domingo, 16 de abril de 2006

El camino a la resurrección

El viernes pasado después del atardecer pasó por mi ventana una procesión que jamás había visto antes: el traslado del cuerpo de Cristo al Santo Sepulcro. Era una procesión fúnebre, con la imagen envuelta en una tela blanca, una vigilia con velas. No era tan numerosa como las que tuvieron lugar durante la tarde, en conmemoración de la crucifixión. Fueron menos los que se quedaron para bajarlo de la cruz, para amortajarlo, para llorarlo y depositarlo en la que pensaban, era su última morada. Luego vino el silencio, el dolor, el temor al futuro. Pero ocurrió el milagro, se rompieron las puertas de la muerte y el hombre-dios se reveló en toda su grandeza y poder, al punto de vencer la muerte física.

Hoy es domingo de Pascua de Resurrección y siento que comienza para mi una nueva vida, impuesta a la fuerza, con dolor físico, con malestar corporal. El dolor purifica, como el fuego que sublima al metal. No entraré en detalles, basta con decir que estuve enferma toda la semana y que aún estoy en una condición precaria. Pero he ganado en conciencia, en enfrentar algunas cosas que la negación me impedía, ante el fuego de un dolor intenso caen los velos y se iluminan las sombras.

Tengo que emprender un camino de cambio psicológico y espiritual. No puedo seguir jugando a vivir en el gris, en el tibio, en el cómodo. Tengo que aprender a vivir menos en el egoísmo y más en la entrega total, menos en la pereza y más en el trabajo, menos en la autocomplacencia y más en el sacrificio. Es hora, es tiempo, es urgente. La vida que está y la vida que llega así me lo exige.

miércoles, 22 de marzo de 2006

Vida

La Vida, que no entiende de excusas razonables ni dolores ni miedos, nos ha escogido nuevamente para ser su vehículo de llegada a este mundo. Nacerá en Noviembre.

Esa misma Vida, que escoge a la perfección sus tiempos y sus espacios, nos llevará a los cuatro de la mano, cargados de bendiciones, rodeados de afecto. Porque nos lo hemos ganado. Porque tú, pequeño saco de células, ya sabes que en esta casa se viven amores y risas, cosquillas y cosas ricas. Porque, entre sueños, tu hermana mayor te habrá contado lo bien que se la pasa conmigo, aunque a veces sea una cascarrabias, y lo divertido y bondadoso que es tu padre, aunque a ratos le dé por hacerse el estricto.

Decreto desde ahora que este ser tendrá una gestación y, sobre todo, una primera infancia plácida, monótona, previsible; no el circo de tres pistas que tuvo la princesa en su primer año… (y sobrevivimos). Este será un paseo, como esa segunda vez que te subes a la montaña rusa (que lo es). Anuncio que me pondré caprichosa e insoportable, como se supone que sean las embarazadas, no porque se me dé así el asunto, sino por pura aprovechada.

miércoles, 15 de marzo de 2006

Más de cien palabras...

Los que tenemos miedo y lo asumimos con eso que dicen que se llama valentía sabemos que la vida es difícil, jodida, compleja. Que la infancia dura un suspiro, la adolescencia es un grito y la experiencia llega con la adultez un poco demasiado tarde y por demasiado tiempo.

Pero por eso creemos, seguimos, sonreímos, cantamos, creamos, vivimos, amamos, soñamos, conversamos, abrazamos. Por eso creamos lazos que duran toda la vida aunque sepamos que aquella, la vida, no tiene garantía y peor aún, tiene fecha de expiración desconocida.

Pero insistimos y nos creemos el cuento de la permanencia aunque vivamos el día a día con el corazón listo para la despedida, luchando contra la soberbia de sentir que viviremos para siempre y peor, que el cuerpo siempre será tan joven como nos sentimos. Aspiramos, eso así, a que al menos alguien nos recuerde, con algún detalle, alguna frase, algún gesto, una comida, un lugar, una fotografía.

