martes, 30 de septiembre de 2008

Un río de sueños

El Ludo sueña extraños sueños, los relata y les pone una canción. Es martes de mañana, para más señas, 30 de septiembre. Es el día después del día después. La resaca aún dura pero los datos, reales y certeros, están ahí para desgranar sus significados con el tiempo. Decía, la resaca aún hace sentir sus efectos y podría estar montada en el carrusel del miedo pero elijo lo contrario. Mi oración en estos días me previene de sumarme al imaginario colectivo de cucos y monstruos debajo de las camas y, menos aún, dentro de los closets. He conocido uno que otro muerto de ropero y no les tengo miedo. Son tan tristes y humanos como nosotros.

In the middle of the night
I go walking in my sleep
From the mountains of faith
To the river so deep
I must be looking for something
Something sacred I lost
But the river is wide
And it’s too hard to cross

And even though I know the river is wide
I walk down every evening and stand on the shore
I try to cross to the opposite side
So I can finally find what I’ve been looking for

Vivo en una ciudad generosa que vibra junto a un río inmenso y poderoso. Los años de llenarme los ojos con esas aguas cafés, de intentar descifrar la distancia entre sus dos orillas, de registrar su olor salobre y enseñarle a la princesa que ese es el olor del río, su río, nuestro río, esos años me han enseñado que la vida corre al ritmo sincopado de las mareas. Porque además tenemos un río que es ría, y que en su esencia femenina conoce profundamente los ires y venires de fuerzas y leyes a las que nadie puede escapar. Entonces esta canción, querido amigo, te la robo con total descaro. Y sabemos que la música no se puede robar, porque nos pertenece a todos, mucho más que todas esas cosas que los magos de la propaganda dicen ahora que son “de todos”.

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the valley of fear
To a river so deep
I’m a searcher for something
Taken out of my soul
Something I’d never lose
Something somebody stole

I don’t know why I go walking at night
But now I’m tired and I don’t wanna walk anymore
Hope it doesn’t take the rest of my life
Until I find what it is I’ve been looking for

No se confundan, no creo en fábulas, me preocupa el futuro lo suficiente, estoy enterada de las cosas, las debato, las analizo. Pero le dedico el tiempo que se merece, la vida, siempre lo he dicho, es otra cosa. Y no voy a sumarme al juego del poder, y no voy a repetir las apocalípticas frases de derrota. La búsqueda es otra cosa, como dice esta canción. Esperemos junto al río, soñando, como Ludo, extraños sueños y veremos. Veremos la cosecha de la siembra de confrontación que tan abundantemente regaron los actores de ambos bandos. Ojalá esa semilla haya caído en tierra estéril.

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the jungle of doubt
To the river so deep
I know I’m searching for something
Something so undefined
That it can only be seen
By the eyes of the blind
In the middle of the night

I’m not sure about a life after this
God knows I’ve never been a spiritual man
Baptized by the fire, I wade into the river
That is running to the promised land
Y Ludo, ojalá encuentres tu barco, el que perdiste o el que encontraste. Y que con él nos lleves a dar un paseo por el Mississippi para que un coro gostpel nos cante un "River of Dreams" que haría llorar al mismísimo Billy Joel.

In the middle of the night
I go walking in my sleep
Through the desert of truth
To the river so deep
We all end in the ocean
We all start in the streams
We're all carried along
By the river of dreams
In the middle of the night

martes, 26 de agosto de 2008

Mi top 25

El iTunes tiene una función interesante que no había aplicado hasta anoche: un playlist automático llamado “Las 25 más escuchadas”. Cuando lo escogí me salió este listado que no me sorprende pero que refleja dos cosas: que estoy completamente Drexlerizada y, vamos, ¡que tengo buen gusto! (Jejejeje…) Bueno, como notarán luego, hay varias canciones del álbum Cara B, que es la última adquisición de Drexler: parte concierto prácticamente acústico, parte versiones de canciones propias y ajenas. Por eso está ahí “Dom de iludir” que lo recordaba únicamente en la voz de Gal Costa y “Stay” que sirve de introducción a “Sea”.

Una cosa casi siempre lleva a la otra y para ilustrar las canciones me dediqué a buscar los respectivos Youtubes. Gracias a la super conexión que ya no vuela sino que zumba he encontrado cada cosa! (y me he divertidoooo...) Así que aquí va, mi top 25 con fragmento y casi todos los videos. Enjoy. Y anoto que me debo y les debo el post de adoración total a Jorge. (Drexler, por favor).

Stay, Jorge Drexler, Cara B

“Stay… just a little bit longer/ why don’t you stay just a little bit longer. I hope your mother don’t mind/ I hope the union don’t mind /if we take a little time and we leave it all behind singing one more song like the one that says…”

The heart of life, John Mayer, Continuum

Pain throws your heart to the ground /Love turns the whole thing around /No it won't all go the way it should /But I know the heart of life is good

Bold as love, John Mayer, Continuum

My red is so confident that he flashes /Trophies of war and ribbons of euphoria /Orange is young, full of daring /But very unsteady for the first go around /My yellow in this case is not so mellow /In fact I'm trying to say it's frightened like me /And all these emotions of mine keep holding me from /Giving my life to a rainbow like you”.

Dom de Iludir, Jorge Drexler, Cara B

“Não me venha falar /Na malícia de toda mulher /Cada um sabe a dor /E a delícia de ser o que é”.

(Ojo al video, mezclado con otra delicia, esa si de autoría de Drexler, "Don de Fluir".)

