lunes, 23 de mayo de 2005

El túnel del equilibrio

Desde el 2004 en Guayaquil existen dos túneles que conectan el Malecón y la calle Boyacá con la avenida Pedro Menéndez Gilbert. Atraviesan el cerro Santa Ana y el cerro del Carmen, respectivamente, cavernas inmensas forradas de concreto, llenas de luces, con tres carriles cada uno. Gran solucion al trafico que sale del centro hacia el Norte de la ciudad. Son mi atajo preferido, frente a la opcion de pasar por la siempre peligrosa calle Loja en la ida y por la vuelta larga alrededor del cementerio, tambien en barrio no tan recomendable, solitario y oscuro.

Recuerdo que cuando los tuneles se inauguraron se comentó en la prensa que no seria necesario encender las luces de los autos en su interior, dado que contaban con suficiente iluminacion para el trayecto. Sin embargo, el conductor que los usa sabe desde hace tiempo que si bien las luces no son necesarias para ver el camino si lo son para advertir a los demas conductores de su presencia, especialmente en el momento de llegar a las salidas. Pero el uso de luces era opcional, hasta hace poco.

Hace algo asi como dos meses la Comisión de Tránsito del Guayas instaló grandes señales de tráfico en los alrededores de los accesos a los tuneles que indican que a) se debe encender las luces, b) se prohibe cambiarse de carril y c) que se debe respetar la velocidad maxima de 50 kms por hora, y que dicha velocidad se monitorea por cámaras de seguridad.

¿A que obedece la disposicion de la velocidad? Mi hipotesis es que algo tiene que ver el factor estructural de la obra de ingenieria que son los tuneles. La vibracion de miles de carros que los atraviesan cada dia tiene un mayor efecto mientras mayor sea la velocidad de los vehiculos. Es decir, si queremos tener tuneles para rato, tenemos que cuidar nuestra velocidad. Y bueno, la norma de no cambiarse de carril tiene que ver con el monitoreo, para poder controlar la velocidad del carro X, este tiene que seguir el mismo trayecto durante todo el recorrido, de modo que se pueda calcular e identificar a los que estan pasandose del limite.

Desde que se impuso la norma traté de respetarla, pero, claro, solo he ha hecho costumbre general desde que los patrulleros empezaron a esperar a los conductores en la salida de cada tunel. Mi carro ha sido detenido dos veces, las dos por error. En la primera ocasion a mi esposo lo multaron, ya que no habia otro motivo para hacerlo, por no tener puesto el cinturon de seguridad. (Que ya era hora que le pase, y desde entonces lo usa. No sirvieron mis argumentos de seguridad, tenia que venir un vigilante a obligarlo). En la segunda yo estaba sola y el vigilante enseguida acepto que se habia equivocado de auto. Eso, si, desde la primera oportunidad, el punto para apagar las luces ha cambiado de la abertura del tunel al sitio de control de los vigilantes.

Me fascina ir dentro del tunel, controlando la velocidad del carro. Siento que se vuelve un ejercicio de autocontrol, una experiencia de disciplina. No me importa que el unico estimulo que funcione sea el negativo, el de que los vigilantes PUEDAN estar esperando afuera con el castigo de una citacion o, para muchos, el pago de una coima. No me molesta que el trayecto se haya vuelto un poco mas lento y que esa pista de carreras que eran los tuneles se convirtiera en una cuasi procesion. Pienso que el ejercicio es valido para (ojalá) moldear la mente de los guayaquileños hacia el orden y el respeto, hacia saber que se debe y puede respetar una norma dada por argumentos validos. De ahi a saber que la basura NO SE BOTA por la ventana, que no se escupe en la vereda, que los niños (y los adultos) pueden aguantarse las ganas de hacer pipi hasta encontrar un lugar donde hacerlo, que la calle se cruza en la esquina, creo, aspiro, confio, hay un paso. ¿Optimista? Siempre.


miércoles, 4 de mayo de 2005

Las madres que tengo

Tuve, tengo, me corre por las venas, una madre excepcional, compleja, completa, entregada aunque independiente, una diosa en sí misma. Dueña de una seguridad a toda prueba, luchadora, trabajadora, maestra en todo momento y en todo lugar. Me enseñó a ser, sin muchas palabras, sin una colección de máximas, tan solo con el ejemplo de su día a día de trabajo a doble jornada, de manejar todo el día por toda la ciudad y aún así separar tiempo y energía para compartir conmigo momentos especiales.

Ahora soy yo quien recorre la ciudad de un extremo a otro, recorriendo los caminos que ella me enseñó para evadir el tráfico, y siento que en ese detalle sencillo me enseñó una verdad más grande como puede ser que el camino principal, el más concurrido, el lleno de tráfico no siempre es el mejor para llegar al mismo destino que el resto, que solo conoce una manera de llegar.

