lunes, 7 de enero de 2008

¡Fuego!

Las musas no llegan sólo con agua, queridos míos. Tras un mojado retorno al ruedo, a la diosa le ha tocado encarar el fuego. El cuento va así:

Este sábado estábamos reunidos en casa con Fátima, James Profit y sus dos hijos. Tras la degustación de unos deliciosos pisco sours y una función de Les Luthiers, estábamos todos muy contentos y en ese punto de la noche en que las visitas ya mismo dicen “Bue…!” y empiezan a despedirse. De pronto, afuera, en el Malecón 2000 empieza un rumor, unos gritos, guardias que corren. Como eran las doce y media de la noche no cabía sospechar del tradicional “cógelo, cógelo” de este barrio. (Que es el grito para anunciar que un ladrón huye de la escena, con un montón de gente detrás. Casi nunca escapan.).

Al mismo tiempo, percibí un olor a plástico quemado. “¿Será el ventilador?” fue lo primero que pensé, me acerqué y lo olí, no venía de allí. Luego, me asomé por la ventana del comedor y vi que la gente corría hacia atrás del edificio y que de ese sector salía una columna de humo negro. Pensé de inmediato en la princesa, que dormía hace unas horas en el cuarto que tiene ventana hacia lo que alguna vez fue la calle de atrás.

Vivimos en el corazón de la Bahía, en un edificio que se levanta entre el Malecón y la calle General Villamil, tomada hace décadas por los comerciantes informales. Desde la ventana del cuarto del fondo, se pueden ver tres hileras de domos acrílicos que cubren los pequeños kioskos de metal que el municipio consiguió que se instalen en el sector como manera de organizar ese comercio caótico que antes se hacía en bandejas, tapetes, maletas tirados en el piso. En los espacios cuelgan toldas de caucho azul que protegen los corredores del sol y la lluvia.

Atravesé el corredor seguida de James Profit, por debajo de la puerta cerrada se irradiaba un resplandor dorado, como si adentro estuviera encendido un muy potente foco amarillo. Lo que vi al abrir la puerta fue impresionante. La fuente del resplandor estaba justo fuera de la ventana del cuarto. James abrió la cortina y vimos, tan cerca de nosotros y, peor, de mi hija que dormía con la calma profunda de los niños: las vivas, calientes, devoradoras llamas de un fuego.

A la gente se la conoce en las situaciones de peligro. Todos los que estábamos allí reaccionamos con calma y orden. Con la visión de la (luego supimos que pequeña) hoguera James salió a avisar que la cosa era grave y que debíamos salir YA. Fátima y los niños fueron los primeros en bajar. Mientras, yo trasladé a la princesa hasta mi cuarto, la dejé sobre mi cama y regresé sola al suyo. Me paré unos segundos en la puerta y pensé “De aquí, ¿qué saco?”, la mirada tasadora respondió que nada. Cerré la puerta, volví a mi cuarto tomé un abrigo para envolver a la niña y otro para mí, la cargué, tomé mi cartera que colgaba del pomo de mi puerta y bajé. Segundos antes ya había bajado James con el tanque de gas (que reposa en la pared que también da a la Bahía) y detrás nuestro salió Don P. que había bajado los breakers de la casa.

Cruzamos la calle y nos refugiamos junto a la salida del parqueo de Colón. Los guardias nos contaron que el portero de mi edificio fue quien les dio la voz de alerta y que ya habían llamado a los bomberos. Pero aún no llegaban. Los nervios pudieron más que la razón y llamé a la Nena, esposa de bombero, para avisarle del asunto. Fue un acto, producto de un cuarto de necesidad de contar, un cuarto necesidad de reafirmar la urgencia de la ayuda, dos cuartos de pánico controlado. Mientras esperaba su mensaje de respuesta, llegaron cuatro motobombas y dos carros de la empresa eléctrica. A uno le parecen eternidades pero habrán transcurrido máximo diez minutos. (No lo digo suficiente pero ¡los bomberos son mis héroes!)

En realidad no fue nada: el fuego se inició con una chispa en los cables que pasan por encima de las cubiertas plásticas, a la altura del edificio vecino. Avanzó por la extensión de cuatro, cinco kioskos y ahí lo detuvieron. No se extendió al interior de los locales. Pudo ser mucho peor. Cosas para destacar: una y mil veces, los bomberos. La ejecutividad de los comerciantes de la Bahía, ayer retiraron todos los restos, pusieron una cubierta provisional en previsión de más lluvias. Las reacciones de todos. La reiteración de que la única cosa material que me esforzaría por rescatar serían las fotos (negativos y CPU). Propósito: respaldar todas mis fotos y ubicar todo en un mismo lugar, portable y de fácil acceso.

Tengo por principio a rechazar el juego del “y si…”. Y si hubiéramos estado solos, quizá dormidos y los cálculos que uno hace con las llamas y el humo, la niña dormida o despertada por el grito de las sirenas y que encuentra una hoguera tras sus cortinas… Si los bomberos hubieran demorado y el fuego proseguido… Y si… y si… pues nada. No pasó. Es inútil asustarse con las posibilidades como es igual de inútil recrear un accidente con los posibles modos que hubieran servido para evitarlo. La conjugación verbal que más detesto es “hubiera”.