La tangómana, Kevin Johansen, Sur o no Sur

Yo no soy un niño bien /Más bien soy un niño mal /Pero si tanto querés /Puedo ser tu niño ‘glam’”

No hago otra cosa que pensar en ti, Sabina & Serrat, Dos pájaros de un tiro

“No hago otra cosa que pensar en ti /con mi virilidad entre las manos /pero hoy las musas han pasao de mi /se habrán ido con el Nano. /Nunca es triste, Sabina, la verdad /no es por mí que las musas te abandonan /sino a causa de tu escasa virilidad /que unas huyen y otras se descojonan”.

Your body is a wonderland, John Mayer, Room for squares

And if you want love /We'll make it /Swimming a deep sea /Of blankets /Take all your big plans /And break 'em /This is bound to be a while”.

La vida es más compleja de lo que parece, Jorge Drexler, Cara B

“Mejor, o peor, cada cual /seguirá su camino. /Cuánto te quise, quizás, seguirás sin saberlo. /Lo que dolería por siempre /ya se desvanece, /la vida es más compleja de lo que parece”.

Gracias, Jorge Drexler, Cara B

Gracias, gracias, gracias /Quiero agradecer a quién corresponda /Y a nosotros dos el premio a la audacia /Por entrar al mar por la parte más honda".

Transporte, Jorge Drexler, Eco 2

Donde tú estás /yo tengo el Norte /y no hay nada como tu amor /como medio de transporte. En este instante, precisamente, /más canto y más te tengo yo presente, /más te tengo yo presente.

La edad del cielo, Jorge Drexler, Frontera

Calma, todo está en calma, /deja que el beso dure, /deja que el tiempo cure, /deja que el alma /tenga la misma edad /que la edad del cielo”.

Y en versión de Paulinho Moska "A edade du ceu"

Antes, Jorge Drexler, Llueve

Pero algo de mí yo no supe ver /hasta que no me lo mostró, /algo de ti, que quiero creer que no vio nadie antes que yo, /que nadie vio antes que yo”.

Causa y efecto, Jorge Drexler, Sea

La vida cabe en un clic /en un abrir y cerrar /en cualquier copo de avena /Se trata de distinguir lo que vale de lo que no vale la pena /Y a mí me vale con que me des /poco más que nada /A mí me basta con una de tus miradas”.

Tú, Jorge Drexler, Sea

Onda de mar /en que flota este blues. /Tú. Toma este vals que no supe esconder. /Tú. /Tienes la culpa /de este bolero /que se ha adueñado de mi”.

Me haces bien, Jorge Drexler, Vaiven

Basta ver el reflejo de tus ojos en los míos /como se lleva el frío /para entender /que el corazón no miente /que afortunadamente /me haces bien /me haces bien /me haces bien”.

Vaiven, Jorge Drexler, Vaiven

Tu caricia no me afecta, /yo la puedo tolerar, /sin mover una pestaña, /sin parar de controlar /cada cosa que digo, /ningún gesto de más, /de lo que pase acá dentro /no te vas a enterar”.

Guacamole, Kevin Johansen, The Nada

“Vamos a comer a lo de Beto, que nos hizo guacamole! /Carne con frijole’, carne con frijole’!/Cuchufrito, habichuela, hot tamale, trucha al escabeche, /Con café con leche, con café con leche".

Mi banda toca rock, Menudo (Sí, Menudo)

“Un sabor más bien latino /Y así su pasaporte /Lo seguimos corriendo fuerte /Que penetra en los muros /Hace brecha en la puerta /Hasta el fondo él te dice /Que tu alma no está muerta. /Y no despierten no, no, no, todavía no /Y no nos paren no, no, no, todavía no”.

Encontré esta versión del compositor original Ivano Fossati, mucho mas funk y la de Piero que fue la primera que escuché.

Fidelity, Regina Spektor, Begin to hope

“I never loved nobody fully /always one foot on the ground /and by protecting my heart truly /I got lost in the sounds /I hear in my mind /all these voices /I hear in my mind all these words /I hear in my mind all this music /and it breaks my heart”.

Better, Regina Spektor, Begin to hope

“If I Kiss You Where It's Sore /If I Kiss You Where It's Sore /Will You Feel Better, Better, Better /Will You Feel Anything At All”.

Apres moi, Regina Spektor, Begin to hope

“Be Afraid Of The Lame /They'll Inherit Your Legs /Be Afraid Of The Old /They'll Inherit Your Souls /Be Afraid Of The Cold /They'll Inherit Your Blood /Apres Moi, Le Deluge /After Me Comes The Flood”.

Nua/Outra vez, Ana Carolina, Estampado ao vivo

Das lembranças que eu trago na vida /Você é a saudade que eu gosto de ter /Só assim sinto você bem perto de mim outra vez”.

Fiona Apple, The first taste, Tidal

"I lie in an early bed, thinking late thoughts /Waiting for the black to replace my blue /I do not struggle in your web because it was my aim to get caught /But daddy longlegs, I feel that Im finally growing weary /Of waiting to be consumed by you".

Polvo de estrellas, Jorge Drexler, Eco 2

"Un enjambre de moléculas /puestas de acuerdo de forma provisional /Un animal prodigioso /con la delirante obsesión de querer perdurar. /No dejaremos huella /sólo polvo de estrellas".

lunes, 11 de agosto de 2008

La vida en las periferias

Tenía el título hace algunos días, pero no me había animado a consignar el contenido. Cadenas de eventos y estados de ánimo han llevado a que sea hoy el día en que retomo esta ruta para contar mis últimas mutaciones y esta, la (ojalá) definitiva mudanza. He dejado el centro de la ciudad: la ruidosa, impredecible, siempre llena de vida, Bahía de Guayaquil. He dejado el lugar que habité desde mi retorno al puerto desde la corta aventura por Quito. Pasaron casi siete años desde que escribía esto y con ellos, mucha agua corrió por la ría frente a mi ventana del primer piso del Edificio Cucalón. Cruzamos esa enorme puerta como una pareja y salimos como una familia.