Ahora vivo en el centro y recuerdo nuestras caminatas en época de vacaciones, cuando la acompañaba a bancos, almacenes, oficinas. El paseo siempre terminaba con un helado en La Palma o en el café de alguno de los hoteles de la zona. Parqueaba el carro lejos para evitar los cuidadores callejeros -los detestaba- y hacíamos que la mañana rindiera para muchos meses. Ja! Digo “hacíamos”, ella lo hacía y yo la seguía.

Tengo, tuve, una madre que fue madre soltera, que eligió darme vida cuando todo a su alrededor le pedía mi muerte. Y era mujer alegre, madre generosa pero firme, siempre joven, rodeada de jóvenes. Hace poco una compañera de colegio que se encuentra en la misma situación de vida que mi mami me dijo que siempre la recuerda cuando tiene ganas de quejarse. Recuerda su actitud de “si, la vida es dura, ¿y que?” y eso la ayuda a seguir adelante, a sonreír y disfrutar de sus hijos un día mas. El regalo multiplicador del ejemplo.

Tengo, tuve, una madre que eligió una muerte digna, sin esfuerzos desesperados. Que pidió un tratamiento no invasivo para su enfermedad y asumió con valentía las consecuencias cuando todo el mundo le decía que las posibilidades de éxito eran mínimas. Que rechazó el intento de aplicar una quimioterapia que solo la iba a debilitar mas de modo que los meses que pudiera ganar de vida fueran apenas una agonía prolongada, una tortura extendida. Que aceptó la llegada de la hermana muerte con una sonrisa, con el desprendimiento de saber que el camino no termina en ese umbral.

Tengo, tuve, una madre que me dio cosquillas, canciones, cuentos, anécdotas, collares, anillos, libros, consejos, que salía a cualquier hora a recogerme a cualquier lugar, que me dio protección, estructura, amor, amor, amor, amor. Ese amor que aun siento igual que la mañana en que me puso su mano flaca, que copiaron sus genes en mis manos, sobre el corazón y sentí una inundación de emoción, de calor, de AMOR que llevaré conmigo para siempre.

Ahora en el vacío de su espacio físico en mi vida, descubro y agradezco a las otras madres que tengo, las que me acompañaron desde antes, las que me quedaron, las que comparten su amor conmigo, las que admiro y a las que acudo cuando necesito un abrazo, una sonrisa, una buena conversación. Las que encarnan en si, la presencia del amor de mi mamá.

Está Evelina, madre tan distinta a la mía, pero de quien aprendí tantos detalles, tantas actitudes que son parte de mi vida. A quien quiero con una ternura que ella no se alcanza a imaginar, a quien quisiera proteger de tanta gente a su alrededor que quiere algo de ella, supermujer resuelvevidas. Eve gritona, Eve genial, Eve empresaria, Eve musical.

Está María Isabel, madre en esencia tan similar a mi Tere, dulce como el pan, práctica como la luz del sol, hermosa, cálida, recursiva, singular. Ella sí que sabe cuánto la quiere porque lo percibe, lo intuye, lo recibe. Y también lo da.

También está Mercy, la espiritual Mercy, la Mercy con la que uno empieza y no termina de hablar nunca, igual que con su hija querida. La Mercy que me recibió en un abrazo sin palabras la tarde de octubre en que venía de escuchar que no había marcha atrás con la enfermedad de mi mami, que la ventana de oportunidad para una operación salvadora se había cerrado para siempre. Fui hasta ella porque necesitaba un abrazo de mamá. Lo encontré y sé que esta allí para siempre.

Estas madres son un poco madres mías porque son las mujeres que trajeron al mundo a las hermanas que la vida me regaló, las hermanas del alma, las que cubren el rango de mi vida, mi infancia, mi adolescencia, mi paso a la adultez.

Está también la madre que llevo dentro, la que soy para Emilia. La que nació el 31 de octubre de 2002, a las 6 y 18 de la mañana, al mismo tiempo que esa vida en ebullición que es mi hija. La que desde entonces tiene las antenas sintonizadas a esa vocecita y a esa entonación de mi nuevo nombre: MAMI.

sábado, 16 de abril de 2005

Estupor

En este país donde una cree que casi nada la puede sorprender llega la sorpresa, se reinventa el absurdo: Lucio cada vez más dictador. Los pensamientos se me atropellan en la cabeza pero hay muy poco que pueda decir que no suene a repetido, a iluso, a inútil.

Dictadura... ¿cómo será? Estamos a punto de averiguarlo todos aquellos que en 1978 eramos aún chicos o aún no habían nacido. ¡Qué digo! Si lo estamos viviendo. Que todos los dioses y diosas del universo protejan a los valientes que protestan en las calles de Quito y a los inocentes que sufrirán la vejación del estado de emergencia.

sábado, 2 de abril de 2005

Euforia

2005 se perfila, a un trimestre de comenzado, como el año de los imposibles. Todo lo que pensé que no vería suceder en el tiempo de mi vida, o al menos en el futuro cercano compuesto de meses, años hasta décadas, está sucediendo.

