lunes, 16 de octubre de 2006

Una frase apenas

Los resultados electorales de ayer en Ecuador no me dejan indiferente, sin embargo, no quiero abonar con palabras al asombro, la desilusión, el desconcierto. (Y sé que al elegir esos adjetivos estoy haciendo precisamente eso: dar una opinión, reflejar un estado de ánimo). Si me preguntan hoy qué voy a hacer el 26 de noviembre frente a ESA papeleta delirante, la respuesta es: aún no lo sé. Y me jode, me cabrea, me fastidia tener que tomar esta decisión: nulo, el "coronel mandarina" o el "comandante bananas". La reacción de Roldós fue tan políticamente incorrecta como auténtica: cáncer o sida. Frente a esa dicotomía simplista, uno se llena de preguntas, ambos males son tratables.

Casi se me olvida, la frase es esta, una de mis máximas favoritas: "Dios proteje a los niños y a los idiotas". En el Ecuador, caemos en al menos una de estas categorías. Frente a este momento, de verdad, nos queda sólo la invocación a la protección divina.

jueves, 12 de octubre de 2006

El arte del yo-ísmo o la conciencia de la soledad

Si, si, la palabra es egoísmo, otra adecuada es egocentrismo, pero qué mas da, me supieron a muy sicológicas y el personaje que quiero describir es mucho más que eso, es surrealista, patológica, histriónica, heliocéntrica, si se quiere. Eso y más.

Si a usted, estimado lector, viene un día su nieta a contarle que ha dado el pago inicial de una casa en una bonita urbanización con club, piscina y cancha de fútbol en césped, ¿cuál sería su reacción inicial?

A. Alegrarse por el paso dado y proceder de inmediato a la felicitación de la infrascrita nieta.

B. Preocuparse por cómo va a hacer esta muchachita (a la que usted ayer le hacía las trenzas para enviarla al jardín) para pagar esa deuda y enrollarse con la maquinación de cómo podría hacer usted para ayudarla… y luego, proceder con las felicitaciones.

C. Pedir más información sobre el sitio, demostrar interés, felicitar, preguntar el cómo, dónde y cuándo. Y, cómo no, seguir con la felicitación.

D. Cambiar el sentido del momento (que obviamente debería pertenecer a la persona que viene con la noticia) y convertirlo en algo acerca de USTED. De cómo USTED se va a quedar más sola, de cómo USTED ha pensado que cuando se ponga más vieja no va a aceptar que le pongan una enfermera o empleada sino que ha decidido ir a meterse a un asilo al otro lado de la ciudad y que por lo tanto la nieta mejor de una vez la considere como muerta. Y luego, forzada por las quejas de su nieta, masculle un “mealegro” pero luego proceda a continuar con el tema de que la casa en que USTED vive pertenece en realidad a la nieta y que por lo tanto cuando ella quiera le puede pedir que se vaya de “su” casa…

Cuando el 99% de los lectores podrían haber escogido las opciones de la “A” a la “C”, o variaciones de las mismas, yo recibí esta tarde la opción “D”. La esperaba, frase por frase, lo he vivido desde siempre, ni siquiera me sorprendió. Lo viví, en ese momento si con mucho dolor, cuando le conté que estaba embarazada y tras un largo silencio, se levantó, me dio la mano y se dirigió sin más trámite a sus aposentos. Estoy segura que podría contarle que me gane el Nobel de la Paz, el gordo de la Lotería, o la presidencia de la República, SIEMPRE de alguna torcida manera maquinada por su torcida mente sería acerca de ella.