Dejar ese departamento no fue nada fácil y gracias a los dioses fue un proceso lento y por lo tanto, el dolor se fue dosificando. Ahora estoy instalada en mi casa, en una cómoda (y me atrevo a decir, hermosa) casa de dos pisos, instalada en un lugar que geográficamente pertenece a Daule, pero funcionalmente al imaginario de La Vía (a Samborondón, claro está). Ya he tenido que soportar la carga de crítica sociológica que si ahora soy pelucona, que si la lejanía, que si la burbuja. Y quizá las consecuencias de este acto las veré en el largo plazo pero por ahora me dedico a lo de siempre: a disfrutar del momento. Sé que antes de tomar la decisión de dejar Guayaquil tuve mi proceso claro de eliminación de posibilidades y abracé esta opción en conciencia y responsabilidad.

En esta nueva ubicación, el primer contraste viene a través de los sentidos. De lunes a sábados, de cinco de la tarde a ocho de la mañana, reina el silencio, interrumpido apenas por ruidos de la naturaleza y el rumor lejano de los camiones que circulan por la carretera principal. De ocho a cinco, ofician los obreros de la construcción de las tres casas contiguas y de otras muchas en las cuadras vecinas. Los domingos son territorio de la nada. Acá es difícil establecer la hora del día sin la dictadura de los relojes (que no uso). En el Malecón se sabía que eran, por ejemplo, las diez de la mañana o las ocho de la noche por la puerta abierta o cerrada del centro comercial, o la medianoche cuando se apagaban gran parte de las luces. Ahora, si no hay sol, las horas de luz se diferencian apenas por la intensidad de los rayos de sol que golpean al atardecer en la ventana de la cocina.

Aprecio el silencio y me adapto rápido. Sin embargo, les debo una confesión: hay un lujo que me parece imprescindible y del que me alegro casi todos los días. Tengo una piscina a mi disposición a escasas cuatro cuadras de mi casa. La posibilidad de remojarme, sumergirme, chapotear e incluso, ensayar un oxidado estilo libre, me reconcilia del todo con la vida. El contacto con el agua me devuelve capas, me regresa en el tiempo, tan sólo flotar en el agua es un placer que no tiene comparación. La princesa lo disfruta tanto como yo, en eso, al menos, ha salido a su madre.

Vivo en las periferias, en un ejercicio constante de previsión y dosificación, por nombrar un ejemplo, de los trayectos en auto. Tengo aún mucho trabajo de orden por hacer, aunque la titánica tarea esté bastante avanzada. Pero sigo siendo yo, con mis muebles, mis papeles, mis libros, mi equipaje invisible. Cambian los escenarios, cambian los horarios, los usos, los hábitos, queda el latido de una vida que continúa con alegría, siempre, a pesar de todo.

Evito pensar en el departamento que quedó atrás y las paredes en las que sus muchos visitantes rieron una noche, lloraron una pena, abrazaron una promesa incumplida. Evito sobre todo pensar, como me dijo un hermoso caballero, en lo triste y solo que se sentirá Govinda pintado en la pared de la entrada, sin saber que se acerca el día en que echarán pintura sobre su piel azul y con él, borrarán los rastros de todos mis recuerdos.

viernes, 11 de julio de 2008

Final de Casablanca

Marcelo fuma Gitanes y usa camisa blanca de doble puño. Usa un peinado electrizado que le da a su imagen una especie de statement diferenciador, necesario para un rostro convenientemente convencional.

Marcelo habla de su trabajo como una obra de amor, lo que explica me evoca conjuros para espantar fantasmas o acaso para mirarlos al rostro y descubrir que no son tan feos, ni fieros, ni extraños. Y pone en lo que escribe todo lo que es y es, tal como lo hemos leído. En el encuentro, se manifiesta una química que propicia una sensación de comodidad, de familiaridad. Nos precede un recorrido de compartir opiniones, gustos, experiencias.

Con los datos suministrados acerca del encuentro, el Varas concluye que es un dandy, yo elaboro que más que galán es galante. Existe un abismo entre esos dos conceptos. Figueras lo ejemplifica sin querer al hacer el recorrido de los dos kilómetros y casi mil escalones que separan el Palacio de Cristal del Cerro Santa Ana y de ahí hasta el Artur’s. La noche fresca de julio ayuda, pero la verdad es que el ejercicio aeróbico, si bien no fue del todo extenuante, a todos nos dejó sudados y deshidratados. El glamour primero, no por obligación, sino por estilo. Cuando por fin se quita el saco negro con tramado de sutiles hilos blancos, su camisa blanca está empapada.

La brisa del Guayas, las pilseners, la corvina, las milanesas y los muchines, la antología de Camilo Sesto y los grandes éxitos de Vilma Palma, todo coopera para refrescar el ambiente. Para que Fátima se decida a comentar desde el lugar de los hechos alrededor de la medianoche. Y para que Marcelo le recuerde que al menos valió la travesía para que ella vuelva a comentarle en su blog después de tanto tiempo.

La noche tuvo un bonus extraordinario, llamado Andrés Neuman. Mezcla de escritor y triatlonista entusiasta, nos lideró hasta la cima del cerro (y más allá) con su sonrisa. Un gustazo en conocerlo y el punto de partida para un descubrimiento literario. Estaré allá mañana para presenciar el conversatorio con el viejo amigo Edú (una pregunta de Andrés nos puso a pensar en el tiempo transcurrido) y el nuevo amigo Andrés, y ojalá, si las conexiones aéreas impiden su partida, también con Marcelo Figueras, el escritor, guionista, periodista y ¿cantante? que ahora podemos llamar también amigo. Aunque resulte que antes del jueves también. Aquí no hay aviones ni hangares envueltos en bruma pero podemos repetir la línea de Bogart, con la certeza y alegría de los hallazgos. Bienvenido y gracias.

lunes, 7 de enero de 2008

¡Fuego!