Carlos, Príncipe de Gales, se casa con Camilla Parker-Bowles, Juan Pablo II muere en cosa de dos meses de deterioro fulminante. Abdalá Bucaram vuelve al Ecuador sin que se hubiera cumplido la condición de que León Febres-Cordero hubiera muerto antes. ¿Qué otras sorpresas nos depara? ¿Que Michael Shumacher pierda el campeonato de la Fórmula Uno? ¿La revelación de un contacto irrefutable con formas de vida extraterrestre? ¿La destitución deshonrosa de, digamos, el presidente George W. Bush, al puro estilo de su colega, Richard Nixon? ¿La elección de un papa, (¡Oh, Dios, latinoamericano o negro!) que traiga una ola de reforma integral a una institución que de caduca se cae en pedazos y pierde fieles por millones?

Si lo leía en las predicciones para el nuevo año a finales de 2004, me hubiera reído. Pero ese futuro improbable está aquí, nos cayó sobre la cabeza de repente, sin vacuna, sin previo aviso, con total sorpresa. Cada uno de estos eventos trae un cambio relativo en su ámbito particular. Los ingleses se tendrán que calar, quizá, a doña Camila como su reina, o al menos tendrán que aceptar que torcido y todo, ESE es un amor que ha resistido todas las pruebas. Lo del papa ni decirlo, es cambio, cambio de persona, de imagen, de estilo y, ojalá, de rumbo.

Abdalá, de guayabera blanca, trepado en el techo de una camioneta negra que recorre lentamente la avenida Nueve de Octubre, parece demasiado, parece cuento. Abdalá agitando los brazos, elevando los puños, triunfante, eufórico, contagiado y generador de la emoción de cada ser humano que, parado en esa calle, pone en él todo el imaginario de su compañero, su líder, su salvador. El guacharnaco, sabroso, irreverente, sudoroso, gritón, burlón, brillante, “loco que ama”. El Ecuador cambió en lo que duraron estos dos días de no creer, de no imaginar, de no haber planeado. El tablero político del Ecuador cambia con una patada, un puñetazo, un grito gutural del loco que ama. “Volvió”. “Está aquí”. Genios del eslogan, los roldosistas, que nada tienen de aquel del que usurparon el apellido para nombrar a su partido, Jaime Roldós.

Me reí, me doblé de la risa al escuchar el inicio de su discurso. Me reí de la imitación de Febres-Cordero, me reí de su machismo de estampa cuando menciona a sus ojos que lloraron a su su “santa madre”, a su “dolor de hombre cuando murió mi padre”, me desbaraté de la risa cuando nombró a los miembros de su familia con los típicos diminutivos por todos conocidos, con el frgenillo que arrastra los "Magria Grosita"... (curioso, Jacobito, Dalito, Lindita y Michelito, no llevan erre). Pero la risa llegó a la euforia cuando apareció el megalómano, el hombre predestinado, más grande que la vida, cuando dijo que Karol Wojtyla no quería morir hasta que EL estuviera de nuevo en su patria. ¡Qué grande! ¿Estamos acaso frente a un iluminado, cuando el líder espiritual del mundo, el considerado en la mitología católica como el representante de Dios en la tierra necesita el “´permiso” del señor Bucaram para que su espíritu deje el mundo material?

Entonces, tras el pedido del minuto de silencio, tras esa última maniobra de político genial que se mete así en el bolsillo a las viejitas beatas, a los ladrones que antes de robar se persignan, cambié de canal. Le dí lo que pidió: silencio. Fue suficiente. Ya había gozado del mayor acto del gran circo Ecuador con la llegada del mayor de sus payasos, el más visto, el más generador de emociones fuertes: lo odias o lo amas, y si lo amas, hasta eres capaz de amarlo en secreto (¿Recuerdan el voto vergonzante?).

Bienvenido, Loco. Ningún político activo en el país tiene tu carisma ni tu genio. El otro que había está de capa caída, disminuido físicamente, arrebatado de poder. El alcalde de Guayaquil saca cero en carisma, aunque tenga excelentes notas en administración y carácter. Tremendo año electoral que viviremos a partir de esta noche. Qué pena que se apresuraron en botarte.

Por eso, señoras, señores, niñas, niños, TENEMOS QUE CALARNOS A LUCIO,
tenemos que sufrirlo completo, de inicio a final,
para que nos toque a todos,
para que nos harte a todos,
para que no nos quede ninguna duda de su incompetencia,
para que nunca lo volvamos a elegir ni para loco del pueblo.

El 5 de febrero de 1997, Abdalá Bucaram aún no había tocado fondo, aún no había traicionado a su pueblo, aún no eran irrefutables las pruebas de su corrupción, su incapacidad, su desvergüenza. Ojalá que cuando vuelva a ser presidente (oh, lo será, no lo duden, lo será) lo dejen arrastrarnos bien por el lodo para que todos despierten. Para que no hagan falta providencias judiciales para que huya, para que la falta de acogida, refugio, perdón, compasión sean las que provoquen su escapada final.

jueves, 17 de marzo de 2005

Cancionero

10 ALBUMES DE MI COLECCION

11 episodios sinfónicos - Cerati.