Ya no duelen sus reacciones, créanme. Duele, si, la conciencia de la orfandad, de saber que de esa última, única, vertiente de sangre directa que me queda no hay nada para mí. Nunca lo hubo, jamás lo habrá. Ella ocupa todos los espacios existentes en su universo. Otro botón: la muerte de su hija fue algo que le pasó a ella no la desaparición de este mundo de una mujer maravillosa que hubiera debido vivir muchos más días. A esta persona, mi abuela materna, la debió inventar un escritor ruso, es casi imposible que sea real. Pero lo es.

lunes, 2 de octubre de 2006

Despedidas

Nos despedimos de algo, de alguien, todos los días. Tenemos corazón de viaje, dijo algún poeta, y es él quien nos lleva sutilmente hacia los finales de aquello que iniciamos. Nos quedamos con tan poco: recuerdos, fotos, canciones, versos, escenas, frases, aromas. Si tenemos suerte, conservamos afectos escogidos entre las mareas de rostros que vamos acumulando en la memoria, en la mayoría de los casos, demasiado frágil, tremendamente implacable.

Nos despedimos de personas, lugares, objetos, ideas. También de los que fuimos: un día nos miramos al espejo y nos gusta lo que vemos, o nos vemos en una foto y nos da una mezcla de ternura y compasión por aquello que fuimos. Fantaseamos alguna vez con volver en el tiempo con la ventaja de las experiencias adquiridas, de las actitudes ganadas a golpes y caricias. No hay tal, el pasado no existe, apenas como un slide show, un cuento ilustrado en los ojos de quienes han sido nuestros testigos por varios, muchos, todos los años.

Un día te despides de la persona que tenía el registro de tu vida desde antes que vieras la luz. Un día miras las fotos de bebé de tu hija y comparas con la pequeña persona que se para a tu lado a hacerte mil preguntas y sientes, comprendes, las miradas de tu madre. Para ellas/nosotras siempre estará vigente esa impronta de fuego que es la primera vez que se mira el cuerpo que se formó en la oscuridad de nuestro interior, cobijado en el sonido de nuestros latidos.

Llega alguna vez algún reencuentro, en una calle, un centro comercial, una llamada, te enfrentas con algún rostro querido y el cariño es igual y se hacen la promesa de volverse a ver, pero es en vano, lo que no se ató firme es difícil reanudarlo cuando pasan las circunstancias que te mantenían cerca. En contraste, hay gente con la que no importa el tiempo transcurrido, la conversación tan solo continúa, se actualiza y se desarrolla tal como antes, como siempre.

Tiempo de comienzos, tiempo de cambios, es también tiempo de despedidas. Da igual que se trate de una amiga entrañable, de una agradable voz que te acompañaba por la radio en el camino a través de la ciudad, de una casa, una ciudad, un país, un compañero de vida (aclaro, no es mi caso), una juventud que no puedes establecer en qué momento terminó. En cada despedida también das la bienvenida a nuevas y distintas posibilidades. Y a tu lado están los que has cosechado en el camino, los que te llevas bajo el brazo a dónde sea que vayas, los que llevas marcados en las cicatrices del corazón. A veces duele, a veces causa expectativa, nunca pasa sin dejar huellas.

Ya lo puso William Shakespeare en labios de su Julieta: “despedirse es un pesar tan dulce”/”parting is such sweet sorrow”. ¿Cuál es la despedida que más te ha costado? ¿Cuál la que más te ha enriquecido/beneficiado? Yo empiezo con dos respuestas brevísimas: la muerte de mi madre y haberme ido a vivir sola un año a Quito.

jueves, 14 de septiembre de 2006

Postales musicales de una tarde de miércoles

A media tarde una camioneta parqueada junto a la ventana de mi comedor emitía unos boleros interpretados por Los Panchos. El viento entró por la cortina junto con eso de “El mar y el cielo se ven igual de azules /y en la distancia parece que se unen /mejor es que recuerdes que el cielo es siempre cielo /que nunca, nunca, nunca el mar lo alcanzará. /Permíteme igualarme con el cielo, que a ti te corresponde ser el mar”. (¡Veneno!)

Caminé hasta la computadora e ingresé al sitio web de Jorge Drexler que emite en repetición ad infinitum “Transoceánica”, el primer sencillo del disco que se lanza el próximo lunes. Repito y aprendo y no me indigesto de estos versos: “Nada parece pasar página a este anhelo, todo, menos lánguido, /cuál es la lógica de que se abra para mi tu boca tan magnífica /dame calma y dame vértigo, ven a llenar mis pocas horas lúcidas /extraño método de ahogar la sed aquí, lejos de tu lágrima. /Y uno no recuerda hasta que punto nació para eso /ni todo el amor al que puede tener acceso”. (No puedo esperar a escuchar más y más).