Con el fuego, quedan cenizas y hollín. A esta familia (que incluye a los amigos que son como parientes) le quedaron pequeños pero significativos descubrimientos sobre el material del que estamos hechos, cómo funcionamos y qué valoramos. Un ensayo, la representación de un pequeño drama. Ante todo, esta familia sobrevive. Eso sí, tenemos que ver con qué vamos a animar la próxima reunión. ¡Estas producciones no son nada sencillas!


Plástico derretido, el borde blanco a la derecha es nuestra ventana.

Experiencias de Agua y de Fuego. ¿Me tocan Tierra y Aire? Mejor prevenir, debería ponerme una mascarilla de barro y… ¿qué hace uno con el aire? Se aceptan sugerencias. Urgentes e inocuas.

viernes, 4 de enero de 2008

Llueve

Llueve y parece que mañana va a seguir así, lo asegura Meteorología. Llueve, llueve en todos los rincones del país, la tierra está agradecida. (Si llueve la gente se pone a cubierto y el pasto se pone contento)

Llueve sobre el río, llueve sobre el mar. Llueve y no parece que vaya a parar.

Llueve, Jorge Drexler

Llueve en Guayaquil hace cuatro días. Ayer, cuando pensamos que había dejado de llover, llovió más. Las sábanas que cuelgan en la terraza lo saben bien, a la cuenta, hasta esta hora han recibido un chaparrón, cuatro lluvias, seis lloviznas.

Llueve y salgo a la calle para llevar a la niña a la escuela, que sale en versión “funda”: recubierta completamente con un poncho impermeable de color rosa. La madre sale en versión “paraguas, chaqueta con capucha y zapatos de correr”. Caminamos las cuatro cuadras que nos separan de la estación del bus, protegidas en el trayecto por los portales del centro de Guayaquil. En el destino, la cosa es distinta, en las ciudadelas no hay portales, hay veredas irregulares que convierten el recorrido en una pista de obstáculos acuáticos.

“Extrañé tanto a la lluvia”, fue lo primero que dijo ella cuando nos tocó el primer chaparrón, el primer día del año. No estoy segura, si yo lo hice, sé lo que todos los habitantes del puerto sabíamos: “ya va siendo hora…”.

Mi relación con la lluvia va seguida de un “depende”. Tengo recuerdos maravillosos y tenebrosos con los aguaceros tropicales guayacos. Tengo clarísima la emoción de salir con mi mamá a bañarnos en la lluvia, al patio, al portal, a que nos caiga el agua en la cara, a saltar en los charcos, a sentirnos Gene Kelly en “Singing in the rain”. Tengo marcado el miedo de una noche en que el carro no prendió más tras pasar por la avenida Kenneddy junto a la Universidad Estatal, en ese punto oscuro y abandonado, en los tiempos en que no existían los celulares, y esperar por muchas horas a que la lluvia pare o que alguien nos rescate… Aún le temo a manejar durante un aguacero. Y eso que en Guayaquil se sabe cuando caen las primeras gotas pero no cuando van a terminar. En Quito uno tiene casi la certeza de que ese diluvio que no deja tregua pasará en máximo una hora o dos, así que se tiene el lujo de esperar donde se está a que pase la intensidad. Acá puede llover y llover y llover por horas, días…

Hoy llovía y cuando entregué a la niña a la seguridad de la escuela, pude por fin observar a los compañeros del viaje de regreso. A la empleada de banco con su uniforme impecable, sus medias nylon gris claro y sus zapatos azules, ¿llegarán en la misma condición tras la caminata esquivando charcos y el eventual desgraciado que disfruta de salpicar a los peatones? A las enfermeras de prístino traje blanco, los señores de terno y corbata, el anciano de impecable pantalón gris y camisa celeste. La gente que tiene prisa, que debe llegar a un sitio al que quizá lleguen irremediablemente tarde. Pero llueve y esa es la excusa: todo se vuelve necesariamente más lento. Los carros esquivan lagunas, la gente camina con más cuidado.

Llueve y yo camino sola por el malecón mojado. Llueve y la fantasiosa interna imagina una escena de baile y canto con gotas de lluvia perfectas. Llueve y me detengo a observar el río Guayas que no tiene frontera con la bruma que oculta el puente y oscurece la isla. Recuerdo el versículo bíblico: “y un viento de Dios aleteaba sobre las aguas”. Llueve y no es difícil visualizar ese Espíritu jugando a ser gota de lluvia y vapor de agua para volver a pasear “sobre las aguas”.

Ha parado de llover y la ciudad se ve limpia, por unos minutos se respira un aire fresco que entra como un bálsamo para las vías respiratorias que soportan cada día el calor, el smog y los olores. Si sale el sol llegará la humedad insoportable, el bochorno del calor húmedo tropical, esa sensación de que el asfalto suda y el cuerpo se cocina en un vapor de todo: cemento, gente, autos, hierros. Por ahora, aún caen las últimas gotas de eso que se le llama garúa, brisa, llovizna.