Las musas no llegan sólo con agua, queridos míos. Tras un mojado retorno al ruedo, a la diosa le ha tocado encarar el fuego. El cuento va así:

Este sábado estábamos reunidos en casa con Fátima, James Profit y sus dos hijos. Tras la degustación de unos deliciosos pisco sours y una función de Les Luthiers, estábamos todos muy contentos y en ese punto de la noche en que las visitas ya mismo dicen “Bue…!” y empiezan a despedirse. De pronto, afuera, en el Malecón 2000 empieza un rumor, unos gritos, guardias que corren. Como eran las doce y media de la noche no cabía sospechar del tradicional “cógelo, cógelo” de este barrio. (Que es el grito para anunciar que un ladrón huye de la escena, con un montón de gente detrás. Casi nunca escapan.).

Al mismo tiempo, percibí un olor a plástico quemado. “¿Será el ventilador?” fue lo primero que pensé, me acerqué y lo olí, no venía de allí. Luego, me asomé por la ventana del comedor y vi que la gente corría hacia atrás del edificio y que de ese sector salía una columna de humo negro. Pensé de inmediato en la princesa, que dormía hace unas horas en el cuarto que tiene ventana hacia lo que alguna vez fue la calle de atrás.

Vivimos en el corazón de la Bahía, en un edificio que se levanta entre el Malecón y la calle General Villamil, tomada hace décadas por los comerciantes informales. Desde la ventana del cuarto del fondo, se pueden ver tres hileras de domos acrílicos que cubren los pequeños kioskos de metal que el municipio consiguió que se instalen en el sector como manera de organizar ese comercio caótico que antes se hacía en bandejas, tapetes, maletas tirados en el piso. En los espacios cuelgan toldas de caucho azul que protegen los corredores del sol y la lluvia.

Atravesé el corredor seguida de James Profit, por debajo de la puerta cerrada se irradiaba un resplandor dorado, como si adentro estuviera encendido un muy potente foco amarillo. Lo que vi al abrir la puerta fue impresionante. La fuente del resplandor estaba justo fuera de la ventana del cuarto. James abrió la cortina y vimos, tan cerca de nosotros y, peor, de mi hija que dormía con la calma profunda de los niños: las vivas, calientes, devoradoras llamas de un fuego.

A la gente se la conoce en las situaciones de peligro. Todos los que estábamos allí reaccionamos con calma y orden. Con la visión de la (luego supimos que pequeña) hoguera James salió a avisar que la cosa era grave y que debíamos salir YA. Fátima y los niños fueron los primeros en bajar. Mientras, yo trasladé a la princesa hasta mi cuarto, la dejé sobre mi cama y regresé sola al suyo. Me paré unos segundos en la puerta y pensé “De aquí, ¿qué saco?”, la mirada tasadora respondió que nada. Cerré la puerta, volví a mi cuarto tomé un abrigo para envolver a la niña y otro para mí, la cargué, tomé mi cartera que colgaba del pomo de mi puerta y bajé. Segundos antes ya había bajado James con el tanque de gas (que reposa en la pared que también da a la Bahía) y detrás nuestro salió Don P. que había bajado los breakers de la casa.

Cruzamos la calle y nos refugiamos junto a la salida del parqueo de Colón. Los guardias nos contaron que el portero de mi edificio fue quien les dio la voz de alerta y que ya habían llamado a los bomberos. Pero aún no llegaban. Los nervios pudieron más que la razón y llamé a la Nena, esposa de bombero, para avisarle del asunto. Fue un acto, producto de un cuarto de necesidad de contar, un cuarto necesidad de reafirmar la urgencia de la ayuda, dos cuartos de pánico controlado. Mientras esperaba su mensaje de respuesta, llegaron cuatro motobombas y dos carros de la empresa eléctrica. A uno le parecen eternidades pero habrán transcurrido máximo diez minutos. (No lo digo suficiente pero ¡los bomberos son mis héroes!)

En realidad no fue nada: el fuego se inició con una chispa en los cables que pasan por encima de las cubiertas plásticas, a la altura del edificio vecino. Avanzó por la extensión de cuatro, cinco kioskos y ahí lo detuvieron. No se extendió al interior de los locales. Pudo ser mucho peor. Cosas para destacar: una y mil veces, los bomberos. La ejecutividad de los comerciantes de la Bahía, ayer retiraron todos los restos, pusieron una cubierta provisional en previsión de más lluvias. Las reacciones de todos. La reiteración de que la única cosa material que me esforzaría por rescatar serían las fotos (negativos y CPU). Propósito: respaldar todas mis fotos y ubicar todo en un mismo lugar, portable y de fácil acceso.

Tengo por principio a rechazar el juego del “y si…”. Y si hubiéramos estado solos, quizá dormidos y los cálculos que uno hace con las llamas y el humo, la niña dormida o despertada por el grito de las sirenas y que encuentra una hoguera tras sus cortinas… Si los bomberos hubieran demorado y el fuego proseguido… Y si… y si… pues nada. No pasó. Es inútil asustarse con las posibilidades como es igual de inútil recrear un accidente con los posibles modos que hubieran servido para evitarlo. La conjugación verbal que más detesto es “hubiera”.