Por eso tenemos hijos y nacemos de nuevo a la novedad de la vida, a las manos pequeñitas, a las uñas diminutas sorprendentemente perfectas, el cuerpo frágil, las impresiones en blanco, los ojos abiertos a absorber el mundo entero y sus significados. Y les pasamos a ellos el mundo de las ilusiones, las hadas madrinas, los duendes, el reino del nuncajamás, las zapatillas de rubí, los ángeles guardianes, los dioses.

Les damos una patria, un equipo de fútbol, una ciudad, unos prejuicios, unas mañas, unas costumbres extrañas. Con ellos nos peleamos, nos enfrentamos en esa dinámica de la educación y la formación, y hacemos de tripas corazón cuando llega la hora de reprenderlos o castigarlos porque, ha sido cierto, a uno le duele más que a ellos.

Y un día cualquiera, digamos un lunes 13 de marzo, nos nace uno nuevo. Uno que es nuestro, uno que es pariente. Y se presencia con tanto asombro como compasión (la que les espera, chicos, ustedes nunca se lo imaginaron) cómo se forma en un instante una familia. Bienvenido al mundo, Santiago. Gracias por venir, estamos aquí para acompañarte.

“Más de cien palabras/ más de cien motivos/ para no cortarse, de un tajo, las venas/ más de cien pupilas donde vernos, vivos/ más de cien mentiras/ que valen la pena”.
Más de cien mentiras, Joaquín Sabina

Guía iniciática

De acuerdo al profeta Ludovico, y con la posta de la señorita Paulette, cumplo con la encomienda de elaborar esta lista de los libros, películas y discos que, cito al maestro, “son las más importantes para definir mi vida y mi mundo”.

Top of mind, porque no tengo ganas de rebuscar tanto y porque no ando en ánimo antológico ni explicativo. Si no conocen algún nombre, existe un bonito site llamado Google. Úsenlo, conjuguen el novísimo verbo: googlear.

Libros
El Principito, Señor Dios, soy Anna, Amor en los tiempos del cólera, El maestro y Margarita, Como agua para chocolate, El alquimista, Brida, Ensayo sobre la ceguera, Casi un objeto, El Evangelio según Jesucristo, Historias de cronopios y de famas, Rayuela

Películas
When Harry met Sally, Thelma y Louise, West Side Story, Amelie, Todas las de Tin Tan, Casablanca, Sound of music, Cualquiera de Mel Brooks.

Discos
Signos, The Joshua Tree, Cualquiera de Frank Sinatra y Les Luthiers, Mentiras Piadosas, Alevosía

Añado una categoría:

Series de Televisión
(Porque si, porque soy niña televisiva)
Plaza Sésamo y el Show de los Muppets, X-Files, Star Trek: The next generation (Kirk sucks, Piccard rules!), Mad about you, Seinfeld, Gilmore Girls, The Sopranos, Queer as Folk.

Cumplido, doña, no joda más. NO paso la posta porque, pues, ¡qué joda! Si a alguien le gusta el concepto, aprópiese no más.

miércoles, 8 de marzo de 2006

Otilia se fue

Otilia con 102 años, el pelo blanco, la piel morena arrugada, los dedos nudosos entrelazados, los ojos cerrados para siempre, reposa en su ataúd en una improvisada velación en su muy humilde casa. El ambiente es todo gris: gris del piso de cemento pulido, gris de las paredes de ladrillos cubiertos del polvo de los años, gris del color que está pintada su casa de dos pisos en el suburbio de Guayaquil, gris de la caja, las lámparas, las bases, todo el equipo fúnebre.

Su esposo, Daniel, está sentado a un lado de la capilla ardiente, creo que así se llama a esta exhibición necrófila, este acercamiento al rostro de la muerte. Juntos por 66 años, él cuenta ahora con 86. Se casaron por la iglesia un 6 de enero de 2001, entonces, escribí sobre aquella muestra de unión de parte de los dos y de devoción de parte de ella. Muchas cosas cambiaron en estos cinco años.

No puedo escapar a la tristeza de contemplar ese rostro querido, ahora sin vida. Sentada en esa sala, empiezo a ver su fantasma en todos los recuerdos que el lugar me evoca, y siento en ese instante su ausencia. Otilia ya no está. No estará esa cabecita blanca asomada en la ventana, no probaré de nuevo sus “cocadas” de zanahoria… y lamento no haber aprendido la receta.