El soundtrack de mi adolescencia vestido de frac estilo Principito.

Pure Ella - Ella Fitzgerald

20 canciones hermosas, 12 de los Gershwin incluidas, con esa gran voz de angel negro.

Tribalistas – Arnaldo Antunes, Carlinhos Brown, Marisa Monte.

Tres de los mejores músicos contemporáneos brasileros unidos en una ocasión única e irrepetible. “Eu gosto de você...”

Enemigos íntimos – Joaquín Sabina y Fito Páez.

Dos genios que juegan, crean, deslumbran, tanto ego reunido solo podía terminar mal para ellos e inmortal para la música.

Fina estampa – Caetano Veloso.

Canciones sin tiempo, arreglos magníficos y la voz de ese hombre...

Kiss me kiss me kiss me – The Cure.

Algo dark, algo difícil de escuchar las primeras veces pero unas letras... una música que te envuelve e hipnotiza. Además tantos y qué recuerdos.

The Joshua Tree – U2.

Es para mi gusto el disco más redondo, más completo de U2. Ya es un clásico pero la emoción es la misma cuando suena “Where the streets have no name” y pienso en las caminatas nocturnas por las calles polvorientas de Ballenita.

Esta boca es mía – Joaquín Sabina.

Aunque el disco Mentiras Piadosas es el que más quiero, este es el que más me gusta. Aquí están “Como un explorador”, “Mas de cien mentiras”, “Esta boca es mía”. Sabina en su mejor momento.

Alevosía – Luis Eduardo Aute.

Si, es el más conocido, quizá el más comercial. Pero qué bellas canciones, desde “Alevosía” y “Mojándolo todo”, hasta “Arrebato” y “Querencia”. Además con apariciones en coros de Javier Alvarez y Silvio Rodríguez.

Frank Sinatra - All the best.

Disco doble que se editó para los 80 años del señor de los ojos azules. Completo, recuerdos de una vida pasada que si no la tuve, hubiera deseado tenerla en plenos años 40 para ser una bobbysoxer que se desmayaba por el flaco.

¡Pero solo diez! se me quedaron fuera el primero de Joss Stone, varios de Fito, el resto de los de Sabina, los de Queen, las recopilaciones de James Brown, Billie Holiday y Sting, una joya que tengo de bossa nova de Verve Records, y el OST de Full Monty.

LOS DISCOS QUE ME DIO VERGUENZA ENCONTRAR


Uno de Arjona. ¡Recontraguác! Tengo que decir a mi favor que jamás lo he escuchado y que cuando Mercurio lo compró aún no conocía a Sabina y a Aute.

A farrear en Ecuador Volumen 4. Se me ocurrió comprarlo para tener música de baile por si algún día alguien se anima en casa. De más esta decir que nunca pasó.

RECIENTES ADQUISICIONES

A foreign sound - Caetano Veloso.
Caetano canta en inglés cosas tan disímiles como “Diana”, la que cantaba Paul Anka, “Something good”, del musical Sound of Music, y “Come as you are”, de Nirvana.

Música pa’planchar Volumen 2.
¡Un viaje al pasado total! Es la continuación de una recopilación del estilo que un tipo de la radio en Colombia bautizó como música de plancha. Tiene desde Yuri, Pandora, Flans, Rafaella Carrá, y cómo no, hasta Daniela Romo, pasando por Menudo, Mijares y Perales.

LAS CANCIONES QUE ESCUCHE AL HACER LA LISTA

Abre y Antología - Fito Páez (discos completos, el domingo vi el concierto en A&E)
I still haven’t found what I’m looking for – U2
Just my imagination – The Cranberries
Kiss me – Sixpence non the richer
Les Choristes – OST de la película francesa.

CANCIONES CON SIGNIFICADO

Mentiras piadosas – Joaquín Sabina
Slowly – Luis Eduardo Aute (
y si, quiero bailar un slow with you tonight...)
Un vestido y un amor – la original de Fito Páez y la versión de Caetano Veloso
With or without you – U2
Where the streets have no name –U2
I have a crush on you – Ella Fitzgerald
(se lo canto a la princess para dormirla) (...antes se la cantaba al papá en la orejita)
Bohemian rhapsody – Queen
(¿Hay una canción más delirante e inolvidable?)
I will survive – Gloria Gaynor
I got you (I feel good) – James Brown
Cheek to cheek – Cantada por Ella y Louis Armstrong
Mucho mejor – Los Rodríguez (un himno particular mucho antes de que existiera Brahma)
Can’t take my eyes off of you - Cantada por Lauryn Hill en clave de hip hop
Vivimos siempre juntos – Nacho Cano
(escuchada en el auto después de la boda).
Fell in love with a boy – Joss Stone
When we dance – Sting
(Amores imposibles de los buenos)

5 BLOGS A LOS QUE LE PASO LA POSTA

A Biela, porque nadie la ha nombrado aún.
A Ludovico, porque seguro habrá novedades interesantes.
A Lyla Boká, para saber qué se escucha en la sabana bogotana.
No tengo más blogs, los otros en mi lista dos ya respondieron...


martes, 15 de marzo de 2005

Eterno femenino

Ser mujer dónde se explica, bajo qué criterios se califica, cómo se aprende. Es acaso únicamente el marcador genético del doble cromosoma X el que nos infunde todo el ser femenino. Dónde reside el género, es acaso una esencia o un comportamiento, un espectáculo que montamos de acuerdo a la expectativa cultural del entorno y cada vez más de los medios globalizados y globalizantes. ¿Cuál es la raíz de mi ser mujer? ¿Cómo le enseño a mi hija a serlo?