Con el fuego, quedan cenizas y hollín. A esta familia (que incluye a los amigos que son como parientes) le quedaron pequeños pero significativos descubrimientos sobre el material del que estamos hechos, cómo funcionamos y qué valoramos. Un ensayo, la representación de un pequeño drama. Ante todo, esta familia sobrevive. Eso sí, tenemos que ver con qué vamos a animar la próxima reunión. ¡Estas producciones no son nada sencillas!


Plástico derretido, el borde blanco a la derecha es nuestra ventana.

Experiencias de Agua y de Fuego. ¿Me tocan Tierra y Aire? Mejor prevenir, debería ponerme una mascarilla de barro y… ¿qué hace uno con el aire? Se aceptan sugerencias. Urgentes e inocuas.

viernes, 4 de enero de 2008

Llueve

Llueve y parece que mañana va a seguir así, lo asegura Meteorología. Llueve, llueve en todos los rincones del país, la tierra está agradecida. (Si llueve la gente se pone a cubierto y el pasto se pone contento)

Llueve sobre el río, llueve sobre el mar. Llueve y no parece que vaya a parar.

Llueve, Jorge Drexler

Llueve en Guayaquil hace cuatro días. Ayer, cuando pensamos que había dejado de llover, llovió más. Las sábanas que cuelgan en la terraza lo saben bien, a la cuenta, hasta esta hora han recibido un chaparrón, cuatro lluvias, seis lloviznas.

Llueve y salgo a la calle para llevar a la niña a la escuela, que sale en versión “funda”: recubierta completamente con un poncho impermeable de color rosa. La madre sale en versión “paraguas, chaqueta con capucha y zapatos de correr”. Caminamos las cuatro cuadras que nos separan de la estación del bus, protegidas en el trayecto por los portales del centro de Guayaquil. En el destino, la cosa es distinta, en las ciudadelas no hay portales, hay veredas irregulares que convierten el recorrido en una pista de obstáculos acuáticos.

“Extrañé tanto a la lluvia”, fue lo primero que dijo ella cuando nos tocó el primer chaparrón, el primer día del año. No estoy segura, si yo lo hice, sé lo que todos los habitantes del puerto sabíamos: “ya va siendo hora…”.

Mi relación con la lluvia va seguida de un “depende”. Tengo recuerdos maravillosos y tenebrosos con los aguaceros tropicales guayacos. Tengo clarísima la emoción de salir con mi mamá a bañarnos en la lluvia, al patio, al portal, a que nos caiga el agua en la cara, a saltar en los charcos, a sentirnos Gene Kelly en “Singing in the rain”. Tengo marcado el miedo de una noche en que el carro no prendió más tras pasar por la avenida Kenneddy junto a la Universidad Estatal, en ese punto oscuro y abandonado, en los tiempos en que no existían los celulares, y esperar por muchas horas a que la lluvia pare o que alguien nos rescate… Aún le temo a manejar durante un aguacero. Y eso que en Guayaquil se sabe cuando caen las primeras gotas pero no cuando van a terminar. En Quito uno tiene casi la certeza de que ese diluvio que no deja tregua pasará en máximo una hora o dos, así que se tiene el lujo de esperar donde se está a que pase la intensidad. Acá puede llover y llover y llover por horas, días…

Hoy llovía y cuando entregué a la niña a la seguridad de la escuela, pude por fin observar a los compañeros del viaje de regreso. A la empleada de banco con su uniforme impecable, sus medias nylon gris claro y sus zapatos azules, ¿llegarán en la misma condición tras la caminata esquivando charcos y el eventual desgraciado que disfruta de salpicar a los peatones? A las enfermeras de prístino traje blanco, los señores de terno y corbata, el anciano de impecable pantalón gris y camisa celeste. La gente que tiene prisa, que debe llegar a un sitio al que quizá lleguen irremediablemente tarde. Pero llueve y esa es la excusa: todo se vuelve necesariamente más lento. Los carros esquivan lagunas, la gente camina con más cuidado.

Llueve y yo camino sola por el malecón mojado. Llueve y la fantasiosa interna imagina una escena de baile y canto con gotas de lluvia perfectas. Llueve y me detengo a observar el río Guayas que no tiene frontera con la bruma que oculta el puente y oscurece la isla. Recuerdo el versículo bíblico: “y un viento de Dios aleteaba sobre las aguas”. Llueve y no es difícil visualizar ese Espíritu jugando a ser gota de lluvia y vapor de agua para volver a pasear “sobre las aguas”.

Ha parado de llover y la ciudad se ve limpia, por unos minutos se respira un aire fresco que entra como un bálsamo para las vías respiratorias que soportan cada día el calor, el smog y los olores. Si sale el sol llegará la humedad insoportable, el bochorno del calor húmedo tropical, esa sensación de que el asfalto suda y el cuerpo se cocina en un vapor de todo: cemento, gente, autos, hierros. Por ahora, aún caen las últimas gotas de eso que se le llama garúa, brisa, llovizna.

Llueve en Guayaquil hace tres días y no tengo apuro por ir a ninguna parte, no tengo que cumplir horario. Puedo disfrutar de esta lluvia, de este instante, de esta ciudad. Llueve y se detiene la pausa, se desactiva el Rewind, se presiona el Play. La diosa ha vuelto, con la lluvia.

Dos canciones adecuadas para el clima, Madonna con su bellísimo video de Rain (I feel it, it’s coming…) y Piove de Jovannotti, perfecta analogía del golpeteo del rap y de las gotas.

jueves, 21 de junio de 2007

Rewind

Todos tenemos un momento (o varios) en la vida al que quisiéramos regresar. Un lugar, unas compañías, un día específico, una emoción cierta. Todos quisiéramos tener la posibilidad de transportarnos a ese momento del pasado en el que éramos algo distinto de lo que somos ahora, en el que gozábamos de la ingenuidad, la alegría, la seguridad. Un punto en el que el dolor, la muerte, el amor, la desesperanza, la realidad todavía no nos habían tocado la frente y dejado transformados para siempre.

