martes, 25 de octubre de 2005

Ayer lo vi

Ayer lo vi, parado en una esquina, esperando a su auto blanco, acompañado de dos guardaespaldas. Estaba solo, delgado, envejecido pero bien parado, columna recta, manos sin temblores. Esta viejo, viejo, viejo. Tiene todo el pelo blanco (pero ahí sigue esa melena imposible), las arrugas pronunciadas, la cara un poco desencajada por la pérdida del ojo. Estaba allí, la encarnación de todas nuestras quejas, la personificación de ese poder exagerado que le atribuye el colectivo. El dueño del país, el ex alcalde, el líder vitalicio de ese partido, el ex presidente. Le han dicho el innombrable, el cíclope, el felino. Yo escribí hace (¡Dios!) seis años una de mis crónicas mejor logradas sobre sus ruedas de prensa en la alcaldía, a las que tuve el privilegio de asistir.

No se confundan, desprecio sus actitudes, sus juicios, sus opiniones, sus manipuleos tanto como cualquiera con un poco de inteligencia y esperanza de que mi paisito un día por fin deje de ser un feudo, una Banana Republic (en esa tienda nos deberían descuento a los nativos...). Pero reconozco su importancia, aunque en muchos de sus pasajes sea nefasta, para la historia nacional. Y puedo decir que lo he visto en acción, haciendo Historia. Lo he escuchado lanzar fuego por la boca sobre cualquier tema que cualquiera le pregunte. Y he presenciado su encanto de serpiente, su presencia fuerte, su carisma arrollador.

Ayer lo vi, veníamos hablando de política, lo nombramos varias veces, hablábamos de su opinión rebuscada respecto de la tal Asamblea Constituyente. En la Plaza de la Administración, antes de doblar hacia esa cuadra, donde lo vimos, Pepe lo había comparado con Uribe, como del equipo de los malos. Y yo acababa de decir que Uribe no le llega a los talones en maldad. Y enseguida, allí estaba. Me asusté, me sentí como alguien debe sentir cuando ve al diablo. Como para que nos quede de experiencia que no se debe invocarlo en vano. Uno podría encontrárselo por ahí, parado en una esquina, esperando su auto. Solo. Viejo. Humano.

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