La vida de Otilia fue una vida sencilla, acaso pequeña. No dirigió grandes empresas, no salvó vidas, ni tuvo descendencia. Pero fue un icono de su vecindario desde sus años de tendera al lado de su marido, un referente de una comunidad que asistió silenciosa a su despedida. Era una mujer luminosa, de gran sonrisa, de optimismo inagotable. Vivió y murió en la pobreza pero una pobreza digna, sin lamentos ni resentimientos.

Por sus 100 años de vida, en agosto de 2003, hubo una gran fiesta organizada por la gente del barrio y de la cercana parroquia de Domingo Savio. Hubo misa, flores, lagarteros, tortas, comida, con la abundancia que nace de la generosidad de los que tienen poco y comparten mucho. No hubo familia de sangre en esa fiesta, pero estaba presente una gran familia de los afectos sembrados en una larga vida.

Cuando mueren los mayores que nos conocen literalmente de toda la vida, una parte de nuestra infancia también muere, porque se desvanece el recuerdo, la imagen en sus retinas de nuestros primeros pasos, de nuestras familias, de nuestro paso por la vida. Con Otilia se va no solo mi infancia sino también la de mi madre y la juventud y la lucha de mis abuelos, sus vecinos y amigos.

Fue una agonía larga, un proceso lento producto de la vejez y no de la enfermedad. A veces, simplemente el cuerpo agotado y gastado, ya no sirve más para contenernos el espíritu. Otilia se fue y Daniel se quedó solo. Bien dicen que todas las historias de amor tienen un final triste.

Los lectores de este blog desde el inicio saben que no creo en este cuento del día de la mujer, pueden leerlo aquí pero no dejo de apreciar la coincidencia de escribir justo hoy sobre una mujer. Les recomiendo mucho, sin embargo, el editorial de hoy de Nelsa Curbelo en El Universo. Nota curiosa: el 22 de febrero pasado cumplió un año este blog, no lo recordé pero el post de ese día fue festivo, también por coincidencia.

jueves, 2 de marzo de 2006

Mi amigo imaginario

Tengo un amigo ni tan oculto, ni tan secreto. Querido entre los más queridos, grande en más de un sentido. Un amigo al que veo poco pero quiero mucho. Con él me une una afinidad, una identidad, una empatía. Hombre genial, hombre cálido, hombre único. Su presencia en mi vida la enriquece de muchas maneras, con su inteligencia, su experiencia de vida, su manera de sentir, su forma de pensar.

Si no fueras tan guapo, querido, te diría que te veo como al hermano que no he tenido. Me has extendido tu mano y tus ideas, has soportado mis frontales interpelaciones a los actos de tu vida pública. Me cuentas entre tus primeras militantes, desde aquella rueda de prensa en que me acerqué a pedirte fechas, hechos, no palabras. Yo mantuve por años, la distancia que el periodismo me imponía. Una vez terminada esa etapa cayeron todas las barreras y la amistad se tornó en entrañable. Tengo mucha fe en ti y en lo que el aporte de tu carisma le puede dar a este paisito que tanto queremos.

Tu llamada de hoy me dejó con el corazón volteado, con esa sensación agridulce de susto y gratitud por lo que pudo pasar y no pasó, y aún así, totalmente conmovida por la experiencia que pasaste, junto a nuestros dos queridos amigos, el mago y la bruja, fieles compañeros. No sé, me recordó esta urgencia, esta alerta, este no dejar pasar el abrazo ni la sonrisa, no dejar que la distancia entre nuestros legendarios almuerzos sea tan amplia que nos perdamos, incluso de todo. Me dio también esta necesidad de decirte, así, públicamente y con el perdón y el permiso de mi esposo, cuánto te quiero y cuánto me (nos) honra merecer tu amistad. Estas son mis flores para ti, querido.

miércoles, 22 de febrero de 2006

La experiencia del dolor o el despertar del monstruo de la pista

Tuve un dolor de muelas que me duró una semana. Y bueno, a quién no le ha dolido una muela. Ah, claro, a algún obsesivo de la higiene, aborrecedor de los caramelos. Bueno, si eres de esos, gracias por pasar, puedes cargar con tu pulcritud bucal a otro lado.