El atardecer me encontró frente al televisor, en esas breves y afortunadas ocasiones en que logro cambiar del habitual canal infantil y un aspirante a Ídolo Latinoamericano se atrevió, se lanzó, se cantó ese clásico rockolero que de tan subterráneo absurdamente se volvió “cool”. “No te apures compañero si me destrozo la boca, /no te apures que es que quiero con el filo de esta copa /borrar la huella de un beso traicionero que me dio. /Mozooo, sírveme en la copa rota, sírveme que me destroza esta fiebre de obsesión, /mozoooo, sírvame la copa rota quiero sangrar gota a gota el veneno de su amor”. (Esto no es una canción, señores, esto es una escena).

Entrada la noche, el canal MTV tenía su programa “Essential” dedicado a Depeche Mode. Supongo que es la manera de explicar a los preadolescentes que consumen el canal quienes son los grandes que vienen detrás. Impresionante la evolución de Dave Gaham en sus fases pre droga, hecho mierda en la droga y rehabilitado. “Words like violence /break the silence /come crashing in /into my little world /painful to me /pierce right through me /can´t you understand /oh my little girl. /All I ever wanted /all I ever needed /is here in my arms /words are very unnecessary /they can only do harm”.

Como para terminar este día musical de manera fantástica, caigo en el canal Film & Arts y reconozco un rostro que antes solo había visto en la recreación de su vida en la película “Hillary and Jackie”. Una mujer joven, rubia, hermosa sin ser exageradamente guapa, con una apariencia que más parecía la de una hippie del “flower power” que la de una de las mejores cellistas de la historia. Jacqueline du Pré abrazaba con las rodillas su violoncello y movía sus manos, su cuerpo, sonreía, sentía, vibraba con la poderosa música de su instrumento. Mostraron escenas del documental que le hicieron junto a los músicos Itzhak Perlman, Zubin Mehta, Pinchas Zukerman y su marido Daniel Barenboim, tocando juntos el quinteto "La Trucha" de Shubert. Genios, jóvenes y saboreando la magia de su música, la fortuna de su encuentro. Perlman decía en la entrevista actual que cuando escucha cualquier pieza que hubieran tocado juntos siente que ella se las arruinó para siempre: “Escucho y pienso: está bien pero no es Jackie”. Indescriptible su interpretación del concierto para cello y orquesta de Elgar.

La música compone un tapiz de emociones, va dando una textura a nuestros días. Como la gente que encontramos en la vida, la que contactamos un instante -como el cajero que esta mañana hizo un hueco con sus manos sobre la mía para asegurarse que las monedas del vuelto no se fueran a desparramar; un gesto chico pero que evidencia cuidado al detalle- y las que llevamos cosidas a los bordes de la vida, entrelazadas en la fibra de nuestro ser. Aquellas a las que legaremos el recuerdo, la historia, la permanencia. Gente también como los músicos y poetas que elaboran las melodías y los versos que cantamos, gritamos, dejamos que penetren nuestras células y hagan parte del ritmo, la cadencia, la vibración de nuestra experiencia humana.

Termino con el fragmento de un poema que luego hicieron canción y que yo conocí primero como canción y luego como una creación de Mario Benedetti.

Por qué cantamos

Si cada hora viene con su muerte
si el tiempo es una cueva de ladrones
los aires ya no son los buenos aires
la vida es nada más que un blanco móvil

usted preguntará por qué cantamos

(..)