Ese momento, me atrevo a sentir que se llama inocencia. Un estado de gracia, un momento “previo a”, un paso antes de que nos pase “aquello”, conozcamos a “este”, nos olvidemos de “ellos”. Hay acciones, eventos que nos marcan, casi siempre asociadas a las palabras “primero” y “último”: el primer beso (o el segundo), la primera (atropelladaperogloriosa) vez, la primera cita, el último suspiro, el último en salir de la fiesta, el último encuentro. Una se recuerda completamente en esos instantes perfectos, sabe lo que vestía de pies a cabeza, a qué olía el ambiente, qué comió, con quién y de qué rió, a qué hora se durmió. Y lo que pensaba y sentía antes de dormir, la marcha apresurada del corazón, el giro de carrusel de la cabeza y la panza.

Y sabemos también que nos despertamos al siguiente día y todo ha pasado, todo ha cambiado. Nos queda apenas la resaca, el recuerdo, el momento que pudo ser y no fue, la mirada que no veremos nunca más. Sabemos que algo cambió, algo se nos quedó en el camino, aunque sea una idea de nosotras mismas.

Hoy no me basta el recurso de la memoria. Hoy quisiera volver a ese “antes”. A ese mundo lleno de posibilidades y vacío de ausencias. Hoy deseo pulsar “rewind” o decir “Beam me up, Scotty” y que me teletransporten a ese estado primordial. De vuelta a la inocencia.

miércoles, 6 de junio de 2007

Hoy vas a ser reír

Esta mañana salí de la casa convertida en un personaje. El personaje de una mujer vestida de lino: blusa blanca, falda beige, con largos cabellos rojos, grandes ojos verdes acentuados por el maquillaje, los labios fucsia, zapatos y cartera en tonos cafés, los audífonos colgando de las orejas hasta la mano. Un personaje que sonríe, canta canciones de Radio Futura y Michael Bubblé al volante y se aguanta con dignidad las ganas de cantar en el ascensor del edificio de oficinas al que asiste por algunas horas, cada mañana. Bueno, al menos, cuando hay gente.

(De hecho, pienso que cada día, especialmente sin proponérnoslo, somos un personaje distinto. Algunas personas son personajes tan exuberantes que se roban el protagónico, otros son el aparente secundario que con su aporte clave redondean las escenas. Terrible pasar de extras por la vida…)

Hoy esta mujer proyectaba la belleza que sentía, la alegría que sentía. La gente que la ve cada día lo notó y comentó. Es una cuestión de ganas, de actitud, de tiempo. Esta mujer cree que la belleza es un regalo y un poder, y en esos contextos hay que disfrutarla y usarla. Esta mujer regaló sonrisas, notó miradas, hizo su trabajo con eficiencia, caminó con garbo y al llegar al jardín de la princesa se agachó hasta el piso para recibir el abrazo atropellador de cada tarde.

Y todo, porque anoche, en las últimas lecturas se encontró con un mensaje de otra mujer que no conoce, de la que solo sabe que vive en Madrid y que usa el nick de “serpiente suya” y que escribe con sensibilidad y gracia en el espacio de comentarios del blog de Marcelo Figueras. Una cosa siempre lleva a la otra. Y hay gestos como ese, como escribir este blog, que una vez realizados no se sabe quién los recibirá ni los efectos que tendrá. Estos fueron los míos, para que usted se entere, querida señorita ofidia.

El mensaje era un link al video en YouTube de la canción “Ella” de Bebé, una cantante españolísima. En el video, diversas mujeres cantan en la mitad de una plaza. Hay viejas, jovencitas y una bebé, mujeres guapas, mujeres feas, mujeres altas y bajas. Todas cantando con la vida. Mientras llegan al video y a la canción (la tengo y la ofrezco) les dejo la letra y les anticipo que este es mi renglón favorito: “Hoy vas a ser reír porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto”. Y lo fui, lo estoy siendo y para multiplicar el beneficio, lo estoy compartiendo. Canción para divas, para “mujeres valientes, sonrientes”, para levantarnos con ella cada mañana y disponernos a arrasar con el mundo.

Aquí el link al video en YouTube.

Ella - Bebé

Ella se ha cansado de tirar la toalla
Va quitando, poco a poco, telarañas
No ha dormido esta noche pero no está cansada
No miró ningún espejo pero se siente toda guapa

Hoy,
ella se ha puesto color en las pestañas
Hoy le gusta su sonrisa, no se siente una extraña
Hoy sueña lo que quiere sin preocuparse por nada
Hoy es una mujer que se da cuenta de su alma

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo
hoy vas a ser reir porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado

Hoy vas a ser la mujer que te de la gana de ser
hoy te vas a querer como nadie te ha sabido querer
hoy vas a mirar pa’lante que pa’atrás ya te dolió bastante
una mujer valiente, una mujer sonriente, mira como pasa, ja!

Hoy,
no has sido la mujer perfecta que esperaban
Has roto sin pudores las reglas marcadas
Hoy has calzado tacones para hacer sonar tus pasos
Hoy sabe que su vida nunca más será un fracaso

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a conquistar el cielo sin mirar lo alto que queda del suelo
hoy vas a ser feliz aunque el invierno sea frío y sea largo, y sea largo
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado.