Otra premisa: ¿tienen los hombres un lado femenino? ¿las mujeres un lado masculino? Me salta al recuerdo el extenso test de la BBC del que Chica ha puesto un enlace en su blog: ¿De qué sexo es tu cerebro? ¿Es acaso definible aquello? ¿De qué sexo es mi alma? ¿Qué es lo que considero femenino?

Un hombre al que admiro y quiero mucho me dijo una vez hace muchos años que yo representaba aquel ideal del eterno femenino, piropo inmenso que agradecí con rubor. ¿Qué exactamente quiso decir con eso? Lo pregunté entonces y -sé que estarás leyendo-, quiero entenderlo mejor ahora. Yo no soy niña de faldas ni de vestidos rosa, mi marca mientras crecía y mucho más en esos años había sido vestirme mucho de negro, casi siempre en pantalones. Lo del pelo corto es reciente, de unos siete, ocho años acá. Aunque me reconozco una cierta dulzura cuando tengo que defender una idea o exponer un razonamiento no hay atributos del género que me valgan. Si, me encanta maquillarme, me fascina adornarme, pero si quitamos todo eso, ¿qué es lo que queda? ¿qué es lo que hace que mi voz, mi estilo, mi sentir sea femenino?

Tampoco reside aquello únicamente en los atributos físicos, en una forma de caminar, o de vestir. Conozco una mujer que se viste, expresa, gesticula como hombre, es algo que va más allá de estar en pantalones, el corte de su ropa ES masculino, usa un reloj grande, en fin. Sin embargo, hay en ella un lado maternal, un deseo de protección, una dulzura que solo se capta al hablar con ella. Fue mi compañera en el curso de yoga así que al ir las conversaciones por un marco más bien espiritual la gente tiene que comunicar un lado más interno.

Me pregunto sobre ella ¿habrá elegido esa expresión masculina porque en su tiempo (tiene mas de 40 años) no había la aceptación o la apertura para una mujer que no quisiera seguir el rol tradicional de ser dócil, apagada, enfocada únicamente en el hogar y los hijos? ¿se habrá “convertido” externamente en un hombre para poder sentirse de igual a igual con ellos en el campo laboral? Pero por mas que lo oculte su ser mujer está allí, en su forma de relacionarse con los demás, en su manera de dar.

Hay mujeres a las que los hombres tratan como iguales, como seres asexuados, así como también hay mujeres a las que los hombres, aun sin dejar de considerarlas iguales, no pueden dejar pasar su ser mujer y reaccionar ante ello. Recuerdo ahora la escena con un amigo, que trabajaba con otra amiga en común y que tenían una relación muy peculiar, parecían dos niños huasos la mayor parte del tiempo. Un día salimos a comer los tres, yo lo noté y ella se quejó de que a ella él jamás tenía con ella ciertas atenciones, abrir la silla de la mesa, servirte la comida en el plato, ofrecerte probar de su comida. Nada, ella era un compinche más, a pesar de ser muy madre de familia, de tener un matrimonio muy bonito. (Pensándolo bien, junto a su esposo es otra). Pero simplemente no comunica ser mujer, en su trato diario es un ser humano sin género. Sin embargo, no puedo dejar de mencionarlo, con mi amigo ella tenía esa actitud de madre que te resuelve todos los problemas, desde la compra del super hasta la reunión que se postergó para la tarde. Y no, descarten la posibilidad de que hubiera un interés romántico hacia mi, no es esa la tónica de nuestra amistad.

¿Qué cualidades son las que consideramos al momento de definir el ser mujer, el eterno femenino? Se me ocurriría mencionar la intuición, la sensibilidad, la sensualidad, la capacidad de crear vida, de dar abrigo. ¿Es algo eternamente indefinible, un término inagotable? ¿O es simplemente una reacción visceral, presencial? Algo que se percibe en un conjunto global de físico, mente, estilo, energía; algo que llena los sentidos con el mensaje: MUJER.


Voy a copiarle el estilo a Sexy Sadie y preguntaré a la gentil audiencia femenina: ¿cuándo te sientes mujer? Y a la masculina: ¿cómo sabes que el ser humano que está delante es mujer? Por favor, no digan algo tan bobo como “mirándole el pecho...”.

martes, 22 de febrero de 2005

Despues de ti, ¿qué?