Llueve en Guayaquil hace tres días y no tengo apuro por ir a ninguna parte, no tengo que cumplir horario. Puedo disfrutar de esta lluvia, de este instante, de esta ciudad. Llueve y se detiene la pausa, se desactiva el Rewind, se presiona el Play. La diosa ha vuelto, con la lluvia.

Dos canciones adecuadas para el clima, Madonna con su bellísimo video de Rain (I feel it, it’s coming…) y Piove de Jovannotti, perfecta analogía del golpeteo del rap y de las gotas.

jueves, 21 de junio de 2007

Rewind

Todos tenemos un momento (o varios) en la vida al que quisiéramos regresar. Un lugar, unas compañías, un día específico, una emoción cierta. Todos quisiéramos tener la posibilidad de transportarnos a ese momento del pasado en el que éramos algo distinto de lo que somos ahora, en el que gozábamos de la ingenuidad, la alegría, la seguridad. Un punto en el que el dolor, la muerte, el amor, la desesperanza, la realidad todavía no nos habían tocado la frente y dejado transformados para siempre.

Ese momento, me atrevo a sentir que se llama inocencia. Un estado de gracia, un momento “previo a”, un paso antes de que nos pase “aquello”, conozcamos a “este”, nos olvidemos de “ellos”. Hay acciones, eventos que nos marcan, casi siempre asociadas a las palabras “primero” y “último”: el primer beso (o el segundo), la primera (atropelladaperogloriosa) vez, la primera cita, el último suspiro, el último en salir de la fiesta, el último encuentro. Una se recuerda completamente en esos instantes perfectos, sabe lo que vestía de pies a cabeza, a qué olía el ambiente, qué comió, con quién y de qué rió, a qué hora se durmió. Y lo que pensaba y sentía antes de dormir, la marcha apresurada del corazón, el giro de carrusel de la cabeza y la panza.

Y sabemos también que nos despertamos al siguiente día y todo ha pasado, todo ha cambiado. Nos queda apenas la resaca, el recuerdo, el momento que pudo ser y no fue, la mirada que no veremos nunca más. Sabemos que algo cambió, algo se nos quedó en el camino, aunque sea una idea de nosotras mismas.

Hoy no me basta el recurso de la memoria. Hoy quisiera volver a ese “antes”. A ese mundo lleno de posibilidades y vacío de ausencias. Hoy deseo pulsar “rewind” o decir “Beam me up, Scotty” y que me teletransporten a ese estado primordial. De vuelta a la inocencia.

miércoles, 6 de junio de 2007

Hoy vas a ser reír

Esta mañana salí de la casa convertida en un personaje. El personaje de una mujer vestida de lino: blusa blanca, falda beige, con largos cabellos rojos, grandes ojos verdes acentuados por el maquillaje, los labios fucsia, zapatos y cartera en tonos cafés, los audífonos colgando de las orejas hasta la mano. Un personaje que sonríe, canta canciones de Radio Futura y Michael Bubblé al volante y se aguanta con dignidad las ganas de cantar en el ascensor del edificio de oficinas al que asiste por algunas horas, cada mañana. Bueno, al menos, cuando hay gente.

(De hecho, pienso que cada día, especialmente sin proponérnoslo, somos un personaje distinto. Algunas personas son personajes tan exuberantes que se roban el protagónico, otros son el aparente secundario que con su aporte clave redondean las escenas. Terrible pasar de extras por la vida…)

Hoy esta mujer proyectaba la belleza que sentía, la alegría que sentía. La gente que la ve cada día lo notó y comentó. Es una cuestión de ganas, de actitud, de tiempo. Esta mujer cree que la belleza es un regalo y un poder, y en esos contextos hay que disfrutarla y usarla. Esta mujer regaló sonrisas, notó miradas, hizo su trabajo con eficiencia, caminó con garbo y al llegar al jardín de la princesa se agachó hasta el piso para recibir el abrazo atropellador de cada tarde.

Y todo, porque anoche, en las últimas lecturas se encontró con un mensaje de otra mujer que no conoce, de la que solo sabe que vive en Madrid y que usa el nick de “serpiente suya” y que escribe con sensibilidad y gracia en el espacio de comentarios del blog de Marcelo Figueras. Una cosa siempre lleva a la otra. Y hay gestos como ese, como escribir este blog, que una vez realizados no se sabe quién los recibirá ni los efectos que tendrá. Estos fueron los míos, para que usted se entere, querida señorita ofidia.

El mensaje era un link al video en YouTube de la canción “Ella” de Bebé, una cantante españolísima. En el video, diversas mujeres cantan en la mitad de una plaza. Hay viejas, jovencitas y una bebé, mujeres guapas, mujeres feas, mujeres altas y bajas. Todas cantando con la vida. Mientras llegan al video y a la canción (la tengo y la ofrezco) les dejo la letra y les anticipo que este es mi renglón favorito: “Hoy vas a ser reír porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto”. Y lo fui, lo estoy siendo y para multiplicar el beneficio, lo estoy compartiendo. Canción para divas, para “mujeres valientes, sonrientes”, para levantarnos con ella cada mañana y disponernos a arrasar con el mundo.