Hoy vas a descubrir que el mundo es solo para ti
que nadie puede hacerte daño, nadie puede hacerte daño
hoy vas a comprender que el miedo se puede romper con un solo portazo
hoy vas a ser reir porque tus ojos se han cansado de ser llanto, de ser llanto
hoy vas a conseguir reirte hasta de ti, dime que lo has logrado.

miércoles, 30 de mayo de 2007

La otra educación

Desde niños nos educan. Nos enseñan las palabras con las que nombramos las cosas del mundo. Empezamos con las importantes: mamá, teta, papá, agua, luego en un proceso de enseña y nombra aprendemos los nombres y los atributos: casa, sol, rojo, amarillo, grande, flaco, cerca, abajo; luego, las acciones: come, corre, ven, sube, camina, para, calla... Detrás aparece el torrente de las letras, la gramática, las conjugaciones y temas afines. Las cosas se van complicando y llegan los números, los conceptos abstractos, el relato de los hechos pasados, la descripción del mundo, los límites y símbolos de la patria, las ciencias, las hermosas ciencias…

Nos enseñan, además, las normas del comportamiento: a saludar, a pedir por favor y a dar las gracias, a que no nos levantamos de la mesa hasta no terminar de comer. Se nos educa para ser corteses, gentiles, solidarios, compasivos. Se nos estimula a ser competitivos, a saber perder, a exigirnos un poquito más cada vez, a ser investigativos, a no quedarnos con la misma vieja respuesta para las preguntas importantes. Nos hablan de un dios, de una forma de agradarlo, de una serie de reglas a seguir para pertenecer a una religión, de una disciplina para mantenernos alejados del pecado y sus consecuencias.

Es tanto, tanto conocimiento. Y todo lo absorbemos, lo integramos. Este artilugio prodigioso llamado cerebro lo mismo recuerda qué “Si tu no vuelves” está en el disco "Laberinto" de Miguel Bosé que el símbolo del estroncio ("Señor estroncio", decía mi madre, la maestra de química. El símbolo es Sr).

Son muchos los aspectos de esa educación que se quedan por fuera de lo académico. Hay un conocimiento adquirido en el patio de la escuela, en el portal del barrio, en la cancha deportiva. Hay una textura emocional que se va adquiriendo en la interacción con los demás y que toma tanto lo que se dice como lo que se hace.

Pero hay un conocimiento sensorial que casi nadie se preocupa de educar. Aunque parecería que basta con ser persona para aprender a procesar los estímulos que nos llegan a través de los sentidos: ojos, nariz, lengua, oídos, piel.

Yo he tenido una educación sensorial muy refinada y exigente. Se inició cuando conocí a la primera hermana que tuve por fuera de los parentescos genéticos. Y con ella vinieron sus padres, una pareja exquisita con un gusto por lo bello, sabroso, armonioso y sensual de la vida. Pero que no se me malentienda, no eran unos snobs, no discriminaban los estímulos según su precio o su origen, solamente por su calidad. Para ellos valía lo mismo el lamento hondo de un pasillo que la exhuberancia de un concierto de Vivaldi; el caldo de bolas de verde y el foie gras recién llegado de Normandía. Había que probarlo todo, a veces incluso contra la propia voluntad. Una vez terminé llorando por una ración de mostaza picante depositada a traición en mi lengua. Lloré, pero me encantó. (Como me encanta la sopa thai.. tú que me lees, ¡engríeme!!)

En esa casa probé los primeros vinos y no solo eso, aprendí a catarlos. Seguro que a ellos les daba mucha gracia ver a un cuarteto de púberes aspirantes de gourmets oscilando las copas, observando lágrimas, percibiendo notas olfativas, degustando. Aprendimos además a no beber para emborracharnos, porque el que se emborracha le falta el respeto a la bebida, arruina la experiencia. (Claro que lo he hecho, además, no hace falta mucho, pero eso si, jamás he perdido la conciencia de lo que hago; el control, acaso, sobre todo de las risitas).

Con los años vino la lectura de la novela “El Perfume” de Patrick Suskind, y el descubrimiento del mundo de los olores y sobre todo, el reconocimiento de mi elevada capacidad olfativa. Como escribí tiempo atrás, detecto fugas de gas y cambios en los alimentos antes que mucha gente. Vino también el gusto por cocinar y sobre todo, por hornear. La alquimia que se produce entre la mezcla adecuada y exacta de materias primas tan cotidianas como huevos, harina, grasa, leche y azúcar, entregadas a la acción del calor siempre me causa asombro y me hace sentir como una hechicera. De nuevo, los libros: “Como agua para chocolate”, que enlaza los sabores y saberes de las mujeres con sus universos emocionales, sus entregas y sus pérdidas.

Y la piel. Órgano extenso e intenso. Que nos comunica temperaturas, texturas, temblores, presencias. Que se siente tan a gusto después de un laargo baño, que recibe los perfumes y sudores, con sensores para todo, incluso para los sustos, que se pone roja con un piropo inesperado, que se tensa con la preocupación, que pica con la lana, que suda placenteramente entre sol y arena. (La lectura aquí sería acaso "Afrodita" de Isabel Allende).

¿Cómo se aprende a ejercitar los sentidos? Pues sintiendo, mirando, preguntando, estudiando, probando, tocando. La educación visual es un tema de nunca acabar: hay volúmenes que explican la belleza de un Rubens y la ruptura de un Pollock. Más allá del conocimiento hay que descubrir qué despierta emoción en nosotros. Hay que sacar la cabeza por la ventana del auto y mirar el cielo, asomarse a ver los reflejos que hace la luna en las olas de la ría. Y no porque sea romántico sino porque es sencilla y puramente hermoso.