Listo, llegó Cupido, acertó con su flecha. El disparo inicial de la oxitoxina y la vasopresina que sirven para engancharnos se consolida con el intercambio de palabras, momentos, historias, besos. Llega la necesidad de compartir más, de vivir juntos, de hacerse promesas para toda la vida. Llega el momento del susto. “Toda la vida” es demasiado tiempo. Es una renuncia extendida a la experiencia de convivir, compartir, enamorarse de otras personas, esas que aún no conoces, esas promesas inciertas, esos sabores nuevos, esas pieles desconocidas, esas risas aún no cantadas.

Y ahora, ¿qué? ¿Es posible asumir el compromiso de la fidelidad? ¿Es racional pensar que una vez atados no te podrás volver a enamorar nunca más? Muchos llegan al matrimonio sin pensar siquiera que ellos podrían ser infieles, siempre tememos la infidelidad del otro, en especial, las mujeres de los hombres. Pero no se plantean la posibilidad de que un día te reencuentres con esos sentimientos nuevos, con la emoción del enamoramiento, la anticipación del encuentro, el calor en toda la piel que se activa con la cercanía.

Parto de dos premisas: no existe el único amor, como te lo pintan los boleros, si no, la gente no podría, digamos, enviudar y volverse a casar, o terminar una relación relativamente buena por diferencias de opiniones y seguir enamorándose. Además, entre los miles de personas que hay en el mundo habrá muchas con las que puedes tener muchas cosas en común, muchas personas de las que te puedes enamorar y con las que puedes tener relaciones igualmente buenas, saludables, productivas. En fin, buenos amores.

¿Más ansiedad? No, por el contrario, si ya elegiste uno por las razones correctas, con amor verdadero, con mucha dosis de compañerismo, con alegría en fin, para qué angustiarte por todos los que no tendrás o por los que conoces en el camino y te encantan y que, por haber elegido ya a alguien, tienes que dejar pasar. No te queda mas que decir “qué lindo” y desearles lo mejor del mundo (aunque eso no puedas ser tú). Porque así lo has elegido, porque hiciste un compromiso con alguien a quien amas y deseas respetar y honrar y eso es algo que eliges todos los días, hay días en que será mas fácil, otros mas difícil.

Porque soy yo quien eligió a Mercurio por todo lo que el es y no porque se me presente, digamos, Jude Law, Collin Farrel o Lenny Kravitz, voy a enloquecer del todo y, mas que nada, sentirme culpable por encontrarlos bonitos e interesantes. Como decían en las clases de catecismo, lo malo no es sentir sino consentir. Ahora, cuando encuentro a alguien que me parece hermoso en su conjunto pues nada, reconozco el sentimiento, lo disfruto en mi corazón y me comporto como una damita. Hacer cualquier otra cosa es hacer daño y de un tipo que no quisiera que me tocara experimentar.

El amor siempre evoluciona, nunca es el mismo, nuevas experiencias o nuevos niveles de madurez te enfrentan con nuevas preguntas y decisiones. Siempre y cuando la decisión de fondo, el compromiso de seguir con esa persona y no con ninguna otra del planeta, se mantenga ante la nueva información, todo marcha bien. La fidelidad es la reafirmación de una elección consciente, no un estado de gracia caído del cielo o una función que se activa con la suscripción de un contrato. Así, puedes recordar que un día cantaste Arrebato con Luis Eduardo Aute y que sigues sintiendo igual. Eligiendo igual.

“Contigo quemaré los días
y encenderé las noches,
los soles serán energía,
las lunas, un derroche...
Al fuego irán las felonías
de popes y fantoches
con nuestras propias cobardías
de culpas y reproches...

Sin ti...
lo que me resta por morir
es sólo un dato...
Contigo sé que volveré a sentir
el arrebato,
el arrebato de vivir".

miércoles, 2 de febrero de 2005

Pasen adelante

Sean bienvenidos a mi blog. Para empezar, hay mucha lectura por hacer. Estas cartas las empecé a escribir en enero del 2001, cuando inventé el blog sin saber que lo había inventado. Entonces, vivía en Quito, había dejado el periodismo hace poco tiempo y quise mantener activo el músculo de la redacción, pero con temas más personales, crónicas urbanas si quieren ponerles nombre.

Así, creé una lista de correo con mis amigos y les enviaba estas cartas semanales, recibía sus comentarios y se los reenviaba en un resumen. Fueron 10 cartas en total, desde "Día de Sol", hasta "Guayaquil". Al final de esa temporada me había casado por la iglesia (leer "Otilia y Daniel") y había regresado a vivir en Guayaquil. "Pongamos que hablo de Joaquín", lo escribí en Octubre de ese año pero nunca lo envié, así que es la única carta totalmente inédita.