Aquí el link al video en YouTube.

Ella - Bebé

Ella se ha cansado de tirar la toalla
Va quitando, poco a poco, telarañas
No ha dormido esta noche pero no está cansada
No miró ningún espejo pero se siente toda guapa

Hoy,
ella se ha puesto color en las pestañas
Hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña
Hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada
Hoy es una mujer que se da cuenta de su alma

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo
hoy vas a ser reir porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado

Hoy vas a ser la mujer que te de la gana de ser
hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer
hoy vas a mirar pa’lante que pa’atrás ya te dolió bastante
una mujer valiente, una mujer sonriente, mira como pasa, ja!

Hoy,
no has sido la mujer perfecta que esperaban
Has roto sin pudores las reglas marcadas
Hoy has calzado tacones para hacer sonar tus pasos
Hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a conquistar el cielo sin mirar lo alto que queda del suelo
hoy vas a ser feliz aunque el invierno sea frío y sea largo, y sea largo
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado.

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo
hoy vas a ser reir porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado.

miércoles, 30 de mayo de 2007

La otra educación

Desde niños nos educan. Nos enseñan las palabras con las que nombramos las cosas del mundo. Empezamos con las importantes: mamá, teta, papá, agua, luego en un proceso de enseña y nombra aprendemos los nombres y los atributos: casa, sol, rojo, amarillo, grande, flaco, cerca, abajo; luego, las acciones: come, corre, ven, sube, camina, para, calla... Detrás aparece el torrente de las letras, la gramática, las conjugaciones y temas afines. Las cosas se van complicando y llegan los números, los conceptos abstractos, el relato de los hechos pasados, la descripción del mundo, los límites y símbolos de la patria, las ciencias, las hermosas ciencias…

Nos enseñan, además, las normas del comportamiento: a saludar, a pedir por favor y a dar las gracias, a que no nos levantamos de la mesa hasta no terminar de comer. Se nos educa para ser corteses, gentiles, solidarios, compasivos. Se nos estimula a ser competitivos, a saber perder, a exigirnos un poquito más cada vez, a ser investigativos, a no quedarnos con la misma vieja respuesta para las preguntas importantes. Nos hablan de un dios, de una forma de agradarlo, de una serie de reglas a seguir para pertenecer a una religión, de una disciplina para mantenernos alejados del pecado y sus consecuencias.

Es tanto, tanto conocimiento. Y todo lo absorbemos, lo integramos. Este artilugio prodigioso llamado cerebro lo mismo recuerda qué “Si tu no vuelves” está en el disco "Laberinto" de Miguel Bosé que el símbolo del estroncio ("Señor estroncio", decía mi madre, la maestra de química. El símbolo es Sr).

Son muchos los aspectos de esa educación que se quedan por fuera de lo académico. Hay un conocimiento adquirido en el patio de la escuela, en el portal del barrio, en la cancha deportiva. Hay una textura emocional que se va adquiriendo en la interacción con los demás y que toma tanto lo que se dice como lo que se hace.

Pero hay un conocimiento sensorial que casi nadie se preocupa de educar. Aunque parecería que basta con ser persona para aprender a procesar los estímulos que nos llegan a través de los sentidos: ojos, nariz, lengua, oídos, piel.

Yo he tenido una educación sensorial muy refinada y exigente. Se inició cuando conocí a la primera hermana que tuve por fuera de los parentescos genéticos. Y con ella vinieron sus padres, una pareja exquisita con un gusto por lo bello, sabroso, armonioso y sensual de la vida. Pero que no se me malentienda, no eran unos snobs, no discriminaban los estímulos según su precio o su origen, solamente por su calidad. Para ellos valía lo mismo el lamento hondo de un pasillo que la exhuberancia de un concierto de Vivaldi; el caldo de bolas de verde y el foie gras recién llegado de Normandía. Había que probarlo todo, a veces incluso contra la propia voluntad. Una vez terminé llorando por una ración de mostaza picante depositada a traición en mi lengua. Lloré, pero me encantó. (Como me encanta la sopa thai.. tú que me lees, ¡engríeme!!)

En esa casa probé los primeros vinos y no solo eso, aprendí a catarlos. Seguro que a ellos les daba mucha gracia ver a un cuarteto de púberes aspirantes de gourmets oscilando las copas, observando lágrimas, percibiendo notas olfativas, degustando. Aprendimos además a no beber para emborracharnos, porque el que se emborracha le falta el respeto a la bebida, arruina la experiencia. (Claro que lo he hecho, además, no hace falta mucho, pero eso si, jamás he perdido la conciencia de lo que hago; el control, acaso, sobre todo de las risitas).