Cantamos porque el río está sonando
y cuando suena el río / suena el río
cantamos porque el cruel no tiene nombre
y en cambio tiene nombre su destino

cantamos porque el niño y porque todo
y porque algún futuro y porque el pueblo
cantamos porque los sobrevivientes
y nuestros muertos quieren que cantemos.

jueves, 7 de septiembre de 2006

Tu coherencia

Podría empezar diciendo, querido amigo, que me duele tu dolor como si fuera mío, porque es apenas el atisbo del que algún día todos hemos de tener: perder al amado o la compañera, despedirse de la vida transcurrida cogidos de esa mano y conversada con esos ojos.

Pero lo que quiero decir va más allá de la compasión genuina, pasa por una admiración cierta y decidida de un aspecto de tu personalidad que nunca ha sido tan evidente como en este momento tan duro de tu vida: tu coherencia total con tus ideas.

No haces como el hombre común ante la “noche oscura del alma”: aferrarse a la tabla de salvación que se llama FE. Esa que nos promete que hay una vida después de la muerte, que la esencia de lo que amamos no es el cuerpo que deja de funcionar un día sino un alma eterna que anima esta marioneta de carne, hueso y fluidos.

Me has dicho en el pasillo de la clínica “soy muy cartesiano, esto es, pienso luego existo”. Me has dicho también “cómo quisiera creer, los creyentes nunca pierden, Dios nunca pierde. Si alguien muere se dice que es la voluntad de Dios, si se salva que es un milagro”. Acaricias la idea de un Dios, rechazas de plano las prácticas de las religiones, sus contradicciones y su rigidez. Su falta, en fin, de humanismo, doctrina que predicas y practicas y en la que encuentras tantas simpatías con el Jesús de los evangelios, el que no callaba verdades, el que amaba a sus enemigos, el que dijo que el mandamiento nuevo y principal era “amar al prójimo como a ti mismo”.

En estos días son muchos los que desearían que te “convirtieras”, piensan que el mayor consuelo lo encontrarías en ese Dios cuya idea ponderas, cuya existencia acaso anhelas. Yo no pido tu cambio. Desde la vecina orilla de mi fe, te quiero decir que me has dado una muestra de templanza que pocos creyentes tienen. Has aceptado, sufrido, llorado todo lo sucedido, diría que hasta con estoicismo. (Aunque no has tenido problemas en llorar tu llanto en público y guardar tu duelo en el silencio que ahora inunda tu vida). Mucho más admirable frente a la angustia de la nada en la que, de acuerdo a tu racionalidad, se ha sumido tu/nuestra amada.

Estos son tiempos en que la gente acomoda hasta las opiniones más triviales con la corriente general. Los que tienen un Dios entregado desde la cuna, asimilado en la cultura, vivido únicamente a través de la tradición no investigan tanto, ni leen tanto, ni se interpelan tanto sobre el Dios posible como tú lo has hecho a lo largo de tu vida. Crees que no existe, pero cómo lo buscas, querido mío, cómo quisieras que alguien te pudiera demostrar cabalmente su existencia.

Hemos hablado muchas veces del tema. Concuerdo contigo en muchas cosas de la forma, en muchos cuestionamientos de la estructura. Como sabes mi ideología espiritual es una mezcla muy heterogénea de corrientes, centrada, eso si, en una firme devoción por Jesús el Cristo. No se me haría natural un vecino converso, clamando al cielo la gracia del Espíritu, emulando a los predicadores. Dudaría mucho de tu estado mental, a decir verdad. (Además, vamos, quién te aguantaría).

Sospecho, sin perjuicio de lo anterior, que en tu oración silenciosa le pides al Dios que si por si acaso existe la tenga a ella muy cerca de su corazón por sus muchas virtudes. Y que si acaso hay más vida después de esta, les permita reencontrarse. Y que luego de haberlo pensado por un instante, te sonríes sarcásticamente y piensas de nuevo en el absurdo y que un hombre de tu edad no debería estar hablando solo… porque puede ser que un día alguien empiece a darle las respuestas.

lunes, 28 de agosto de 2006

No somos más...

Cuando, junto a la cama de una habitación en el cuarto piso de una clínica, las palabras nos quedan cortas nos da igual recurrir a los libros sagrados que a los poetas. Me quedo con esta canción de Jorge Drexler, para ti, hermana. No nos quedará más que ser adultas...