Que lo disfruten y comenten. Como digo recientemente Long John Silver, el blog está servido
.

jueves, 11 de octubre de 2001

Pongamos que hablo de Joaquín

¡Abrid los oídos, mortales! La música no es sólo el reemplazo del silencio en el fondo de una charla o del recorrido en el carro. Tampoco es únicamente el golpeteo que nos obliga a contorsionar el organismo en una sucesión de movimientos de brazos, piernas, cintura, caderas. Una buena canción puede ser bálsamo para el corazón, agüita fresca para el espíritu, manjar para los oídos... (y por si acaso, nada que ver con el “manjar de los lunes” del noticiero de Ecuavisa, como si los goles se merecieran ese adjetivo).

Bajo este último criterio, en mi discoteca personal me he dedicado estos últimos años a recopilar la obra de dos soberbios cantautores, españoles los dos, cincuentones los dos, ambos relativamente desconocidos entre nosotros. Joaquín Sabina y Luis Eduardo Aute. Sabina para los ánimos irónicos y desencantados y Aute para los momentos apasionados e idealistas. Y bajo ese mismo criterio hoy me propongo darles una probadita de las estupendas letras de estos caballeros y, con suerte, estimularlos a que busquen escuchar como suenan con su respectiva música.

Si, si, seguro que de Sabina conocen “Oiga doctor”, la canción que desató una pequeña polémica en Guayaquil en los años del rock latino y claro, “Y nos dieron las diez”, a dúo con Rocío Durcal. Los salseros a lo mejor recuerdan “Medias negras”, en la versión de Willie Chirino. Y de Aute, son infaltables “Alevosía” o “Mojándolo todo” y hasta un “Slowly”.

Pero quizá nunca han oído del hombre que vive "en el número siete, calle melancolía", no escucharon "la canción de las noches perdidas, que se canta al filo de la madrugada", ni aprendieron aún que "ciertos engaños son narcóticos contra el mal de amor".

A sus cuarenta y diez, como reza en el disco “19 días y 500 noches”, Joaquín Sabina le ha cantado por igual a un desamor que es puro cinismo –“después de tanto tiempo al fin te has ido y, en vez de lamentarme, he decidido tomármelo con calma”--, a un amor que se prodiga entre muchas aves de paso –“a las flores de un día, que no duraban, que no dolían, que te besaban, que se perdían”, pero que a veces se perfila con el anhelo de una mujer perdida –"no hay nostalgia peor que añorar lo que nunca jamás sucedió"- o en la conquista de una mujer anhelada –“puedo ponerme triste y decir que me basta con ser tu enemigo, tu todo tu esclavo, tu fiebre, tu dueño”.

Sabina se ha burlado de los absurdos de la vida, a saber, con una oda a Cristina Onassis –"era tan pobre que no tenía más que dinero"-, y un guiño a su compatriota Pedro, -"Yo quiero ser una chica Almodóvar, como la Maura, como Victoria Abril, un poco lista, un poquitín boba, ir con Madonna en limousine". También señala con el dedo a los ex comunistas –"Ese tipo que va al club de golf , si lo hubieras visto ayer, dando gritos de ‘yankie go home’ coreando slogans de Fidel. Hoy tiene un adoquín en su despacho del muro de Berlín"- y, claro, a las maniáticas restricciones de la vida moderna –"Si lo quieres es vivir cien años no pruebes los licores del placer, si eres alérgico a los desengaños, olvídate de esa mujer. Cómprate una mascara antigas, mantente dentro de la ley. Si lo que quieres es vivir cien años, haz músculos de cinco a seis".

Y las mujeres, ah, las mujeres de Sabina. Ya quisiéramos todas que nos canten así. "Tu cuello es una rama para colgarme, tu mente un crucigrama sin terminar, tu ombligo anda buscando donde ocultarse, tu boca es un milagro de la humedad" ( Besos con sal). “Hay mujeres que tocan y curan, que besan y matan” , (Mujeres fatal). “Vivo justo detrás de la esquina no me acuerdo si tengo marido, si me quitas con arte el vestido te invito a champán”, le canta la señora que lo sedujo en un bar no sin antes advertirle que hay caprichos de amor que una dama no debe tener”.

Pero eso, sí se debe tener claro que con él, todo es un beso y adiós. “Anda, deja que te desabroche un botón, que se come con piel la manzana prohibida. Y tal vez no tengamos más noches y tal vez no seas tú, la mujer de mi vida”, (Y si amanece por fin).

Ahora anda retirado de los vicios, por problemas de salud, reformado pero igual de cínico. No ha producido nada nuevo pero hay buenos discos de recopilaciones por ahi rondando. Tengo uno en que sus canciones las cantan solo mujeres, pero qué mujeres: Ana Belén, Julieta Venegas, Chabela Vargas, Soledad Giménez...