Con los años vino la lectura de la novela “El Perfume” de Patrick Suskind, y el descubrimiento del mundo de los olores y sobre todo, el reconocimiento de mi elevada capacidad olfativa. Como escribí tiempo atrás, detecto fugas de gas y cambios en los alimentos antes que mucha gente. Vino también el gusto por cocinar y sobre todo, por hornear. La alquimia que se produce entre la mezcla adecuada y exacta de materias primas tan cotidianas como huevos, harina, grasa, leche y azúcar, entregadas a la acción del calor siempre me causa asombro y me hace sentir como una hechicera. De nuevo, los libros: “Como agua para chocolate”, que enlaza los sabores y saberes de las mujeres con sus universos emocionales, sus entregas y sus pérdidas.

Y la piel. Órgano extenso e intenso. Que nos comunica temperaturas, texturas, temblores, presencias. Que se siente tan a gusto después de un laargo baño, que recibe los perfumes y sudores, con sensores para todo, incluso para los sustos, que se pone roja con un piropo inesperado, que se tensa con la preocupación, que pica con la lana, que suda placenteramente entre sol y arena. (La lectura aquí sería acaso "Afrodita" de Isabel Allende).

¿Cómo se aprende a ejercitar los sentidos? Pues sintiendo, mirando, preguntando, estudiando, probando, tocando. La educación visual es un tema de nunca acabar: hay volúmenes que explican la belleza de un Rubens y la ruptura de un Pollock. Más allá del conocimiento hay que descubrir qué despierta emoción en nosotros. Hay que sacar la cabeza por la ventana del auto y mirar el cielo, asomarse a ver los reflejos que hace la luna en las olas de la ría. Y no porque sea romántico sino porque es sencilla y puramente hermoso.

Recomiendo fervientemente escuchar de todo para poder decir, esto es bueno o malo, me gusta o no me gusta. Me gusta Calle 13, no me dice nada Don Omar. Me enloquece Jorge Drexler y no soporto a Arjona por su pose de gran poeta. La música clásica me gusta en vivo pero prefiero escuchar canciones, palabras con música. Y tengo una memoria tan activa que me canto sin pensar las canciones de Kudai y High School Musical que ponen en la radio que pongo en el camino a la escuela de la princesa. Y no soporto a la gente que dice “no me gusta” a algo que jamás han probado o escuchado detenidamente, que solo lo dice por sumarse a la opinión general.

¿Los efectos? Una experiencia mucho más enriquecida del mundo. Que los recuerdos tengan colores, olores y sabores. Que en el evento de las ausencias transitorias uno pueda encontrar el olor de los amados en sus objetos, y en las permanentes se conmueva con el asalto de las presencias guardadas, por ejemplo, en bufandas conservadas en baúles. Que los placeres se disfruten siempre como placeres, y no con exceso. Cuando alguno de los cuatro ha probado los vicios nunca los ha hecho con obsesividad, hasta la dependencia. Porque se degustan por igual una mousse de chocolate que un cigarrillo, un merlot, un libro, un amanecer sin nubes en Quito, una puesta de sol, unos labios.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Budismo sonriente

El Tulku Lama Lobsang es un oriental joven y hermoso, con una sonrisa amplia, brazos fuertes, mirada profunda. Habló durante una hora del camino espiritual llamado Tantrayana en la tradición budista.

Llegamos con tiempo suficiente para esperar bien sentados el inicio de la charla, pero en mi revisión apresurada del calendario de eventos me salté la parte en que decía que tenía un costo de $15 por persona. Así que nos regresamos hasta el Malecón a sacar el dinero del cajero. Al bajar las escaleras, él estaba entrando por el vestíbulo del Museo Municipal. Un hombre joven vestido negro, chaqueta con cuello redondo, con una escarapela roja y blanca en su pecho y pantalón de elástico como los que se usan para el tai chi. Lo acompañaban un señor y una chica de pelo enchurrado, Julia, que luego actuaría como traductora de su fluido inglés, casi sin acento. Hicimos el recorrido en tiempo récord y para cuando volvimos al salón él ya había empezado a hablar.

Sentado en el centro del pequeño escenario, con una espada de madera en sus manos, disertaba sobre las creencias y las religiones, el miedo y las expectativas. La energía de este hombre iluminado era palpable en mis manos, mi columna, mis chakras. De modo natural el cuerpo adoptó la postura de espalda recta, pies sin cruzar y manos sobre el regazo, indice y pulgar unidos. Desechó la existencia del infierno y dijo que las creencias son el infierno. El camino, así de claro, directo y fuerte, es cortar con miedos y expectativas. Los miedos son nuestras creencias negativas, las expectativas son lo mismo pero en positivo. Los líderes espirituales y políticos juegan con nuestros miedos y expectativas para que los sigamos o apoyemos. Dijo que creer es no conocer, y que debido a nuestra ignorancia elegimos tener una creencia. Pero que si dejamos de creer llegaremos al conocimiento. Su sable de madera representa la espada de la sabiduría que debe cortar con los miedos, -representados en la parte derecha de nuestro cuerpo, la parte masculina- y las expectativas -alojadas en el costado izquierdo y femenino. Por eso, los hombres son peligrosos, porque en ellos dominan los miedos. Y nosotras, complicadas porque nos rigen las expectativas.