La edad del cielo

No somos mas
Que una gota de luz,
una estrella fugaz,
una chispa, tan sólo,
en la edad del cielo.

No somos lo
que quisieramos ser,
solo un breve latir
en un silencio antiguo
con la edad del cielo.

Calma, todo está en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo….

No somos más
que un puñado de mar,
una broma de Dios,
un capricho del sol
del jardin del cielo.

No damos pie
entre tanto tic tac,
entre tanto Big Bang,
sólo un grano de sal
en el mar del cielo.

Calma,
todo está en calma,
deja que el beso dure,
deja que el tiempo cure,
deja que el alma
tenga la misma edad
que la edad del cielo.

martes, 22 de agosto de 2006

La pregunta de Barbara Walters

Hay anécdotas ficticias que pasan a la historia por reales aún cuando las personas involucradas aún están vivas y se esfuerzan mucho por negar su certeza. Le pasa a la periodista estadounidense Barbara Walters (yo quiero ser como ella cuando sea grande, aunque quizá, a estas alturas, ya sea en otra vida) con el cuento ese de que pregunta a todos sus entrevistados “si usted fuera un árbol, ¿qué árbol sería?”. Walters ha aclarado muchas veces que lo del árbol fue una respuesta que le dio espontáneamente Katherine Hepburn, sin que ella hubiera hecho directamente la pregunta. Sin embargo, la leyenda pega más que la realidad y en toda parodia que se hace de la Walters sale lo del árbol, eso, y que siempre hace llorar a sus entrevistados. (Casi siempre lo logra).

Me llegó a las manos una edición dominical del diario El Comercio de Lima, interesante, bien diagramado, temas extensos como corresponde a un domingo. Eché mano, como siempre hago con los diarios, de la sección de Clasificados. Y me encontré primero con que la sección de “Masajes” en realidad parecía de masajes, algo había allí de raro. Pero luego di con la sección “Relax” que abarca dos columnas, una página y luego dos columnas más. Al inicio de la sección está la siguiente advertencia “La lectura de esta clasificación es exclusiva para mayores de edad”. Si, claro.

Encontré lo típico, aunque siguen las alusiones a los “masajes”, ya que las damitas y caballeros que ofrecen sus servicios en algunos de los anuncios se refieren a si mismos como kinesiólogos. Hay muchas direcciones de internet, mucha referencia al lugar de origen, (colombiana, chilena, española, argentina, cuzqueñita, cajamarquina, charapita) al color de piel o tipo racial (rubia, piel canela, morenita, nissei, mulata, blanquita) e incluso, hecho novedoso, al estado civil. Así es, algunas se promocionan como “señoras”. También especifican si tienen o no departamento, es decir si reciben visitas o si dan servicio a domicilio. Los rangos de edad también son muy variados, aunque la mayoría están en el rango de 18-20, hay anuncios de mujeres de más de 30 hasta una de 45, que se describe como una nena argentina,

Para muestra algunos botones:

Aldair Activo tipo árabe extremadamente M.B.D. (¿?) velludo 1,80m potente. Que alguien me explique/adivine/deduzca qué puede ser MDB.
Adorable Nissei t/vedett trato d/amante sin limitaciones servicio especial c/departamento. ¿Trato de amante? Llama a tu casa, te pide que dejes a tu familia…
Alexsa señora exclusiva atractiva b/figura a/damas caballeros modernos c/accesorios.
Amore shemale Exclusiva kinesiologa(o) impresionante rubiecita apasionada b/figura c/lencería (modernos). Para lo que queda la modernidad…
Bellísima gringuita natural 18 anfitriona A1 impactante. ¿Cuáles son las artificiales? ¿Las nacionalizadas?
Cubana morocha 1.80 42B exuberante c/departamento A/Hoteles un mujeron. ¡42B! Es gorda, eso da otro sentido a la palabra “mujerón”..
Gordita bonita señora blanquita caballeros t/edad ¡solita! Toda tierna ella…
Jonatan Atención a damas buen servicio m/discreción momentos agradables y placenteros. El único hombre que ofrecía sus servicios solo a mujeres.
Xioxana Sra. Charapita riquísima ¡excelente servicio! Caballeros exigentes 3.edad paciente. ¡Para que no digan que no les tienen paciencia!

