viernes, 11 de julio de 2008

Final de Casablanca

Marcelo fuma Gitanes y usa camisa blanca de doble puño. Usa un peinado electrizado que le da a su imagen una especie de statement diferenciador, necesario para un rostro convenientemente convencional.

Marcelo habla de su trabajo como una obra de amor, lo que explica me evoca conjuros para espantar fantasmas o acaso para mirarlos al rostro y descubrir que no son tan feos, ni fieros, ni extraños. Y pone en lo que escribe todo lo que es y es, tal como lo hemos leído. En el encuentro, se manifiesta una química que propicia una sensación de comodidad, de familiaridad. Nos precede un recorrido de compartir opiniones, gustos, experiencias.

Con los datos suministrados acerca del encuentro, el Varas concluye que es un dandy, yo elaboro que más que galán es galante. Existe un abismo entre esos dos conceptos. Figueras lo ejemplifica sin querer al hacer el recorrido de los dos kilómetros y casi mil escalones que separan el Palacio de Cristal del Cerro Santa Ana y de ahí hasta el Artur’s. La noche fresca de julio ayuda, pero la verdad es que el ejercicio aeróbico, si bien no fue del todo extenuante, a todos nos dejó sudados y deshidratados. El glamour primero, no por obligación, sino por estilo. Cuando por fin se quita el saco negro con tramado de sutiles hilos blancos, su camisa blanca está empapada.

La brisa del Guayas, las pilseners, la corvina, las milanesas y los muchines, la antología de Camilo Sesto y los grandes éxitos de Vilma Palma, todo coopera para refrescar el ambiente. Para que Fátima se decida a comentar desde el lugar de los hechos alrededor de la medianoche. Y para que Marcelo le recuerde que al menos valió la travesía para que ella vuelva a comentarle en su blog después de tanto tiempo.

La noche tuvo un bonus extraordinario, llamado Andrés Neuman. Mezcla de escritor y triatlonista entusiasta, nos lideró hasta la cima del cerro (y más allá) con su sonrisa. Un gustazo en conocerlo y el punto de partida para un descubrimiento literario. Estaré allá mañana para presenciar el conversatorio con el viejo amigo Edú (una pregunta de Andrés nos puso a pensar en el tiempo transcurrido) y el nuevo amigo Andrés, y ojalá, si las conexiones aéreas impiden su partida, también con Marcelo Figueras, el escritor, guionista, periodista y ¿cantante? que ahora podemos llamar también amigo. Aunque resulte que antes del jueves también. Aquí no hay aviones ni hangares envueltos en bruma pero podemos repetir la línea de Bogart, con la certeza y alegría de los hallazgos. Bienvenido y gracias.

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