Si logramos seguir este, el camino del diamante, podremos permanecer en el presente y realizar la verdadera naturaleza de nuestra mente, nuestra esencia de dioses, budas y la felicidad del cielo, que no reside en los cielos sino dentro de nosotros. Y ahora, porque al mañana en el que seremos felices nunca llegaremos, vivimos siempre en el hoy. Que aunque Jesús y Budas fueron hombres realizados no debemos rezarle a ellos sino a la espada de la sabiduría, que Dios ya debería estar enojado con nosotros y haberse ido de vacaciones porque nos lo dio todo y nosotros seguimos pidiéndole más.

Luego de la disertación y el break, vinieron los ejercicios que comenzaron con carcajadas, bostezos, sacudir y estirar, bailar y saltar. Nos enseñó tres ejercicios que son parte de la disciplina para la salud: uno para la parte baja de la espalda y riñones, otro para el corazón y el tercero para los pulmones. Para cuando estemos cansados, saltar mirando al cielo y para cuando estemos demasiado metidos en la mente, sacudir intensamente la cabeza y los brazos. Al final de cada ejercicio, que se repite siete veces, tres respiraciones profundas.

Era su última noche y terminó con regalos y despedidas. Las personas que tomaron el "refugio", una iniciación, recibieron su nombre budista con el abrazo de Lobsang, de brazos abiertos y corazón en corazón. Pepe tomó el camino enseguida para dejar la sala. Yo tenía que ir al baño y allí decidí que no me quería ir sin acercarme a él. Y recibí mi abrazo y le pedí un autógrafo en el ticket: un garabato de su nombre y un corazón, cómo no, sonriente. Le dije "fue muy divertido". Y lo fue.

A un lado del escenario estaba colgada una frase suya:

"Sé tu propia verdad y podrás verte a ti mismo. El amor nunca piensa. Siéntete. Sé tú mismo. Si te ganas a ti mismo, lo ganarás todo".

Dejar el miedo y las expectativas. Para trabajarlo a cada rato del día. Y ser felices y brillar con una sonrisa radiante como la de Lobsang, que, por cierto, es la octava reencarnación de un maestro ascendido y tiene un centro de enseñanza de la medicina tibetana, que domina, abierto a todo el que quiera aprender.

domingo, 13 de mayo de 2007

Las que movemos el mundo

¡Al fin! Pasó el día de la madre con sus eternos tópicos, con el lugar común de que madre solo hay una y que para hacernos felices hay que gastar harto billete en algún objeto o experiencia que por un día del año nos exprese cosas intangibles como el amor y la gratitud. En muchos casos para volver luego a un estado de indiferencia y abuso de tan sistemático que pasa desapercibido. Hoy, viendo el flujo de público en los restaurantes hacía la reflexión de que seguro que el porcentaje de ocupación en el día del padre es muy inferior que la de hoy. Es lógico, en este día hay que sacar a la mamita de la cocina.

Sin embargo, escondida entre la parafernalia comercial hay una verdad que se toca sólo en la superficie: las mujeres movemos el mundo. Madres o no, somos las impulsoras, los resortes que activan la acción. No me vengan con eso de que el poder lo tienen los hombres, lo acepto, pero ¿quién es la que jode para que uno se levante en las mañanas? ¿quién te recordó durante doce o mas años de estudios que no dejes el deber, que te pongas el suéter? Las mujeres insistimos, repetimos, recordamos, machacamos hasta el infinito, hasta que las cosas suceden.

¿Quién repite mil veces más una que la fecha de pago de la tarjeta es el fin de mes? ¿Quién recuerda los cumpleaños, las fechas importantes de sus y sus relacionados mejor que los propios interesados? ¿Quién mantiene el imposible orden de lugares tan inclinados al caos como son las casas? ¿Quiénes mantienen viva la mitología familiar expresada no sólo en repeticiones de anécdotas sino también de relaciones de poder? Una mujer. Que la llames madre, esposa, amante, secretaria, asistente doméstica, abuela, profesora, jefa, da igual: aunque no realice la acción es la que la pone en funcionamiento, la que sincroniza su momento, la que motiva y si, a veces manipula, las emociones que la impulsan.

Y no entremos en el campo de la seducción y la pasión. Los hombres se pueden quedar con un amor sin resolver por siglos, pero cuando una mujer decide que es con este con el que quiere, hará que suceda y las mejores lo harán sin que él se de cuenta de qué sucedió. Las mejores harán que él piense que fue su idea, su iniciativa. Me imagino que si se hiciera ese experimento del documental “Un día sin mexicanos” con mujeres, la Tierra, que es hembra, hasta dejaría de girar.

En una graciosa coincidencia, justo hoy lei este mensaje que me pareció un poco distinto al típico de las cadenas de correo. No cita autor, por eso no lo pongo. Es mi pequeño guiño a las mujeres que son y no son madres, que quizá, como yo, están agradecidas de que este día agotador haya terminado; el que por más que nos sumemos a él con un sentimiento genuino, tiene su innegable regusto a falso.