Yo no seré como la Walters, no lo negaré cuando me insistan mis biógrafos. Yo si hice esta pregunta:

Si usted fuera a ofrecer sus servicios sexuales en un anuncio clasificado, ¿cómo lo redactaría?

lunes, 14 de agosto de 2006

Fidel viste de Adidas

Eduardo Varas es un hombre observador. El ha notado, supongo que al igual que muchos, que en la foto publicada hoy en los diarios de todo el mundo que demuestra que Fidel Castro está vivo éste viste una impecable sudadera que exhibe sobre su pecho derecho el logotipo de la marca Adidas. Dirán, es alemana, no yanqui. Yo digo, globalizadora, multinacional, imperialista. Además contradictoria, irónica, graciosa.

¿Qué tienen en común Fidel Castro y David Beckham? Ese loguito en el pecho...

La prenda que luce el comandante Castro luce, como no, los colores de la bandera cubana, principalmente blanco, con rayas rojas y detalles laterales en azul. La imagen es íntima, casi familiar, un anciano sentado en una silla al pie de una cama, cubierta por un edredón acolchado, al fondo un objeto indeterminado reposa sobre la cabecera y detrás se aprecia lo que parecen ser las puertas de un closet. La habitación es sobria, austera. El sujeto mira fijamente a la cámara, está bien peinado, su barba recortada y sostiene entre sus manos un periódico, el suplemento especial del Granma por el cumpleaños ochenta del presidente del partido comunista cubano. ¿No les parece un poco retocado el diario? No me atrevo a negar que la foto sea auténtica sino que se ha trabajado un poco el área del periódico para aumentar su nitidez, para que se lea y se destaque que se trata de la edición del día.

Luego, en eluniverso.com he encontrado esta foto del revolucionario recibiendo la visita de su gran amigo, el presidente de Venezuela Hugo Chávez. Para esta ocasión el ilustre convaleciente luce una camisa de algodón de color rojo intenso, rojo comunismo, rojo hemorragia en coordinación con la camisa del mismo tono que viste el mandatario amigo. Chávez lleva una camiseta interior, suponemos que los hospitales cubanos le dan frío. Los uniformaron, parece. Los dos están comiendo de un tarrito como de yogur o natilla, aunque en esta ocasión no aparecen marcas.

"Fidelito, tome su compota, abuelito"

Es una lástima, a los seguidores del mundo les hubiera gustado también saber qué yogur toma Fidel, a lo mejor, podrían patentarlo como el secreto de su longevidad y su permanencia en el poder. Ah, lo uno nada tiene que ver con lo otro, es cierto.

¿Le pagará Adidas a Castro lo mismo que le paga digamos, a David Beckham? Aunque no pude encontrar en la página web de la marca un modelito de chaqueta “revolución cubana”, de los que encontré oscilan entre los 85 y los 60 dólares. Hay un modelo muy moderno llamado B-cool, en rojo y negro que podría usar cuando se reúna a caminar digamos, con Vladimir Putin. Son otros tiempos, dudo que el premier ruso se aventure al verano caribeño para rendir los honores al octogenario mandatario.

¡Viva la globalización! Qué cosas escribo, la revolución… ¿o será la revolución de la globalización? Porque, como sabemos, la globalización de la revolución terminó mal, allá en Bolivia. ¡Viva Adidas! ¿Vive Fidel?

Addendum

Leyendo hoy El Boomeran(g) me encontré con estos dos artículos de Jean Francois Fogel, El rehén del poder y Gustavo Arcos. Más facetas a esta joya de suceso que estamos viviendo: la posibilidad de una Cuba sin Fidel.

miércoles, 9 de agosto de 2006

¡Cuarenta, Isabelita!