Decía que me dolió la muela toda la semana. Vivía con dolor, sobreviví entre los lapsos que me duraba la dosis de analgésico que primero era una pastilla y luego dos. Y tenía otitis viral, es decir, que al dolor de muelas súmale la inflamación de los oídos y una fastidiosa tos seca. Más claro, era un paquete. Y así deambulé toda la semana porque no quería llegar donde mi dentista amigo con una peste más de las que ya han caído por su casa. A saber: su suegra está convaleciendo de una operación de tobillo, su hija tenía varicela y su mujer estaba a cargo de los dos nietos. Noooo, ¡no iba a ser yo la que aumente sus desgracias!!

Llegué por allá un martes. Y él obró su magia en mi gran caries producto de un calce caído hace tiempo ya. Que por qué no había ido antes a que me lo cure y cierre es una raya más a mi prontuario de “professional procrastinator”. Pero esa es otra historia. El caso es que el momento en que la agujita del anestésico toco el nervio e hizo su efecto fue, cómo lo explico… una alegría, un alivio, un despertar, un sacarse la nube de lluvia de encima de la cabeza. La vida sin dolor solo se puede apreciar después que se lo ha experimentado como una presencia constante.

Desde ese instante ando hecha una pascua. Encima de aquello, cual cereza del pastel, me fui a Quito tres días, con reunión de trabajo muy estimulante, almuerzo glamoroso y farra nocturna. ¡Uy, la farra nocturna! Señoras, señores, si no han bailado en mucho tiempo y su vida está bastante bien sin hacerlo, evítenlo. La noche del viernes se despertó el monstruo. Y el monstruo quiere mover los pies, menear las caderas, bailar la gasolina hasta abajo (como hizo la Lola en su momento), saltar con el don de Miranda. Y el monstruo tendrá que conformarse, de nuevo, con bailes de sillón, esos que uno hace de la cintura para arriba cuando escucha música y escribe en el computador. (Ajá, adivinó usted, lo hacía mientras escribía estas líneas, ¿tanto se nota?). Lo que agradezco, eso si, es darme cuenta que aunque le costó tomar el ritmo y tuvo que vencer al aburrido “mejor estaríamos conversando en casa”, el cuerpo recuerda: los pies se saben los pasos, la cintura se quiebra como en aquellos días y esos lugares.

Ya se me pasará. Qué lastima andar tan festiva y que todos sigan tan… ¡normales! La miss G con nostalgias de madurez, la señora A con corajes reprimidos, el señor V hablando de literatura, la doctora D armando maletas, mi señor P con los mil diablos por la cliente más desgraciada del ruedo, el príncipe F con junta directiva, doña R entre malabares de hijos y oficina, la Nena tan lejana, la Goopi de madre ejemplar. Me queda apenas este territorio imaginario para invitarlos a todos a bailar, a charla con vinos, a dolor de barrigas de tanta risa. ¿Se animan?

¡¡ULTIMA HORA!! La revista Habla me incluyó en los seis mejores posts de la semana. Que conste que no soborné a nadie (como otras), bueno, al editor le llevé brownies el sábado, ¿será por eso? Y también hay un invaluable chiste (casi interno) acerca del artículo sobre blogs que se publicó en diario Expreso este lunes.

domingo, 12 de febrero de 2006

Happy Bernie to you!

Cuando pasa en tu vida lo que pensaste que jamás pasaría, cuando pierdes lo que deseabas eterno e inmutable, aprendes de golpe la lección vacía tantas veces repetida: solo cuenta el Amor y cuánto, cómo, cuánto lo expresamos, cuánto le permitimos obrar sus milagros en nuestras vidas. Entonces miras a los lados y ves con quiénes cuentas, a dónde irías a buscar eso que ahora te falta, con quiénes pasarías esos momentos aparentemente simples pero que con la sencilla presencia te dan el calor que solo te da la compañía humana.