Un amigo me decía el viernes, “a mi madre la quiero todos los días, ¡carajo!”. Coincido, sin embargo, la vida está hecha de pretextos a los que si nos unimos por elección consciente casi parecen reales. Así que bueno, ahí va para todas: que mañana que ya no es el “Día de las madres” tengan la energía para alzar la voz y decir a todos los que reposan bajo sus grandes alas: ¡A MOVERSE! (Y que también encuentren entre ellos alguien que las mueva y que, ojalá, les permita dejar aunque sea por un instante ser el inicio, el medio y el final de la acción).

ALMA DE MUJER
Nada más contradictorio que ser mujer...
Mujer que piensa con el corazón, actúa por la emoción y vence por el amor...
Que vive un millón de emociones en un sólo día, y transmite cada una de ellas con una sola mirada...
Que vive buscando la perfección y vive tratando de buscar disculpas para los errores de aquellos a quienes ama...
Que hospeda en el vientre otras almas, da a luz y después queda ciega, delante de la belleza de los hijos que engendró...
Que da las alas y enseña a volar pero no quiere ver partir los pájaros, aún sabiendo que no le pertenecen...
Que se arregla toda y perfuma la cama, aunque su amor no perciba más esos detalles...
Que como una hechicera transforma en luz y sonrisa los dolores que siente en el alma, sólo para que nadie lo note...
Y aún tiene fuerzas, para dar consuelo a quien se acerca a llorar sobre su hombro...

miércoles, 18 de abril de 2007

La fiesta

La fiesta, igual que la procesión, tiene que ir necesariamente por dentro. Porque la vida cotidiana es casi una negación violenta de la fiesta, parecería en estos días de matanzas y confrontaciones que la alegría es casi una afrenta. Hoy se cumple un año de mi coqueteo con la muerte del que salí reluciente como debe salir cualquier resucitado. ¿Acaso no creen que Lázaro habrá salido a pegarse el fiestón de la vida? Porque ésta, con todas sus cumbres borrascosas y sus fosos marinos, es una vida maravillosa.

Y conste que se los digo yo que he tenido mi cuota muy preciada y preciosa de dolor, que tengo pérdidas enormes, vacíos absurdos, melancolías congénitas. Y sin embargo, se mueve. Algo se mueve dentro, algo respira, algo se agita, algo sonríe, algo definitivamente vibra. Algo que llámelo usted espíritu, dios, ánima, voluntad, decisión, persona. Algo que existe y no se niega. Y se niega a quedarse quieto, a dejarse abandonar, algo que suena, suena, suena y se despierta con apenas un roce con la felicidad. Algo que cuando a una le dice alguien amado “yo quisiera estar muerto” le suena como la uña en el pizarrón, como el salto de la aguja. Algo que, desgraciadamente también, no se puede inocular, contagiar, regalar…

En esta fecha celebro estar viva, celebro haber vivido una experiencia de dolor, amor y espíritu tan inmensa que representa para mi evolución como uno de esas tarjetas del Monopolio que te permiten avanzar muchos casilleros del tablero, pasar por “Go” y cobrar tu sueldo. Celebro haber recibido el amor de todos ustedes y poder seguir disfrutándolo.

Esta es mi experiencia. No sé si la suya, la de afuera de las puertas del quirófano, la del otro extremo del teléfono, fue de angustia, pérdida, desilusión. No sé si se quedaron instalados ahí. No es la mía, tan solo la puedo observar desde la otra orilla con compasión, sí, pero sin perder mi alegría. La fiesta está prendida, dentro.

Hoy tengo ganas de comprarme un pastel y apagar una vela.

domingo, 18 de marzo de 2007

Hugo y el café

Hugo Chávez le dijo este viernes a Bárbara Walters que toma 26 tazas de café al día. El co presentador de 20/20, John Stossle, tan sólo comentó “Eso explica muchas cosas…”. Chávez dijo que podría dejarlo, si quisiera, pero que le gusta mucho. Casi como el poder… Yo tomo, en promedio, tres tazas de café por día. Si aumentara la dosis a cinco me trepara por las paredes y si llegara a los niveles del "presidente bolivariano" seguro que también me entrarían delirios de grandeza y deseos de conquistar al mundo, o al menos, a Sudamérica. Me pregunto cuántas tazas de café tomará Correa…

La entrevista en mención fue demasiado breve, demasiado light, demasiado anecdótica como para permitir al público sacar conclusiones sobre el personaje. Muy poco de perfil: que Huguito creció en la pobreza, que fue militar…, dos o tres datos sobre su gobierno, visita de cajón a las barriadas pobres de Caracas para decir que desde que está Chávez tienen agua potable y alcantarillado, las declaraciones en contra de Bush, la relación con Castro y la visita a Hussein. “La prensa no ha mostrado mis fotos con el papa Juan Pablo II, ni con Clinton…”, “Quiero ser amigo del pueblo estadounidense”. Y la perla: “Yo le ganaría a Bush en elecciones”. Claro, si acaso en EE.UU. los partidos de extrema izquierda consiguieran algo más de medio voto… Ah, y por supuesto, que la CIA lo quiere matar y que si le pasa algo, el responsable directo sería el Presidente.