Es un número serio, señora. Los entendidos, todos mayores de cuarenta, dicen que a esta edad las mujeres alcanzamos la plenitud. Ya lo irá demostrando usted. Si sacamos cuentas, nos conocemos desde mis dieciocho y sus veinticuatro por tanto esta amistad llega también a una respetable docena de años. Esto también habrá que celebrarlo.

Mi amiga anda por el mundo con otros nombres, para mi es Isabelita como yo soy Teresita para ella. Es un chiste interno que de tan viejo se volvió costumbre. Nuestra amistad comenzó en la universidad, cuando yo era una recién graduada y ella una mujer trabajadora que tenía dos cosas muy importantes: independencia y auto.

Isabelita es una mujer valiente, que no temió cambiar de carrera con varios años de avance porque descubrió otra vocación. (Caramba, ¡qué coincidencia!) Tiene una mente brillante, un humor ácido y una honestidad inmutable. Buena representante de Leo, tiene una melena felina, una dulzura controlada pero transparente, un carácter que puede llegar a la explosión sobre todo frente a lo injusto, lo irracional. (Es decir que no me gustaría ver noticieros a su lado…) Cuando eligió al Flaco como su compañero de vida me pareció la afortunada unión entre dos grandes corazones que se esfuerzan por no ser vulnerables. Sus dos maravillosos, brillantes, hijos son la confirmación de esa idea.

No es adepta a las demostraciones físicas de cariño pero lo demuestra con su presencia, su compañía. En las horas felices y las dolorosas, está. Tenemos muchísimas diferencias de opinión y sin embargo, nos encontramos en el medio, en algún lugar entre mi credulidad y su escepticismo, mi sentimentalismo y su practicidad.

Dices que no se te da lo cursi, ahora te toca, doña, aguantar esta edulcorada declaración de afecto. Te quiero, te admiro, te agradezco estos años de amistad, empezando por los años de “bohemia” y ahora con estos tiempos de bloggers, de nicks, de comments y de posts. Este “pos” va para “vos”.

miércoles, 2 de agosto de 2006

Sequía

La sequía de palabras nos ataca cuando y donde menos se espera. Frente a esta pantalla con su simulación de página en blanco, con sus reglitas de márgenes de alto y ancho. Frente a una ventanita de chat en que ya está todo dicho y no hay más o no se alcanza a decirlo y es lo mismo.

No queda más que iniciar el ejercicio de no escribir nada y dejar que al menos en la descripción de la aridez se avance algo la redacción y lleguemos a una extensión más o menos decente para que merezca ser publicada.

Aclaro que no se trata de escasez de temas, tengo varios, que no voy a comentar porque si los explico sería como estarlos escribiendo. Y, peor, mal escribiéndolos y eso, después, me va a dar coraje y sensación de desperdicio. Ya se conocen bien los efectos de la ira de los dioses, imaginen no más cómo serán las de las diosas. E insisto, me siento discapacitada del tendón que estira y afloja las palabras, que permite la selección ágil y afortunada de verbos, adjetivos, sustantivos para expresar las ideas, los giros, las intenciones.

La noche avanza y el cuerpo pide sueño. La noche avanza y la página en blanco exige texto. Me detengo, pienso y aventuro una conclusión: estoy viviendo una planicie. Una llanura de emociones, una calma de eventos, una rutinita cómoda, adormecedora, bienvenida. Un silencio.

Hago una pausa para cantar bajito la estrofa de la canción que escucho: “onda de mar donde flota este blues, tú u uuuu…” ,y me dejo llevar por la melodía, “tienes la culpa de este bolero que se ha adueñado de mi, tú u u uuu…”. Escucho, disfruto, y reparo en la frase que viene luego, “esta canción quiere estar donde estás tú”. Y es cierto. Tu ausencia en mi cama contribuye a estos efectos.

Sequía de palabras, melancolía, matizado con ataques sorpresivos de nostalgia, una amiga mía diría que estoy hormonal. Yo digo que estoy normal. Excepto por las palabras. Préstame algunas. O algún secreto para destapar el bloqueo.