perdió su feminidad en el camino de la vida, aunque no ha perdido su sentido protector, ese que la lleva a ser la primera en el lecho de todos los enfermos de la familia, con su experiencia de enfermera y su ánimo práctico que a todos nos calma y hace sentir seguros. Pero esta noche está hermosa, acaso con el rubor ese que da ser el inesperado y no deseado centro de la atención de la noche, y sin embargo, con esa actitud de digna aceptación de un honor.

Esta noche ella es la “Madre Símbolo”, ¿qué diablos es eso? ¿Qué necesidad hay de esa designación?

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Esta mañana, como casi todas, pienso en la patética experiencia de vergüenza y perdón que supone ser madre. Vergüenza con la madre propia por haberle hecho la vida de cuadritos, tal como, ahora se la hace a una esa adorable criatura de tres años y medio que pulula por todos los espacios de la vida. (TODOS). Perdón porque a cada paso hay que andarse perdonando a una misma los exabruptos que a ratos provoca esta relación tan intensa, tan agotadora, tan… maternal.

Pienso también en mis amigas, las que son madres, y cómo nos acompañamos en este camino de dudas, cansancio, descubrimientos y prueba de los propios valores, fortaleza y conocimientos. Ya sea que se trate de Rebecca que ha celebrado recién la primera comunión de su Nico y su Sebastián apenas ha comenzado la carrera escolar, o de la Nena batallando para que Miguel y Diego, aún bebés, se duerman de corrido toda la noche.

Casi todos los días tengo dos momentos: uno en el que adoro ser madre y otro en el que preferiría ser “la tía”, no esta suerte de bruja que tiene que poner límites, que canta todo el día el “no” como un mantra de fe, y arruinar la diversión de saltar en la cama o comerse todos los dulces o “por esta vez” no lavarnos los dientes. Sé que no estoy sola y por lo tanto, vuelvo a la compasión por nuestras madres que fueron “chicas” como nosotras y que seguramente habrán querido también hablar un rato por teléfono sin interrupciones, sentarse a ver una película sin estar trayendo agua y galletas y sin llevar a nadie al baño a hacer pipí.

En el mismo instante en que un espermatozoide consigue traspasar la membrana de un óvulo, muere en silencio algo trascendental: la libertad de la madre. No cambiamos nada por un beso pegajoso y un “te quiero mami”, tan solo nos da UNA nostalgia… No hace falta preguntarle a Karyna, que se queja porque su Bruno siempre se le sale de los esquemas, o a Adriana, que salta ante la menor oportunidad de salir de su casa, tras dos meses de flamante romance con el bebé Santiago.

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El programa de la Madre Símbolo Bolivarense lo tiene todo: la semblanza de la homenajeada, (leída como una sucesión de hechos y datos, sin emoción alguna, precisamente por un pariente cercano). El discurso inflamado de un veterano que horas mas tarde demostraría su soltura en la pista de baile para los pasodobles. (“La gramática de mi alma” es su frase destacada). Un poema que habla de la necesidad de dar amor a la madrecita “mientras aún estoy viva, no cuando me haya ido”.

Pero lo más surrealista, enloquecedor, desternillante son las presentaciones infantiles. Alguien me puede explicar, que yo no lo entiendo, qué mecanismos oscuros hacen que, en primer lugar, una madre enseñe a sus tres, si, tres, pequeños hijos a declamar como políticos de tarima, los viste de señores con terno y corbata o al menos chaqueta sport, y los lanza al ruedo y de paso llora con la dedicatoria de cada niño. Lo mejor fue el hijo menor que mascullaba una serie ininteligible de sílabas que casi siempre terminaban en un “mamá”.

También estuvieron las niñas cantantes, soy mala para las estimaciones de edad, pero digamos que la mayor tenía siete y la menor cinco. Vestidas de pantalón y top de jean, botas y sombrero vaquero. Las hermanitas Whatevah interpretaron para el respetable una canción y un baile. La canción era una ranchera en que la mayor desafinaba y la menor gritaba. El baile, y he aquí la explicación para el sombrero vaquero, fue de la novela Pasión de Gavilanes, un saltadito estilo square dance que el público acompañó ¡con las palmas! La princesa se esforzaba por alcanzar a ver esta destilada demostración del kitsch en su más alto grado de pureza. Algo vio, pero lo mejor fue la mirada que dirigió a las niñas, cuando caminaban de vuelta a los brazos de su orgullosa madre, en la que yo interpreté algo así como un “What the fuck???!!”.

La velada mejoró con la intervención de una abogada rubia oxigenada, que llevó diligente su pista al DJ en una funda de De Prati, que para qué, cantó bastante decente, no desafinó, no cambió las letras, no gritó. Se mandó esos clásicos de los días de las madrecitas: “algo se me fue contigo, madre”, y esa de “yo le pido a Dios rezando que mi mama no se mueraaaa”. Yo le pedía la mía que me lleve, en ese instante. O que al menos su fantasma viniera a sentarse conmigo para criticar y reírnos (como acostumbrábamos) de todo este circo gratuito. Y si algo se me fue contigo, madre, fue la cómplice ideal para esos preciados momentos en que hay que lanzarse el comentario irónico para no perder la cordura. Y aguantar la risa, por caridad, porque en ese salón había mucha gente que se lo estaba tomando en serio.

Al salir, vimos llegar los mariachis…