No sé quién fue peor caracterizado, si el gobierno de Chávez o su oposición representada por tres jóvenes aniñados que dijeron, en perfecto inglés, que si la cosa sigue así en un año máximo ellos habrán salido del país. Fue tan floja su participación en el reportaje que en la versión online del programa ni siquiera se menciona a esa “juventud preocupada que no quiere permanecer en Venezuela”.

Un dato interesante (y que revela la habilidad de ese gobierno para obtener partidarios en su “mercado objetivo”) es la campaña de la cadena de gasolineras Citgo (de la estatal petrolera venezolana) en los EE.UU., que ofrece combustible para calefacción a bajo costo para los barrios pobres. El propio Chávez señaló que Venezuela envía 1.5 millones de barriles de petróleo a los Estados Unidos todos los días. Insulta a su presidente, pero no deja de hacer negocios con ellos… También aclaró que aunque no hay intención de reducir o eliminar esa provisión, “Hemos dicho que en caso de cualquier otra agresión por parte de la administración norteamericana, nosotros cortaríamos esta provisión de petróleo, pero esperamos que esto no pase”.

La pregunta más candente de la noche fue acerca de los insultos hacia Bush. Dijo que aceptaba que era un exceso de su parte, que se podría disculpar, pero que consideraba que Bush hacía más daño que él con sus palabras: “El quema gente, aldeas y él… invade naciones”. También dijo que le había dicho burro a George W. porque piensa que es muy ignorante acerca de las cosas que pasan en Latinoamérica y en el mundo.

Al final, la Walters le pidió que diera un mensaje a América. Y él con un inglés bastante regular y de marcado acento dijo que admira a Martin Luther King y que comparte su sueño: “Martin Luther’s King’s drim, llur drim, is mai drim; tenkiu beri mach”. El sabor final fue de haber conocido a un personaje pintoresco e incomprendido. Casi como decir que el enemigo de mi enemigo, técnicamente viene a ser mi amigo… Veamos qué postura tienen los demócratas gringos cuando sea uno de los suyos el presidente que soporte los insultos de Chávez. ¿Se pueden imaginar las perlas que le lanzaría a Hillary?

martes, 13 de marzo de 2007

El cumpleaños de don (Rodol)Fito

Fito Páez cumple hoy 44 años, lo hemos visto hace poco, por igual boquiabiertos y entusiasmados, en su presentación de Viña del Mar: su piano, sus lentes, su traje de terciopelo. El mejor homenaje que se puede hacer a los que ponen de sí para crear obras de arte es dejar que su obra hable por ellos. Son muchas las canciones que me gustan, pero se me ocurre que acaso esta resume gran parte de su ser. Del disco Abre, "Al lado del camino"

Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
me gusta abrir los ojos y estar vivo
tener que vérmelas con la resaca
entonces navegar se hace preciso
en barcos que se estrellen en la nada
vivir atormentado de sentido
creo que esta, sí, es la parte más pesada

En tiempos donde nadie escucha a nadie
en tiempos donde todos contra todos
en tiempos egoístas y mezquinos
en tiempos donde siempre estamos solos
habrá que declararse incompetente
en todas las materias de mercado
habrá que declararse un inocente
o habrá que ser abyecto y desalmado

Yo ya no pertenezco a ningún istmo
me considero vivo y enterrado
yo puse las canciones en tu walkman
el tiempo a mi me puso en otro lado
tendré que hacer lo que es y no debido
tendré que hacer el bien y hacer el daño
no olvides que el perdón es lo divino
y errar a veces suele ser humano.

No es bueno nunca hacerse de enemigos
que no estén a la altura del conflicto
que piensan que hacen una guerra
y se hacen pis encima como chicos
que rondan por siniestros ministerios
haciendo la parodia del artista
que todo lo que brilla en este mundo
tan solo les da caspa y les da envidia.

Yo era un pibe triste y encantado
de Beatles, caña legui y maravillas
los libros, las canciones y los pianos
el cine, las traiciones, los enigmas
mi padre, la cerveza, las pastillas, los misterios, el whisky malo
los óleos, el amor, los escenarios
el hambre, el frio, el crimen, el dinero y mis 10 tías
me hicieron este hombre enreverado.

Si alguna vez me cruzas por la calle
regálame tu beso y no te aflijas
si ves que estoy pensando en otra cosa
no es nada malo, es que pasó una brisa
la brisa de la muerte enamorada
que ronda como un ángel asesino
mas no te asustes, siempre se me pasa
es solo la intuición de mi destino.

Me gusta estar al lado del camino
fumando el humo mientras todo pasa
me gusta regresarme en el olvido
para acordarme en sueños de mi casa
del chico que jugaba a la pelota
del 49585
nadie nos prometió un jardin de rosas
hablamos del peligro de estar vivo.

No vine a divertir a tu familia
mientras el mundo se cae a pedazos
me gusta estar al lado del camino
me gusta sentirte a mi lado
me gusta estar al lado del camino
dormirte cada noche entre mis brazos
al lado del camino (x 3)
es más entretenido y más barato
al lado del camino (x 2).