Que viva Sabina, y aunque él ya no acompañe, habrá que alzar la copa por él.Seguro nos cantaría: "Todos me dicen, eh Sabina, ten cuidado con la nicotina, eh, Sabina, ten cuidado con el Patermina, eh, Sabina, ten cuidado con la Josefina, naranjas de la china, no, dame sexo y rocanrol"

PD: Con respecto al título, y con perdones a Mr. Mustard que ya le hizo un guiño en uno de sus posts, "Pongamos que hablo de Madrid" es una de sus canciones clásicas.

martes, 25 de septiembre de 2001

Guayaquil

Guayaquil es la bulla y la brisa del río. Son los pitos que gritan al primer conductor de la fila “¡¡¿qué, idiota, no ves que ya está en verde?!!”. Está en la infinita gama de chucherías que encuentran su mercado entre las mujeres de esta ciudad, siempre ávidas de estar a la moda, de verse lindas. En estos días va marcada en las sandalias, las blusitas ajustadas con adornos de letras o caricaturas, los jeans oscuros a la cadera y la carterita de mango corto.

Guayaquil vive en el voceador de rifas que escucho todas las mañanas y tardes por la ventana de mi cocina, que da al inicio de la Bahía. Es un hombre que si no lo es, al menos imita en algo el acento colombiano. Todos los días rifa (“a las cuatro de la tarde en la calle Colón”) algún premio, normalmente efectivo, 150, 300 dólares, una canasta de productos, algún electrodoméstico. Por las mañanas ofrece los boletos y en las tardes anuncia al ganador, “el señor tal y tal del puesto de tal cosa”. Una junta de beneficencia de los pobres, cuyo único fin es darle sustento al hombre de las rifas.

Aquella ventana de la cocina me trae el rumor de los equipos de sonido en exhibición, del puesto de compactos piratas y del de juegos de vídeo. A ratos domina algún sonido, casi siempre el de los discos que quizá quede junto a la pared de la casa. Al dueño de este puesto le gusta la salsa clásica, nada de merengue hip hop ni bachata o ballenato. Mercurio se la pasa diciendo que de esta casa vamos a aprender toda la “sabrosura tropical”, hay que ver los bailes que se inventa al son del Gran Combo.

Prestar atención a esos ruidos a través de una ventana y presenciarlos in situ es comparable a la diferencia entre escuchar la novela Camay por la radio y ver “Betty, la fea” en horario estelar. Al de las rifas me lo imaginaba pedaleando un triciclo adornado con cartulinas escritas a mano, pero no, anda a pie con un canguro al cinto y megáfono en mano. Como la calle es estrecha y pasa llena de peatones y uno que otro carro que se abre paso penosamente entre la gente, el triciclo sería muy engorroso. Eso sí, me encontré con un vendedor de maduros asados que ha instalado su parrillita de carbón en un carrito de supermercado, casi, casi el prototipo de la carretilla high tech tercermundista.

Guayaquil también es el reino de los “vendedores informales”. Ellos no son pordioseros y ante el “no, gracias” no cambian su línea de venta súbitamente por un “regale”, como hacen en Quito. Ellos están trabajando, honradamente, y se pelean el cliente en cada semáforo e insisten en la ventanilla del que ya rechazó al compañero de antes, como si no estuvieran los dos vendiendo el mismo plato de las mismas mandarinas maduras y jugosas.

Es ese espíritu de capitalismo emprendedor, de emplearse, de ser útil, de conservar la dignidad ante todo. He visto en la Bahía a hombres que se dedican únicamente a llevar a los clientes hasta los almacenes ahora armados no sólo de la consabida “¿qué busca?” sino con tarjetas de presentación y hasta catálogos que los meten constantemente entre ceja y ceja de los desprevenidos peatones. Cerca de la casa aparecen todos los días grupos de hombres que parecen desocupados, al menos, hasta que aparece un camión con mercadería. Entonces se disponen veloces a prestar espaldas, brazos y hombros para transportar cargamento tras cargamento de televisores, teléfonos, juguetes, ollas arroceras, maletas, en fin, lo que el “matute” del momento imponga. (Por cierto que el otro día un chico que trabaja en la oficina de Mercurio nos confesó que no sabía lo que significa la palabra “matute”, ¡¡y era guayaquileño!! ¿qué pasa con las nuevas generaciones?).

Por cierto que también es la ciudad de los precios caros, desde el supermercado, los parqueos, las propinas, ni se diga en los bares y restaurantes. Hemos ido hace unas semanas a un lugar en el que gastamos en unos pocos tragos para cinco personas el ingreso mensual de una familia pobre. Supongo que aquí no podremos comer tan a menudo fuera de casa en un lugar que no sea de comida rápida porque adivino una pequeña fortuna en ese rubro.
Las caras son distintas, el clima, los sonidos, los colores. Distintos al lugar donde vivía antes, pero eso si, más míos, más cercanos. Aquí mi placa de Guayas no me señala como un objetivo para los chapas molestosos. Guayaquil es la ciudad de la bulla que de tan cotidiana se vuelve estridencia de fondo. Pero ciertamente también es la ciudad de los hermosos atardeceres, del sol rojo que se esconde entre un mar de nubes teñidas con una estampida de colores más allá de los cerros de la Prosperina, en un lugar que, con un suspiro de nostalgia, imaginamos más cercano al mar.