Recomiendo fervientemente escuchar de todo para poder decir, esto es bueno o malo, me gusta o no me gusta. Me gusta Calle 13, no me dice nada Don Omar. Me enloquece Jorge Drexler y no soporto a Arjona por su pose de gran poeta. La música clásica me gusta en vivo pero prefiero escuchar canciones, palabras con música. Y tengo una memoria tan activa que me canto sin pensar las canciones de Kudai y High School Musical que ponen en la radio que pongo en el camino a la escuela de la princesa. Y no soporto a la gente que dice “no me gusta” a algo que jamás han probado o escuchado detenidamente, que solo lo dice por sumarse a la opinión general.

¿Los efectos? Una experiencia mucho más enriquecida del mundo. Que los recuerdos tengan colores, olores y sabores. Que en el evento de las ausencias transitorias uno pueda encontrar el olor de los amados en sus objetos, y en las permanentes se conmueva con el asalto de las presencias guardadas, por ejemplo, en bufandas conservadas en baúles. Que los placeres se disfruten siempre como placeres, y no con exceso. Cuando alguno de los cuatro ha probado los vicios nunca los ha hecho con obsesividad, hasta la dependencia. Porque se degustan por igual una mousse de chocolate que un cigarrillo, un merlot, un libro, un amanecer sin nubes en Quito, una puesta de sol, unos labios.

miércoles, 23 de mayo de 2007

Budismo sonriente

El Tulku Lama Lobsang es un oriental joven y hermoso, con una sonrisa amplia, brazos fuertes, mirada profunda. Habló durante una hora del camino espiritual llamado Tantrayana en la tradición budista.

Llegamos con tiempo suficiente para esperar bien sentados el inicio de la charla, pero en mi revisión apresurada del calendario de eventos me salté la parte en que decía que tenía un costo de $15 por persona. Así que nos regresamos hasta el Malecón a sacar el dinero del cajero. Al bajar las escaleras, él estaba entrando por el vestíbulo del Museo Municipal. Un hombre joven vestido negro, chaqueta con cuello redondo, con una escarapela roja y blanca en su pecho y pantalón de elástico como los que se usan para el tai chi. Lo acompañaban un señor y una chica de pelo enchurrado, Julia, que luego actuaría como traductora de su fluido inglés, casi sin acento. Hicimos el recorrido en tiempo récord y para cuando volvimos al salón él ya había empezado a hablar.

Sentado en el centro del pequeño escenario, con una espada de madera en sus manos, disertaba sobre las creencias y las religiones, el miedo y las expectativas. La energía de este hombre iluminado era palpable en mis manos, mi columna, mis chakras. De modo natural el cuerpo adoptó la postura de espalda recta, pies sin cruzar y manos sobre el regazo, indice y pulgar unidos. Desechó la existencia del infierno y dijo que las creencias son el infierno. El camino, así de claro, directo y fuerte, es cortar con miedos y expectativas. Los miedos son nuestras creencias negativas, las expectativas son lo mismo pero en positivo. Los líderes espirituales y políticos juegan con nuestros miedos y expectativas para que los sigamos o apoyemos. Dijo que creer es no conocer, y que debido a nuestra ignorancia elegimos tener una creencia. Pero que si dejamos de creer llegaremos al conocimiento. Su sable de madera representa la espada de la sabiduría que debe cortar con los miedos, -representados en la parte derecha de nuestro cuerpo, la parte masculina- y las expectativas -alojadas en el costado izquierdo y femenino. Por eso, los hombres son peligrosos, porque en ellos dominan los miedos. Y nosotras, complicadas porque nos rigen las expectativas.

Si logramos seguir este, el camino del diamante, podremos permanecer en el presente y realizar la verdadera naturaleza de nuestra mente, nuestra esencia de dioses, budas y la felicidad del cielo, que no reside en los cielos sino dentro de nosotros. Y ahora, porque al mañana en el que seremos felices nunca llegaremos, vivimos siempre en el hoy. Que aunque Jesús y Budas fueron hombres realizados no debemos rezarle a ellos sino a la espada de la sabiduría, que Dios ya debería estar enojado con nosotros y haberse ido de vacaciones porque nos lo dio todo y nosotros seguimos pidiéndole más.

Luego de la disertación y el break, vinieron los ejercicios que comenzaron con carcajadas, bostezos, sacudir y estirar, bailar y saltar. Nos enseñó tres ejercicios que son parte de la disciplina para la salud: uno para la parte baja de la espalda y riñones, otro para el corazón y el tercero para los pulmones. Para cuando estemos cansados, saltar mirando al cielo y para cuando estemos demasiado metidos en la mente, sacudir intensamente la cabeza y los brazos. Al final de cada ejercicio, que se repite siete veces, tres respiraciones profundas.

Era su última noche y terminó con regalos y despedidas. Las personas que tomaron el "refugio", una iniciación, recibieron su nombre budista con el abrazo de Lobsang, de brazos abiertos y corazón en corazón. Pepe tomó el camino enseguida para dejar la sala. Yo tenía que ir al baño y allí decidí que no me quería ir sin acercarme a él. Y recibí mi abrazo y le pedí un autógrafo en el ticket: un garabato de su nombre y un corazón, cómo no, sonriente. Le dije "fue muy divertido". Y lo fue.

A un lado del escenario estaba colgada una frase suya:

"Sé tu propia verdad y podrás verte a ti mismo. El amor nunca piensa. Siéntete. Sé tú mismo. Si te ganas a ti mismo, lo ganarás todo".

Dejar el miedo y las expectativas. Para trabajarlo a cada rato del día. Y ser felices y brillar con una sonrisa radiante como la de Lobsang, que, por cierto, es la octava reencarnación de un maestro ascendido y tiene un centro de enseñanza de la medicina tibetana, que domina, abierto a todo el que quiera aprender.