Así yo subo un piso hasta tu puerta muchos días, invitada o no, y me encuentro con ese ambiente que me conecta con gran parte de mi vida: ahí están desde siempre los gritos, las risas y ustedes, más viejos, más sabios, más dulces. Las batonas y el piano, el olor a café que se cuela por los tragaluces, las conversaciones sobre el último artículo, el próximo programa, los libros comentados y prestados, la sagrada novela de las ocho y media, y el libro en la mano, la puerta entrecerrada y el aire prendido toda la noche.

Estás tú frente a algún teclado, del piano o el computador. Está esa mirada que a veces es ausente, otras enfocada. Está el hacer estación de charla contigo y luego por separado con tu mujer, porque tú acaparas cualquier conversación. Estás presente además en los mejores recuerdos y me extendiste tu mano y tus ojos (con la hidráulica cada vez más descompuesta) en los momentos difíciles.

Quisiera que un abrazo mío te regalara todas las certezas y te ahuyentara todos los miedos. Quisiera que el amor alcanzara para todo y para todos. Sé que un día nos despediremos y en ese día, tal como hoy, te daré las gracias por tanta lección aprendida y por el parentesco totalmente correspondido.¡Salud!

jueves, 9 de febrero de 2006

Aires nuevos del norte cercano

Lean algo distinto acerca de la Colombia vecina, para que vean que no TODO el país está fascinado con Uribe. Muy recomendado el artículo de Opinión ¡Ay, Colombita!, de Carlos Villar Borda, genial maestro de siempre.

Un pasquín, el periódico de la O

miércoles, 1 de febrero de 2006

Revuelto de emociones

El bienvenido viento de la tarde entra con fuerza por la ventana del cuarto trasero, el que da a partes laterales de edificios feos pero por el que se recorta un cielo de postal con nubes en todos los tonos que van del gris al blanco en un fondo de azul celeste.

En una ventana del chat converso con la Bebé sobre el nacimiento de SU bebé, mi sobrino. Me cuenta el avance del cuarto. Escogemos por internet el diseño para unas tarjetas que le voy a hacer al chiquitín con los datos de su nacimiento. Son pequeños dibujos dulcemente cursis, cosas de mujeres, peor, cosas de madres, de esas que provocan aquellos “ooooooh” que los hombres detestan (¿y qué?).

En la computadora suena el disco de Jaime Cullum, con esa encantadora mezcla entre optimismo upbeat, virtuosismo al piano y melancolía jazzera. Con el perdón de Gene Kelly, “Singing in the rain” se siente más nueva que el primer día. El mismo disco suena en diferente tiempo en una computadora remota, que fue la que me originó la pica de escuchar al jovencito británico. (The British rule! London or Death!).

Recibo las malas noticias de Paulette Goddard, la vecina de blog, la compañera de interminables charlas en chat y en vivo. Su hija canina tiene un diagnóstico fatal. Al lado de ella, apenas soy aprendiz de “animal freak” (quien te "insultó" así no sabía que te estaba definiendo, querida). Recuerdo a mi querida compañera de adolescencia, ella, que se creía humana y encima, humana cascarrabias.

Más temprano fijé para la noche una cita para tomar café con una amiga de amistad reciente. Una sorpresa de mujer, una demostración de que la persona no es el personaje. Se irá pronto a vivir afuera por varios años y desde que lo sé, que fue el día en que nos conocimos, tengo nostalgia de esa ausencia. La amistad crecerá, lo sé, en la distancia, pero ¡justo ahora que estoy en la onda de practicar la presencia, doctora!

Suena el teléfono y una de mis madres queridas me llama. Conversamos poco pero muy significativo. Me lanza piropos que, viniendo de una mujer tan brillante como ella, me inflan el ego cual pecho de… ¿cómo se llama el bicho ese? (Este es un momento Tere, en que la llamaría a preguntar y se burlaría de mi por no recordarlo si es algo que SÉ). Me duele su dolor, su incertidumbre, tanto más grave en su actual situación de vida. Es tan poco lo que puedo hacer. Y lo hago. Voy a cruzar la puerta para ir a darle/recibir un abrazo. Las dos lo necesitamos.